El FIAT Brava 1.6 llegó con el objetivo de cubrir las demandas de una gran cantidad de público. Montaba una mecánica, un cuatro cilindros gasolina de 1,6 litros, que solía ser la más demandada en el momento de su lanzamiento –1995– y además, se acompañaba de un precio interesante: 2.266.000 pesetas, unos 13.619 euros de aquella época.
La compañía italiana tenía que reemplazar al FIAT Tipo, un coche que, aunque hay muchos que no lo aceptan, fue realmente importante y no solo para la marca. El Tipo fue una pequeña revolución por sus formas y por la habitabilidad que se obtenía. Además, el Tipo fue el coche que empezó a usar una plataforma compartida –la usaron una gran cantidad de coches dentro del Grupo FIAT– y tenía detalles de fabricación, como el portón trasero de fibra, muy innovadores.
Así, el reemplazo del compacto italiano se tornaba complicado. Sin embargo, el trabajo fue de primer nivel, pues se puso en circulación el FIAT Bravo y el FIAT Brava, básicamente el mismo coche, pero el primero solo con carrocería de tres puertas y el segundo con carrocería de cinco. Esa diferencia también les otorgaba distinto talante y un objetivo de ventas diferentes, como cabría esperar.
El FIAT Brava era un coche, aparentemente, más familiar y ligeramente más capaz que el Bravo, un modelo que debería hacer una buena combinación con uno de los motores más básicos de la industria automovilística: un 1,6 litros gasolina de cuatro cilindros. Y así fue, combinó a la perfección, aunque cuando los turbodiésel empezaron a pisar las carreteras, este motor quedó completamente eclipsado o casi.
Aunque era básicamente idéntico al Bravo, su carrocería de cinco puertas, su diseño trasero y su planteamiento lo diferenciaban más de lo que podría parecer
Se trataba de un nuevo bloque con culata de 16 válvulas y 1.581 centímetros cúbicos, con una carrera llamativamente corta –86,4 por 67,4 milímetros para diámetro y carrera del pistón–. Aun así, el rendimiento era muy interesante, con 103 CV a 5.800 revoluciones y 14,7 mkg a 4.000 revoluciones –unos 140 Nm de par–. No son cifras fuera lo normal, pero con una carrera tan corta logra una cifra de potencia a poco régimen y según los gráficos que publicó la prensa en su momento, como la revista Autopista, la curva de par era muy utilizable y además, tenía una entrega muy suave y agradable –y estaba disponible durante cerca de 4.000 revoluciones, que es mucho–.
Es cierto que poco más de 100 CV no es una potencia muy alta, pero está dentro del rango de las más vendidas a mediados de los años 90, así se esperaba que tuviera una gran demanda. Por ello, en FIAT quisieron hacer un motor de primer nivel y montarlo en un coche que tenía una enorme tarea por delante, que era batallar en el segmento de los compactos. Por eso, se trabajó mucho en la insonorización y en la calidad del ruido que llega al habitáculo, así como en la relación prestaciones-consumos.
Las prestaciones registradas por la prensa de la época situaban al FIAT Brava en un buen nivel. Por ejemplo, la velocidad máxima era de 184 km/h, con una aceleración de 0 a 100 km/h en 11 segundos, un 0 a 400 metros en 18,03 segundos y un 0 a 1.000 metros en 33,23 segundos. Los consumos, por su parte, eran de 9,7 litros en ciudad, siete litros en carretera –entre 90 y 100 km/h– y de 7,7 litros en autopista. Buenas cifras para un coche de 1995 y con depósito de 50 litros.
Uno de los comentarios más habituales cuando se probaba el FIAT Brava 1.6, era que resultaba un coche extremadamente sencillo de conducir, con un buen aplomo en todo tipo de trazados y muy poca sensibilidad a los cambios de carga. Es decir, la estabilidad era alta y el usuario nunca se vería en un aprieto en caso de volantazos, frenadas cuando no había que frenar o cosas así. Además, presumía de un buen acabado y de un buen diseño interior, que hacía juego con el exterior.
Merece la prensa destacar que el FIAT Brava 1.6 tenía como rivales en aquellos años a coches como el Citroën ZX, la primera generación del Pequeño 306, al Volkswagen Golf III o a la primera generación del Opel Astra, es decir, no lo tenía nada fácil para destacar…
Javi Martín
Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".COMENTARIOS