Hay que mantener la llama encendida hasta que la surcoreana se decida a lanzar la edición limitada del N Vision 74. El híbrido de batería y pila de combustible se nos presenta como todo un escaparate. En tiempos de revivals, uno de los pocos que se salvan del mal gusto es este concepto superdeportivo de Hyundai. Concepto, de momento, pues, como les he mencionado ya, no hay certezas ni para confirmar su producción ni para echarla por tierra.

La marca no le ha cerrado las puertas y la ilusión por verlo desempeñarse en pista está intacta. ¿La misión? Evitar que esa luz de esperanza se apague. Soy optimista de que, finalmente, su homologación para la calle de aquí al 2030 se haga realidad, de manera que no queda otra que pujar a base de entregas y energía positiva. Fue inevitable tratar al Pony Concept en mis apreciaciones sobre el nuevo diseño retrofuturista, ¿pero qué tal si ahora lo abordamos más en profundidad?

Pongámoslo de la siguiente manera: si el destino de un coche es la retroingeniería, quiere decir que algo bien se ha hecho y que a su desarrollo no le ha faltado sentido. También conocida como ingeniería inversa, trata ni más ni menos del estudio de un producto ya terminado, y el Hyundai Pony Concept Coupé es un claro exponente. En sintonía, de hecho, fue el concepto que impulsó definitivamente a Hyundai al mercado, al lanzar el modelo de producción derivado: el Pony 1975.

El visionario y adelantado interior del Hyundai Pony Concept Coupé 1974

Lógicamente, el Concept Coupé, presentado el año anterior en el Salón del Automóvil de Turín, lejos estaba del coche de calle en cuanto a visión de diseño, con la cual el fabricante nos invitaba a lo que llamaría un futurismo minimalista, un principio evidenciado en líneas generales, pero acentuado puertas adentro. Observen las imágenes y díganme si ese concepto de habitáculo espacioso y de disposición de las partes no se ve, 50 años después, en concept cars futuristas de la actualidad.

Cabinas limpias que apuestan al confort individual y a una reinterpretación del viaje. En tiempos en que la conducción autónoma se ha vuelto, al parecer, un destino inevitable –lamentablemente–, la década actual ha estado signada por proyectos experimentales que nos muestran cómo debería vivirse, según el criterio de cada departamento de diseño, la movilidad en un distópico futuro –sí, distópico– en que el volante pasará de la funcionalidad al adorno. Algunos conceptos contemporáneos mantienen la conducción manual relegando el volante hacia un compartimento, haciéndolo retráctil. Otros van más allá y directamente lo extinguen. Toquemos madera, ¿verdad?

No quiero perder el foco. En resumidas cuentas, ejemplos hay de sobra. Cada cual con sus complejidades, se me vienen a la mente los ID.Vizzion y GEN.TRAVEL de Volkswagen, el Vision One-Eleven de Mercedes Benz, el Cadillac InnerSpace, el Audi Grandsphere y el Honda Saloon, que, si me preguntan, no dudo en contestar que ha sido una de las presentaciones mundiales más notables del 2024. Todos ellos tienen en común amplias dimensiones de plazas delanteras, revestimientos pulcros y despejados, consolas y salpicaderos unificados y libres de interruptores. En efecto, lo que el Pony Concept Coupé ya nos había adelantado hace 50 años. Lo que el gran Giorgetto Giugiaro ya nos había adelantado 50 años atrás.

Estas especificaciones que hacen al concepto de coche para el mañana no serían suficientes sin el fundamento que se ha vuelto una constante en la: interiores confabulados con el entorno, una apertura al exterior que los diseñadores logran, por un lado, dejando entrar la luz natural y, por otro, aumentando la visibilidad de los ocupantes. Adivinen qué concept car cumplía dichas funciones…