“Su aspecto clásico italiano, el sonido de su enérgico motor…”. En un puñado de palabras que se cuentan con las manos, el colega Robert Ross define en Robb Report la esencia concreta de los deportivos coupé de los años sesenta. Si por esas casualidades Ross se topa con estas líneas, sepa que comulgo con su premisa, así como quienes, de seguro, vivieron la época o alguna vez conocieron lo que se siente.
Días atrás, en el Autoclásica 2024 de San Isidro, Buenos Aires, tuve exactamente la misma percepción. No frente a un Alfa Romeo Giulia Sprint GT –el coche que trata en su artículo–, sino en otro italiano de la misma época. En fila, un grupo de deportivos de Maserati de los años sesenta y setenta exhibidos bajo el sol por orden de lanzamiento. De mis secciones favoritas del evento. A disposición de nuestro paso, obras maestras pertenecientes a la década del ‘70, exponentes de los morros en cuña, el estilo fastback y los faros escamoteables como un Maserati Merak 1974 de Italdesign y un Maserati Khamsin 1976 cortesía de Bertone. El magnetismo del momento lo portaba, sin embargo, la camada más clásica.
Un elegante Maserati Mistral del ‘67 acabado en blanco era el punto de partida en retrospectiva hacia los dos que iniciaban la sección. Ambos, ejemplares del Maserati 3500 GTI. Mis saludos al Sebring 1966 en un precioso borgoña que acabó ganando el premio “Contemporáneos Europeos Pequeña Serie”. A su lado, el otro 3500 GTI, un 1961 con diseño de Carrozzeria Touring que sin dudas se apoderó de mi atención. Carlos Graña, su cuidador, asegurándose, trapo en mano, que su elegante pintura negra brillante se mantuviera reluciente. Un tipo con quien cualquier amante del motor y, en particular, de los coches de esta especie, disfruta hablar.
Lo que quiero decir, amigos, estimado Robert Ross, que lo acompaño en sentimiento. Cito: “Un hermoso Alfa Romeo Giulia Sprint GT transportará a un entusiasta a una época en la que sólo lo básico –un motor flexible de altas revoluciones, una caja de cambios de cinco velocidades y un coche deportivo de una tonelada– era todo lo que se necesitaba para poner una sonrisa de oreja a oreja en el rostro de un conductor”. Tan cierta como modesta su afirmación. Modelos como el Sprint GT y el Maserati 3500 GTI eran más que eso. Deportivos con el aspecto más moderno a tono con el lenguaje del alto rendimiento evolucionan y seguirán evolucionando desde las factorías al asfalto. Coches como aquellos italianos, por el contrario, ya no se construyen.
Desde luego, atrás quedaron los días en que comprarse un deportivo de una tonelada con manual de cinco velocidades y motor flexible de altas revoluciones era lo más normal en el segmento. Concentrémonos en cómo eran los coupé hace 60 años y ya no quedará demasiado por agregar. Referentes de los dos puertas a los que, si algo no les faltaba, era precisamente una idiosincrasia sólida en el concepto de diseño. El sentido abundaba en cada sección, en cada caída, y la armonía con los aplicados en cromo –más que generosos, por cierto–, estaba a las claras. En los biseles de las ventanas, el parabrisas y la luneta, en la parrilla y los faros, en los paragolpes y los bajos laterales. No era necesario más para obtener el perfecto contraste con la carrocería. Ni las luces intermitentes laterales se privaban de unos artísticos enmarcados cromados.
Obsérvese el Alfa Romeo Giulia actual. Ni siquiera sería acertado hablar de coupés. La de la vieja escuela, una especie lamentablemente en extinción. La contemporánea, en considerable decadencia y abocada a la apariencia, insisto, del alto rendimiento. Se ha perdido la clase en un segmento tan noble. ¿Qué decir de los cuatro puertas como el Giulia 2024? Modelos comercializados como sedanes, pero con líneas de diseño, si se me permite el término, insulsas.
Que ya no se hacen coches para el cliente, que es cierto que hoy hay factores que limitan y ayer había libertades para un mundo automotriz más bello –tan cierto como que una cosa es una marca generalista y otra una de menor volumen como estas dos italianas–, todo un tema que hemos estado conversando en la redacción. Por algo es correcto que se considere a coupés como los viejos Giulia o los 3500 GTI piezas invaluables. Imprescindibles las apreciaciones de Ross y las experiencias como la que he vivido en Autoclásica. A eminencias como Giugiaro y el carrocero Pietro Frua les debemos mucho.
Redaccion
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