El Renault Mégane 1.6 16v de finales de los 90, perteneciente al restyling o, como dirían los fanáticos de la firma francesa, a la “fase 2”, tuvo ante sí un panorama bastante turbio para las versiones alimentadas por gasolina. La fiebre de los diesel, en pleno apogeo, eclipsó a esta y a otras opciones a gasolina aunque, sin embargo, contó con algo de cuota de mercado gracias a su precio y que, como ocurre con todas las tecnologías, todavía había gente que no quería un diésel.
Renault actualizó la primera generación del Mégane con pequeños retoques, sutiles cambios en el frontal y en las ópticas traseras, así como mejoras en el interior y en equipamiento, al tiempo que se mantenían algunas mecánicas en el catálogo. No era el caso del bloque 1,6 con culata de 16 válvulas, que reemplazaba al anterior motor de mismo cubicaje pero algo menos potente –tenía una culata con ocho válvulas–. Era una de las opciones motoras de media gama, pero una de las más equilibradas y funcionales, ya que combinaba unas prestaciones decentes con unos consumos ajustados.
Era un motor de cuatro cilindros típico de la época, con culata de 16 válvulas y dos árboles de levas, inyección indirecta, 1.598 centímetros cúbicos y una potencia de 110 CV a 5.750 revoluciones, más 15,4 mkg a 3.750 revoluciones. Unas cifras que eran bastante comunes en el segmento, aunque el Mégane 1.6 16v era uno de los más potentes; casi todos los rivales rodaban los 90 o 100 CV. Para un usuario medio no había necesidad de más, pues el peso del conjunto no llegaba a 1.200 kilos y se conseguía una relación peso-potencia bastante decente de 10,22 kilos por caballo.
La prensa de la época eligió el buen rendimiento de su motor, pero criticó su nefasta posición al volante
Aunque en la memoria de la gente todavía se piensa del Mégane que era el más barato de la categoría, en realidad no era así, su precio oficial estaba en 2.290.000 pesetas, unos 13.764 euros –sin IPC–, mientras que, por ejemplo, un SEAT León 1.6 Stella, el equivalente en la gama SEAT, costaba 2.267.000 pesetas o bien, se podía optar por un Ford Focus 1.6i 16v por 2.090.000 pesetas. No obstante, como ocurría con Citroën, Renault tenía unas campañas comerciales muy agresivas y era sencillo encontrar unidades por menos precio en los concesionarios.
Fuera el más barato o el más caro, no importaba cuando se echaba un vistazo a la ficha de prestaciones. El Mégane 1.6 16v era de lo más rápidos del segmento compacto con motores 1.6, y también de los que menos gastaban. En velocidad máxima superaba a todos la mayoría de los rivales con sus 195 km/h, al igual que hacía con el 0 a 100 km/h, ejercicio que se completaba en 10,2 segundos. En el resto de ejercicios, como los 400 metros con salida parada o los 1.000 metros también con salida parada, las diferencias con los demás no eran tan evidentes y apenas había unas décimas entre unos y otros. Aun así, el Renault Mégane 1.6 16v marcaba en el primer ejercicio 17,1 segundos y en los 1.000 metros necesitaba 31,9 segundos.
Donde no podía ganar era en ergonomía, con un volante que estaba en una inexplicable posición inclinada –como en una furgoneta– y en comportamiento dinámico, terreno vetado donde el Ford Focus campaba a sus anchas.
Javi Martín
Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".Mi padre aún conserva un Megane Classic 1 Phase 2 con el motor del artículo. Suscribo palabra por palabra lo comentado. Un excelente coche en general con un motor brillantísimo y cuyo talón de Aquiles son las bobinas de encendido (fáciles y baratas de sustituir).
Tuve un Megane modelo 2002 bicuerpo , excelente auto .