La puesta en escena del nuevo Audi A5 ha supuesto muchos cambios en el catálogo de la firma alemana, y algunos, han pasado un poco desapercibidos. O mejor dicho, nadie se ha dado cuenta de lo que supuesto la presentación del nuevo Audi A5.
El tema más comentado de todos, es la desaparición del Audi A4 tal y como lo conocemos. La denominación con números pares se reserva para los coches eléctricos y, por tanto, el A4 con motor de combustión dice adiós al mercado. Junto al A5, también dicen adiós los Audi A5 Coupé y Audi A5 Cabrio, dos coches que han acumulado un enorme éxito de ventas y que cuentan con una legión de seguidores igualmente grande.
Y he aquí detalles que debemos añadir, ambos relacionados con el Audi A5 Coupé y el Audi A5 Cabrio: ya no hay coupés ni cabrios en la gama de Audi. Primero fue el Audi TT, luego le llegó el turno al Audi R8, ambos en versiones coupé y descapotable, y ahora, desaparecen las dos únicas opciones lúdicas y pasionales que quedaban en el catálogo. Y no, no quedan más coupés, que la marca nos quiera vender un SUV como coupé, solo porque la caída trasera del techo sea más acusada, no quien decir que sea un verdadero coupé.
Es curioso ver como el apelativo “coupé” se ha pervertido de tal manera, que sirve para denominar un aparato que supera los 1.700 kilos de peso, el metro sesenta de alto y tiene cuatro puertas… Y lo peor de todo es que la gente lo acepta y presume de ello. Mientras tanto, los auténticos coupés se extinguen poco a poco, hasta el punto, de que Audi ya no tiene ninguno.
Lo mismo ocurre con los descapotables. Poco a poco, casi sin darnos cuenta, las opciones con techo retráctil se ha reducido drásticamente. La desaparición del Audi A5 cabrio es un ejemplo más de por donde transcurrirá la próxima generación de automóviles, y supone la extinción de este tipo de carrocerías en Audi.
Audi ha tenido coupés y descapotables casi desde el mismo día de su fundación, son tipos de carrocerías que siempre generan cierto prestigio y cuando quieres ser premium, en ocasiones, hay que tener alguna oferta de este estilo. Si echamos la vista atrás, podemos ver coches, por ejemplo, como el Audi 100 Coupé de los años 70, el Audi quattro, el Audi Coupé, el Audi TT, el Audi A5 Coupé, el Audi R8… Coches, todos ellos, que también han tenido su versión descapotable –a excepción del quattro–. A ellos, debemos sumar el bonito Audi A4 Cabrio que se lanzó allá por inicios del Siglo XXI.
Queda claro que no son tiempos para vehículos pasionales. La transformación eléctrica está matando la pasión por los coches. Esto de Audi es un simple ejemplo que también se puede trasladar, por ejemplo, a Mercedes, cuyo único coupé es el Mercedes CLE –coches que hemos probado y al que le sobran sistemas intrusivos–. BMW tiene un poco más de oferta, pero todos están en duda para un futuro próximo. Y si miramos a los generalistas, aquellos que tenían coupés y descapotables en la gama, veremos que dieron la espalda a estos coches hace mucho tiempo, porque no son rentables económicamente hablando.
Es entendible que las marcas existen para vender coches y ganar dinero con ello, y los coches pasionales no son tan rentables como aquellos destinados a las masas o como los SUV, que dejan buenos beneficios en las cuentas, pero la pasión es lo que mantiene a los aficionados atentos y permite a las revistas vender muchos ejemplares.
Quizá pueda parecer que se nos ocurren ideas locas, pero hay que pensar una cosa. ¿A quién y a qué recurre la gente cuando se quiere comprar un coche?
De todas formas, las marcas seguirán vendiendo coches aunque nosotros –aficionados y revistas– desaparezcamos. Recurrirán al “influencer” de turno, promocionarán sus productos en redes sociales con un bombardeo masivo y apostarán por otro tipo de usuarios, dispuestos a pagar un extra por poder activar la calefacción de los asientos en invierno y la ventilación en verano, a pesar de tenerlo equipado de fábrica.
Javi Martín
Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".COMENTARIOS