El SEAT Córdoba GTi 2.0 es un coche del que pocos se acuerdan, de hecho, ni siquiera hay fotos en la red que mínimamente publicables, y sin embargo, allá en 1994 era un coche de lo más interesante y una de las versiones más equilibradas de la gama. No era un coche espectacularmente rápido, pero tenías las suficientes capacidades ruteras como para convencer a los conductores más dinámicos, combinadas con un maletero de 455 litros, enorme para su tamaño.
La puesta en escena del SEAT Córdoba se hizo en 1993, en el salón de Frankfurt y era, claramente, un derivado del SEAT Ibiza 6K. Ocupaba el mismo lugar en el catálogo que el “viejo” SEAT Málaga, que también tenía mucho que ver con el Ibiza, aunque era algo más corto que el vetusto sedán de la marca. Además, el Córdoba llegó con tres carrocerías: cuatro puertas, coupé y familiar, una oferta que provocó que las ventas fueran un auténtico éxito; eso, su versatilidad y su precio, claro.
El SEAT Córdoba GTi 2.0 era uno de los topes de gama, el penúltimo escalón en el catálogo que tenía por encima al 16 válvulas. Estéticamente, había pocas referencias a su condición de “coche dinámico”, pues no podemos tildarlo de deportivo a pesar de lucir las siglas GTi en su portón. Es más, solo en el portón del maletero encontramos referencias a su versión, pero no hay ninguna alusión a su motor, cuando lo normal era que, cuando se trata de un motor “grande” –para la época–, lo indicara en algún lado. Lo único que indicaba que no era una versión cualquiera del Córdoba, era sus llantas, de diseño peculiar pero no por ello feas –tres gruesos radios, con dos lóbulos cada uno–. De todas formas, podías echar un vistazo al interior y apreciar el bonito volante de cuatro radios con el logo GTi, o los asientos, de corte deportivo y también con el logo GTI bordado en los respaldos.
Sin embargo, lo bueno del Cordoba GTi 2.0 no se veía, se sentía. La revista Auto Vía, en su número 47 publicado en marzo de 1994 –de donde proceden las fotos, por cierto–, decía que “en carretera, sin necesidad de recurrir apenas al cambio, va como un rayo y gastando poco”. Una explicación que resume bastante bien lo que se pensaba en la época del modelo, no en balde, bajo el capó estaba el dos litros del SEAT Ibiza GTi 2.0 –y del Volkswagen Golf GTI III–, un cuatro cilindros de 1.984 centímetros cúbicos, con bloque de fundición y culata de aluminio con ocho válvulas, un solo árbol de levas e inyección multipunto, que rendía 115 CV a 5.400 revoluciones y un par de 16,9 mkg a 3.200 revoluciones –160 Nm aproximadamente–.
Las cifras que se publicaban en la prueba pueden resultar hoy inadmisibles, pero en su momento era más que buenas. Por ejemplo, el consumo medio fue de 7,96 litros cada 100 kilómetros, mientras que en conducción rápida registraron 8,15 litros. El 0 a 100 km/h se completó en 10,85 segundos, los 400 metros con salida parada en 17,43 segundos, el kilómetro, también con salida parada, en 32,32 segundos y la velocidad máxima que se alcanzó fuer de 198 km/h.
El caso es que los fríos datos pueden decir mucho del coche, pero las sensaciones no siempre concuerdan con los datos. Según la revista Auto Vía antes mencionada, el SEAT Córdoba GTi 2.0 logró, en su recorrido de pruebas, el mismo tiempo que coches como el Peugeot 405 Turbo o el Volkswagen Golf GTI 16v, pero con mejores consumos, con un comportamiento muy neutro en curva, mucho aplomo e información clara cuando se flirteaba con los límites del coche.
Javi Martín
Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".Iba a decir que no recordaba version familiar, pero ahora he caido que si la hubo, el “cordoba vario”
No era un dechado de originalidad, pero no me parece feo. Hace años que no veo uno por la calle.