Allá por 1995, el Alfa Romeo 146 1.7 16V se posicionaba como lo más prestacional, con carrocería de cinco puertas y el escudo de la Anonima Lombarda en el frontal. Había sido presentado ese mismo año como añadido a la gama del Alfa Romeo 145, al estilo de los FIAT Bravo y FIAT Brava. De hecho, las dos familias de modelos tenían muchísimas cosas en común y no era de extrañar que, en ambos casos, las similitudes fueran claras.
En aquellos años, Alfa Romeo parecía haber encontrado el camino para crecer nuevamente. Los 155 y 145 habían logrado hacer olvidar, en parte, los errores cometidos con los Alfa Romeo 33 y Alfa Romeo 75. Pero solo en parte, porque el 145 mostró algunos fallos de acabado que no tardaron en ensombrecer el esfuerzo que hacían desde la firma italiana, problemas de acabado que con el lanzamiento del Alfa Romeo 146 se corrigieron y se aplicaron también al tres puertas.
Curiosamente, aunque el motor 1.7 con culatas de cuatro válvulas por cilindro fue elogiado en otros modelos de la marca, allá por 1995, no ocurrió lo mismo. La revista Auto Vía, en su número 66, publicó una prueba del modelo que titularon como “razón sobre corazón”. Según aquella prueba, el Alfa Romeo 146 1.7 16V era un coche de carácter más razonable que deportivo, a pesar del buen hacer del propulsor. Motor, por cierto, auténticamente Alfa de los años 90: cuatro cilindros boxer con 1.712 centímetros cúbicos, inyección multipunto, doble árbol de levas, taqués hidráulicos y una compresión de 10:1. Rendía 129 CV a 6.500 revoluciones y 15,1 mkg a 4.300 revoluciones, unos 150 Nm de par.
El motor tenía unas raíces con más de 20 años y no tenía el carácter que se esperaba de un motor Alfa Romeo
Por configuración, era un motor con una clara personalidad y un tacto especial comparado con los numerosos cuatro cilindros. Sin embargo, no era un motor especialmente moderno, su concepción se retrotraía hasta el bloque boxer de 1,2 litros desarrollado un cuarto de siglo antes de que apareciera el Alfa 146, y que había evolucionado con el tiempo con cilindradas de 1,3; 1,5 y finalmente, el 1,7 litros que montaba el Alfa Romeo 146 1.7 16V.
Ese cubicaje se consideró extraño, y lo era, pues pocos motores de 1.700 centímetros cúbicos se veían, siendo más habitual que tuvieran 1,8 litros. También se criticó que tenía mucha parsimonia al acelerar en marchas cortas algo que achacaron al volante motor –muy pesado– y la posición de la línea de escape, el cual tenía poco espacio para colocar el catalizador y penalizaba la respiración del motor. Sin embargo, también lo consideraron elástico y rápido cuando tenía sitio para estirar, pudiendo llegar a los 200 km/h.
Por lo demás, en cuanto a comportamiento dinámico, al compartir plataforma con los FIAT Brava, se contaba con un buen esquema de suspensiones –McPherson delante y ruedas tiradas con brazos longitudinales detrás–, pero su personalidad no diferencia del mencionado modelo de FIAT ni por tarado, ni por tacto. Y para colmo, los frenos se quedaban algo justos en cuanto se aumentaba el ritmo en carretera de curvas.
Todo esto no quiere decir que fuera un mal coche, simplemente, no ofrecía ese “Cuore Sportivo” que se esperaba de un Alfa Romeo, aunque al menos tenía un habitáculo muy aprovechable y con mucho sitio para los ocupantes y estéticamente, era bastante bonito –esto último, siempre según gustos, claro–.
Javi Martín
Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".COMENTARIOS