El Lotus Esprit, posiblemente, es uno de los coches más especiales pues resultó ser un capricho, un deseo del señor Colin Chapman que se fabricó desde 1976 hasta el año 2004. Pero además de ser uno de los Lotus más especiales, también es uno de los más olvidados.
Ciertamente, olvidar un coche como el Lotus Esprit parece un misterio, ya que, aunque no sea el deportivo más veloz del mundo, no le podemos tildar precisamente de feo. No en balde, su diseño original, la primera generación del modelo, la dibujó Giugiario, para luego ser revisada por Peter Stevens en los 80 –quien algo después diseñó McLaren F1– y por Julian Thompson en la década de los 90 –quien diseñó el Elise S1, los Jaguar XK, XFR,XJR, XE y colaboró en el diseño del Honda Civic Type R de 2001–.
El Lotus Esprit, cuando llegó por primera vez al mercado, era un auténtico Lotus, un coche diseñado pensando en el pero y en la máxima dinámica de conducción, pero equipado con un “pequeño” dos litros que rendía 160 CV. Sin embargo, aquel Lotus, aunque bueno en cuanto a deportividad, tenía algunas pegas que se mantuvieron hasta la década de los 90, cuando se lanzó el Lotus Esprit S4.
Con este coche, la firma británica tiraba a la basura muchos elementos que fueron fuertemente criticados por la prensa, o eso al menos se puede extraer de, por ejemplo, un reportaje de la época publicado en la revista inglesa Autocar, quienes celebran la llegada del Esprit S4 como si fuera un triunfo propio. Así, los redactores británicos celebraron que, por fin, una llave servía para abrir todo el coche –antes, como se hacía antiguamente, eran necesarias varias llaves–, también celebraron que desaparecían los fatos tomados del banco de órganos de British Leylan, así como los desagradables interruptores de las ventanillas…
El Lotus Esprit S4 apareció en 1993, tiempo después de que General Motos se hiciera con el control de la marca inglesa –aquello ocurrió en 1986– y llegó después de una vida comercial de nada menos que 18 años. Este hecho, como destacaba la revista Motor16 en su momento, era un claro síntoma de que Lotus estaba al borde del abismo, el cual, esquivó gracias a General Motors.
A simple vista se podían apreciar los cambios que sufría el modelo, como el alerón trasero, que era totalmente nuevo –y más pequeño–, además de estar colocado a media altura en lugar de al final de la trasera. El paragolpes frontal o los bajos laterales también eran nuevos, como los paneles de las puertas o el techo. No se veía, pero se notaba, la presencia de una dirección asistida, la primera dirección asistida en la vida comercial del Esprit. Además, se hizo ligeramente más grande, facilitando que una mayor cantidad de conductores pudiera optar a ponerse a los mandos del modelo británico –antes, si medías más de 1,70, tenías problemas–.
Llamativo, o quizás no, es que se mantuvo el motor de cuatro cilindros transversal, colocado en posición trasera central. Un propulsor con 2.174 centímetros cúbicos, inyección electrónica y turbo, que rendía 268 CV a 6.500 revoluciones y 354 Nm de par a 3.900 revoluciones. Con un peso de 1.339 kilos en orden de marcha, es evidente que no era el Lotus más ligero, pero sí era el más ligero de su clase y por eso, podía presumir de cosas como un 0 a 100 km/h en cinco segundos o una velocidad máxima de 265 km/h.
La producción se mantuvo hasta 1996 y salieron de la fábrica un total de 625 unidades.
Javi Martín
Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".COMENTARIOS