Allá por la España de los 60, con sus calles dominadas por el SEAT 600, la industria del automóvil empezaba a tener más opciones de las que un conductor español podía esperar. Las fronteras, en aquel momento, seguían poniendo trabas a todo lo que se quería introducir en España y la mejor solución era la producción interna. Eso lo captaron rápidamente en Francia, tanto Citroën como Renault, que pronto montaron en España sus propios centros de producción.

Renault se ganó el favor de mucha gente, pues ofreció modelos que la gente se podía permitir, incluso ofreció versiones deportivas con las que se llegó a crear una copa monomarca. Ese fue, precisamente, el caso del Renault 8 TS, aparecido en 1968 y situado como la cumbre de la gama del R8 y como una alternativa a otros modelos de talante deportivo como el SEAT 850 Coupé, pues en realidad, no había sedanes con esas aspiraciones en la España de aquellos años.

La idea de crear el Renault 8 TS nació el día que se dio a conocer el deseado Renault 8 Gordini 1300. En España no había lugar para comercializar dicha versión, era demasiado cara y las compras serían mínimas, pero eso no quería decir que no se pudiera desarrollar una versión deportiva más lógica para el mercado local, que es lo que terminó por hacer Renault en aquellos años. Aunque no partió de cero, sino que tomó el Renault 8 S, presentado igualmente a finales de 1968 y lo comenzaron a fabricar en Valladolid, aunque antes de ponerlo en las calles se cambiaron la denominación.

Un coche deportivo a finales de 60, en España, era muy distinto a lo que hoy tenemos en mente. Estéticamente apenas había diferencias. Se montaron unas llantas con más garganta y se optó por el frontal de cuatro faros circulares, mientras que en su habitáculo se añadía una tapicería específica y una instrumentación con más información.

Colgado tras el eje trasero, había un cuatro cilindros de 1.108 centímetros cúbicos, alimentado por nu carburador Weber 32 DRC, capaz de rendir 56 CV, que le permitían anunciar 147 km/h de velocidad máxima. En la publicidad de la época se jugaba un poco al engaño, pues se prometían 60 CV SAE, que era la normativa que se usaba en Estados Unidos y consistía en medir la potencia sin accesorios, lo que permitía anunciar cifras más alto que luego no se correspondían con lo que le llegaba al usuario –no correspondía, pero como reclamo publicitario era genial–.

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La aparición del R8 TS también supuso la creación de una copa monomarca: la Copa Renault, que fue la cuna para infinidad de pilotos nacionales.

El Renault 8 TS estuvo en producción entre 1968 y 1976 y contaba con mínimas diferencias con respecto al Renault 8 S francés. Por ejemplo, no se montaban frenos de disco en las ruedas traseras –se conformaron con tambores–. Por supuesto, no faltaban los logotipos en la carrocería.

Para 1976 se había fabricado poco más de 16.000 unidades del Renault 8 TS.