La competitividad en la industria del automóvil es absoluta. Es un todos contra todos. Sin embargo, hay marcas donde esa lucha se ha llevado hasta niveles insospechados para suerte de los que somos aficionados al motor. Este es el caso que hoy nos ocupa. Desde que Enzo echó de su despacho a Ferrucio se estableció una de las más irreconciliables enemistades que se recuerdan en el sector. Gracias a este desencuentro, en 1963 se fundaba en Sant´Agata Bolognese, Automobili Lamborghini (por cierto, felicidades a Lamborghini por su sesenta cumpleaños). Por aquel entonces, Ferrari, que inició sus actividades en 1947, ya contaba con el prestigio que le acompaña a día de hoy, aunque la fiabilidad de sus vehículos debía todavía mejorar sustancialmente. Con el objetivo de superar a su máximo rival, Lamborghini empezó a construir automóviles con el punto de mira en los productos y clientes de Ferrari.
Abundan las historias que nunca sabremos si han sido realmente ciertas, de duelos improvisados a primera hora de la mañana entre pilotos de pruebas de ambas fábricas en las carreteras que rodean Módena. Para llegar a la perfección nos imaginamos a Dario Beluzzi llevando el Ferrari y a Valentino Balboni a los mandos del Lambo.
Esa rivalidad fue “in crescendo” hasta llegar a las unidades que hoy os traemos. Una breve descripción de los contendientes:
El Countach se produjo entre 1974 y 1990. Saliendo de Sant´Agata 1975 unidades. Diseñado por Marcelo Gandini y presentado en el salón de Ginebra de 1971 con el nombre de “LP500”, que hacía referencia a su motorización y posición del motor Bizzarrini V12 (Longitudinale Posteriore de 5000 cc) causó sensación en el mundo del automóvil por aquel entonces. Al inicio de su producción se redujo la cilindrada del motor a 4000 cc debido a problemas de fiabilidad, pasando a llamarse LP400. Posteriormente, en los años de producción, se solventaron todos esos inconvenientes, alcanzando de nuevo los 5000 cc. Aún a día de hoy sigue llevándose todas las miradas allá por donde pasa.
Su rival en esta contienda no está ni mucho menos por debajo en espectacularidad. El Ferrari 288 GTO (2800 cc y Gran Turismo Omologato, aunque su nombre auténtico y oficial es Ferrari GTO) también se presentó en el salón de Ginebra de 1984. Diseñado por Leonardo Fioravanti, que por aquel entonces trabajaba en Pininfarina, este automóvil supuso el inicio de una nueva saga de vehículos para Ferrari continuada por el F40, F50, Enzo y LaFerrari. Su motor V8 biturbo también supuso una revolución dentro de la marca. Este vehículo fue creado para competir en la nueva serie del Grupo B, para el cual se exigían al menos 200 unidades para su homologación. De la factoría de Módena salieron 272 ejemplares (todos originalmente pintados en rojo) que realmente nunca llegaron a competir en circuito y siguen siendo, a día de hoy, coches de carretera.
No os vamos a abrumar con cifras sobre estas máquinas, las conocéis de sobra. Digamos que son cifras capaces quitar la respiración a cualquiera que se suba en uno de ellos. La experiencia de conducción y las sensaciones que ofrecen son lo realmente importante. Estamos, a mi forma de entender, ante los dos automóviles más emblemáticos de ambas marcas.
El GTO se siente más civilizado de lo que cabría esperar cuando entras en su pequeño habitáculo. Los asientos son cómodos y la posición del volante y palanca de cambios es casi perfecta. La visibilidad es buena en todas las direcciones. Por el contrario, el Countach se ve más vanguardista cuando abres su característica puerta y te metes en su amplia cabina. El interior es lateralmente espacioso, pero obliga a adoptar una posición de conducción más propia de un automóvil de carreras, bastante tumbado y con los brazos muy extendidos. La visibilidad, sobre todo hacia atrás, no es todo lo bueno que cabría esperar.
Lo bueno viene cuando se arrancan los motores. El V8 turbo del Ferrari suena ronco y mecánico con el silbido del turbo en aumento cuando subes de revoluciones. Reducir una marcha y escuchar el ruido que emana detrás de ti es simplemente adictivo. Cuando el V12 del Countach cobra vida, la música celestial llega a tus oídos. No existe otro motor igual. El ruido que hace al acelerar te pone los pelos de punta.
La conducción de ambos modelos es cuando menos delicada. El Ferrari con motor biturbo y una distancia entre ejes relativamente corta hace que haya que tenerle respeto. Por su parte, el Countach es algo más fácil de llevar por la falta de turbo y reacciones algo más predecibles, aun así, no puedes despistarte ni un segundo si vas rápido.
Direcciones muy directas en ambos modelos y suspensiones calibradas para circuito en el GTO. Las del Countach son firmes, como corresponde a un vehículo de altas prestaciones, pero nunca resultan incómodas. Todo en estos competidores está a la altura técnica de lo que cabría esperar en el momento de su producción.
Para cualquier aficionado al motor, ambos modelos son un sueño hecho realidad. Las dosis de adrenalina que ambas máquinas pueden ofrecer es incomparable. Vamos, que aquí te podría decir que el que no quieras tú me lo quedo yo. No es fácil encontrar una unidad de alguno de estos modelos. El GTO es escaso y si tienes la suerte de encontrar uno prepara entre tres y cuatro millones de euros. Por su parte, el Countach rondará entre el medio millón y el millón de euros. Si tienes la suerte de poder hacerte con uno de ellos, no lo dudes ni por un momento. La felicidad está a la vuelta de la esquina.
En definitiva, ambos modelos son dignos contendientes e irreconciliables rivales, como dictan sus respectivas marcas. La discreción no va unida a ninguno de ellos, desde luego no vas a pasar desapercibido por donde cruces. Son productos exigentes hechos para disfrutar de un volante entre las manos, la carretera y tú frente a frente.
Y vosotros, ¿qué modelo escogeríais? ¿Creéis que la rivalidad entre Ferrari y Lamborghini continuará para siempre?
Ángel Arias
La historia del automóvil está llena de grandes emprendedores, de ideas arriesgadas, curiosas casualidades, irreconciliables enemistades y muchos fracasos. Es un mundo intenso y fascinante del que muchos hemos quedado cautivados. Cualquier vehículo con un motor me parece interesante, ya sean motocicletas, automóviles, camiones, aviones o barcos; es estupendo sentir la brisa del viento en la cara sobre uno de ellos. Si estáis aquí es porque compartimos afición.COMENTARIOS