El Citroën C2 llegó al mercado para reemplazo al Citroën Saxo y lo hizo rompiendo moldes, con un diseño super llamativo y muy lejos del modelo al que sustituía. Los objetivos del aquel Citroën C2 no eran fácil, pues el Saxo había sido un éxito enorme en cuanto a ventas, pero también un éxito en competición y famoso por una versión deportiva que logró una legión de seguidores entre los aficionados.
Los utilitarios, por lo general, siempre han sido coches diseñados para cubrir las necesidades de las masas, coches “de batalla”, que en muchos casos se convierten en iconos en el sector por sus elevadas ventas, por sus prestaciones o por sus éxitos en competición. ¿Cuántos utilitarios recordamos como iconos? El Peugeot 205, el Ford Fiesta, el SEAT Ibiza, el Renault Clio… todos ellos han destacado en algo, ya sea en competición, por sus versiones deportivas, por sus ventas… el Citroën Saxo, aunque sencillo y económico, era un coche de rallyes, o en eso lo convirtieron muchos fanáticos de los tramos y el Citroën C2 tendría que lidiar con ello.
No obstante, no hubo mucho problema, pues el objetivo de aquel utilitario tan peculiar era el público joven y desde el primer momento así lo demostró con una gama de colores muy llamativa, tapicerías de diferentes tonos y por supuesto, una versión deportiva que sorprendía por ofrecerse únicamente con cambio automático con levas en el volante: el Citroën C2 VTR 1.6 16v. Aquella versión, vestida con llantas de 16 pulgadas, paragolpes específicos, un pequeño spoiler en la tapa del maletero y los logos VTR en ambos lados de la carrocería, sorprendió a muchos por su pronta aparición y por algunos detalles.
La relación peso-potencia no era espectacular –9,59 kg/CV–, pero tenía un comportamiento muy ágil y cuanto más ratonera fuera la carretera, más hacía valer su corta batalla
Bajo el capó delantero las cosas se quedaban ligeramente por debajo del Citroën Saxo VTS, aunque tampoco eran malas cifras para el tipo de coche que era. En Citroën decidieron usar el bloque 1.6 16 válvulas ya conocido del Grupo PSA, que se conformaba con 110 CV a 5.750 revoluciones y 147 Nm de par a 4.000 revoluciones. Era 10 CV menos que el Saxo VTS, aunque por suerte, el peso se mantenía en una buena cifra: solo 1.055 kilos, así que la pérdida de 10 CV no era tan malo. Lo que no sabía nadie es que luego llegaría el Citroën C2 VTS con 125 CV y unas prestaciones muy buenas, lo que hizo desaparecer esta versión VTR.
La caja de cambios fue un elemento que llamó mucho la atención de los usuarios. Era una caja robotizada de cinco relaciones llamada SensoDrive, que, simplemente, estaba ahí para seguir con las tendencias de aquellos años. Se podía optar por un funcionamiento automático, o bien, manejarlo desde las levas tras el volante o a través del selector del cambio.
No era un coche lento, aunque tampoco ofrecía unas prestaciones estratosféricas. El 0 a 100 km/h lo hacía en 10,9 segundos, mientras que los mil metros con salida parada se completaban en 32,5 segundos y encontraba su tope en los 190 km/h.
Javi Martín
Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".COMENTARIOS