A comienzos del Siglo XXI, Alfa Romeo estaba en una situación peculiar. Venía de hacer tenido unos buenos resultados con coches como el Alfa 156 o el Alfa 147, reinaba un buen ambiente en la marca y se tenían planes importantes que servirían para hacer crear la marca como se merecía. Sin embargo, había firmado un acuerdo de colaboración con General Motors que se fue al carajo y les dejó con una serie de cosas que no supieron muy bien como aprovechar.
Una de esas cosas fue la plataforma del Alfa Romeo 159, una base que, finalmente, no solo dio soporte al mencionado 159 –tanto sedán como familiar–, también sirvió para crear otros dos coches más: el Alfa Romeo Brera y el Alfa Romeo Spider. Dos coches que, como cabe esperar, sustituían a los Alfa Romeo GTV y Alfa Romeo Spider “916”, los cuales se basaban en una plataforma que tenía unos años a sus espaldas –se estrenó con el FIAT Tipo de primera generación–. Cuatro modelos, todos ellos auténticamente Alfa por diseño, pero que no lograron convencer al público y finalmente, la firma volvió a sumirse en una crisis de identidad y ventas de la que estaba a punto de salir.
Diseñado por Giugiaro, el Brera fue uno de esos proyectos que empiezan como coche de salón y acaban en producción casi sin cambios
Para intentar recuperar un poco de apoyo por parte de los fanáticos de la marca, se lanzó el Alfa Romeo Brera 1750 Tbi, un modelo que recuperaba una denominación mítica en Alfa Romeo y además, hacía uso de un motor que no provenía de General Motors, una pega que todos los Alfisti habían hecho destacar muchas veces. Era un motor de desarrollo interno, que buscaba ese toque Alfa que parecía faltar en los nuevos modelos.
Así, el coche más bonito de 2006 –fue premiado con ese galardón– se puso en circulación sin muchos cambios estéticos. Las llantas podían ser de hasta 19 pulgadas en opción, con un diseño que reinterpretaba las míticas llantas “disco de teléfono” de la marca, tenía cuatro salidas de escape, dos a cada lado y para de contar. En el habitáculo había algún detalle más, pero nada que fuera realmente llamativo. Había detalles interesantes, como la posibilidad de forrar todo el habitáculo de piel Frau y añadir algunos elementos fabricados con fibra de carbono, como los radios del volante.
Lo que diferenciaba realmente al Brera 1750 Tbi del resto, está el motor, un cuatro cilindros de 1.742 centímetros cúbicos, diseñado completamente por FIAT Powertrain Technologies. Las siglas “Tbí” hacían referencia a “Turbo Benzina Iniezione” y adelantaba algunas de las características del motor. Es decir, era un motor “de gasolina”; con turbo y con inyección, en este caso un sistema de inyección directa de segunda generación, gestión continua de las válvulas de escape, compresión 9,5 a 1 y una potencia de 200 CV entre 4.750 y 5.000 revoluciones, con 320 Nm a 1.400 revoluciones. Son cifras buenas, pero aparecen demasiado pronto para un motor deportivo de gasolina, parece que es habla de un propulsor diésel. Algo que, como cabría esperar, supuso que los Alfisti, quienes esperaban un motor de altas revoluciones, no estuvieran nada contentos con el resultado.
El Alfa Romeo Brera 1750 Tbi también era un coche pesado, con 1.430 kilos en total, lo que lastraba un poco las prestaciones y las sensaciones al conducir. Alfa anunciaba una velocidad máxima de 230 km/h, un 0 a 100 km/h en 7,7 segundos y una aceleración desde parado hasta los 1.000 metros de 28,9 segundos.
Javi Martín
Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".COMENTARIOS