Todos, en alguna ocasión, hemos soñado con poseer un supercoche, un deportivo de altos vuelos y diseño arrollador, con el que disfrutar siempre que se pueda y, ¿por qué no?, también presumir. Pero un superdeportivo, o mejor aún, un hiperdeportivo, no es precisamente barato y no solo por el precio que tiene, sino porque los costes de mantenimiento que conllevan. Solo llenar el depósito se lleva una gran cantidad de dinero, pero el seguro es otro gasto desmesurado y no digamos ya cambiar los neumáticos o hacer las revisiones, que suelen requerir de un equipo altamente especializado.
No obstante, algunos modelos, por sus características y prestaciones, tiene un mantenimiento específico que los hace todavía más caros de mantener y por ello, más prohibitivos para el común de los usuarios. Son máquinas cuya posesión está destinada a personas muy concretas, con unas cuentas bancarias que podrían cortar la respiración. Coches como el Aston Martin Valkyrie, uno de los vehículos más radicales que se han fabricado hasta la fecha y uno de los más especiales que se pueden comprar. Y sí, también es lo más especial y radical que ha fabricado jamás la firma británica.
El Aston Martin Valkyrie es un coche que ha estado en desarrollo mucho tiempo, que ha contado con varios retrasos por diferentes problemas con las soluciones empleadas y además, es tremendamente caro: 3,2 millones dólares, poco menos de tres millones de euros. Nada nuevo, pues se trata de un objeto que se sale de lo normal, pero según Supercar Blog, que ha tenido acceso a uno de los manuales de mantenimiento, el mantenimiento es realmente fuera de lo común. Por ejemplo, la marca recomienda una revisión periódica cada 5.000 kilómetros o 12 meses –lo que antes suceda–, pero al llegar a los 50.000 kilómetros, las cosas se ponen feas.
Según el documento, la transmisión que equipa el Aston Martin Valkyrie debe ser reconstruida llegado a ese kilometraje. Lo pone claramente en una imagen que han publicado con las operaciones que se llevan a cabo: rebuild the transmision. Luego está el reemplazo de cosas como los arneses pasados cinco años –los asientos de competición y los arneses tienen fecha de caducidad–, aunque tampoco es algo que resulte extraño.
Es evidente que la transmisión, un cambio automático de doble embrague y siete relaciones suministrado por Ricardo, tiene que sufrir de lo lindo cuando se exprimen los más de 1.000 CV que rinde el V12 Cosworth que da vida al hiperdeportivo británico. Y por supuesto, tampoco será una operación barata.
Conociendo cosas como esta, a veces se puede llegar a entender que los propietarios apenas usen sus hipercoches, aunque comprarse un coche así para tenerlo guardado carece de sentido para nosotros.
Javi Martín
Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".COMENTARIOS