Al examinar la historia del automovilismo resulta muy aleccionador indagar en cómo ha ido evolucionando el uso de materiales de construcción. Un apartado sin duda extremadamente sensible, ya que condiciona de pleno cuestiones tan vitales como el peso, la rigidez o la corrosión. En este sentido, desde la técnica Superleggera de Touring con sus paneles de aluminio hasta el uso del magnesio en el chasis del Porsche 917, la ingeniería siempre ha experimentado con nuevas opciones. Un camino repleto de ensayos y errores, pudiéndose seguir incluso la huella del cáñamo en ciertos prototipos de Ford durante los años cuarenta. No obstante, en lo que se refiere a aquella década sin duda hay un pionero totalmente destacable: el Glasspar G2.
Presentado por primera vez en 1949, éste cuenta con el honor de ser el primer automóvil en montar carrocería de fibra de vidrio. Dicho esto, por si algún amante de los Chevrolet Corvette ya está afilando los dientes indicaremos que todo tiene un contexto. Contexto que iremos explicando paso a paso en el devenir de este artículo. Así las cosas, lo mejor será remontarnos al comienzo de esta historia situándonos en la soleada California posterior a la Segunda Guerra Mundial. Un lugar donde transporte y ocio adquieren completo sentido, invitando al disfrute por tierra, mar y aire. De esta manera, hacia 1947 el diseñador Bill Tritt estaba aplicando de forma exitosa el uso de la fibra de vidrio a los pequeños barcos de recreo tan comunes en la zona.
Ligero, relativamente fácil de trabajar y resistente ante la corrosión este novedoso material fue todo un éxito para Tritt. No en vano, a mediados de la década siguiente éste copaba casi la mitad del mercado estadounidense de los barcos realizados en fibra de vidrio. Sin embargo, el ingenio de aquel diseñador no se limitó a lo acuático. Consciente del potencial representado por este compuesto, en 1949 se lanzó a su aplicación al mundo del automovilismo con la producción del Glasspar G2. Todo un hito para la evolución de las carrocerías, ya que con ello se escribía el prólogo de una larga historia con ecos sonoros durante los años cincuenta, sesenta y setenta.
El impacto de la fibra de vidrio en la industria automovilística fue realmente importante sobretodo en todo lo referido a los deportivos, siendo éste el prólogo necesario para el Corvette C1 fabricado en gran serie
Glasspar G2, antes del primero
Al acabar el apartado anterior, utilizábamos el término “ prólogo “ para referirnos al Gasspar G2 en vez de el de “ primer capítulo “. Una precisión introducida para sobrevolar las dudas existentes respecto a que éste fuera un verdadero coche de producción en serie. De esta manera, aunque fue el primero en usar la fibra de vidrio para su carrocería, hubo que esperar hasta el Chevrolet Corvette C1 de 1953 para que ésta fuera usada en un automóvil de gran serie.
Hecho que produjo un impacto determinante especialmente en el Reino Unido, donde multitud de pequeños fabricantes deportivos aprovecharon las facilidades dadas por la fibra de vidrio de cara a reducir peso y abaratar costes de producción. Una vía de trabajo en la que fue sobresaliente Lotus, con su Elite Type 14 de 1957 y su chasis monocasco en fibra de vidrio. No obstante, volviendo al Glasspar G2 destaca su diseño abierto. Perfecto para disfrutar de una sosegada conducción a cielo abierto por las costas californianas.
Precisamente el principal mercado al cual se orientaba, guardando bajo su apariencia amable un sólido chasis extraído del todoterreno Jeep Willys al que se incorporaba un sempiterno V8 norteamericano. Con todo ello, aunque la primera unidad se ensambló de forma artesanal en 1949, el Glasspar G2 no empezó a ser conocido por el mercado hasta su presentación en el Motorama de los Ángeles celebrado en 1951. Año en el que empezaron a registrarse más y más pedidos, haciéndose imposible atender a un ritmo de producción industrial en los pequeños talleres marítimos regentados por Tritt.
Aunque de primeras se montaba íntegramente en la fábrica a partir del chasis de un Jeep Willys, finalmente se ofreció como un kit que cada comprador podía montar sobre el bastidor que deseara
Por ello, se llegó a la idea de ofrecer el Glasspar G2 como un simple kit de carrocería. De esta forma, el comprador ya se las arreglaba por su cuenta de cara a ponerlo sobre el chasis que deseara. Así las cosas, obviamente resulta complicado hablar del Glasspar G2 como un automóvil de producción en serie, aunque sin duda se trata del primero con carrocería en fibra de vidrio ensamblado en un cierto número de unidades. Más que suficiente para colocar a este pequeño roadster norteamericano dentro del panteón de pioneros automovilísticos.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.COMENTARIOS