En el automovilismo hay una gran cantidad de modelos nacidos con la pretensión de ser globales, de poder venderse en todo tipo de mercados a clientes contados por millones. De esta manera, en los segmentos B y C suelen agolparse multitud de utilitarios y compactos aptos para ciudades y carreteras a lo largo y ancho de medio mundo. Sin embargo, en contraste a esto también existen diseños enfocados a las necesidades de comunidades muy concretas. Regidos por los usos sociales y productivos propios de un territorio fácilmente delimitable. Así las cosas, posiblemente el Chevrolet El Camino sea una de los mejores ejemplos al respecto.
Y es que, pensemos. Obviamente las necesidades de movilidad en el campo no son las mismas que en la ciudad. Pero vayamos un paso más allá, ya que no todas las zonas agrícolas del mundo son iguales. En este sentido, cualquier diseñador automovilístico ha de tener en cuenta cuestiones como la frecuencia de uso, el tipo de trayecto a realizar, las necesidades de espacio de carga y, claro está, las posibilidades económicas de los potenciales compradores. Llegados a este punto, tanto en los Estados Unidos como en Australia el tipo de propiedad sobre la tierra ha condicionado la aparición de modelos como el Chevrolet El Camino.
No en vano, en gran parte de estos dos extensos países surgidos de la colonización tardía ha imperado – e impera – la pequeña y mediana propiedad agrícola. Es decir, familias organizadas en torno a ranchos donde se explotan los recursos agrarios y ganaderos de las tierras que mantienen en propiedad. Es decir, necesitan vehículos con capacidad de carga para el día a día en su trabajo, pero también cuentan con la suficiente autonomía financiera como para poder permitirse un automóvil que no sea simplemente espartano y rudo. Con todo esto, ya a principios de los años veinte se empezaron a producir modelos donde las carrocerías coupé se hibridaban con las Pick-Up. Algo que en Europa nos suena extraño, pero que en el Medio Oeste es algo tan común como los Coupé-Utility.
Aquella carta enviada a Ford Australia en los años treinta fue el inicio – al menos simbólico – para este tipo de vehículos donde se hibridan conceptos muy distanciados entre sí
Chevrolet El Camino, un ejemplo de Coupé Utility
Es cierto. A priori puede sonar realmente extraño generar un automóvil creado sobre la base de un coupé prestacional para luego rematarlo con una amplia zona de carga descubierta en la trasera. Sin embargo, la industrial norteamericana ha sido tan prolífica que, adentrarse en su historia, supone el tener que hacerlo dejando los prejuicios en la puerta. Sin embargo, es de justicia reconocer cómo los Coupe-Utility no surgieron ni en los Estados Unidos ni en el seno de la industria.
Lejos de ello lo hicieron en Australia por la petición de una clienta que escribió a la filial de Ford en aquel país demandando “ un vehículo con el cual poder ir a misa los domingos y llevar el lunes los cerdos al mercado “. Es decir, un modelo práctico pero al tiempo dotado de una apariencia digna e, incluso, llamativa. De esta manera, la propia Ford lanzó durante los años treinta modelos basados en sus utlitarios de gama media a los que se aplicaba una trasera de carga a la forma y manera de un furgón ligero descubierto.
No obstante, la verdadera definición de los Coupé-Utility llegó en 1957 con la puesta en el mercado del Ford Ranchero. Un híbrido entre ranchera y modelo dominado por la estética dictada por las aletas y los tonos pastel de Virgil Exner, donde lo mejor de los desenfadados modelos familiares del momento se mezclaba con lo campero dejando en el habitáculo una única bancada corrida donde poder acomodar hasta tres personas.
Aunque la primera generación no fue exitosa, cuando regresó al mercado unos años más tarde con unas motorizaciones más asequibles cosechó un gran éxito que mantuvo al modelo en los concesionarios hasta los años finales de la década de los ochenta
En respuesta a este modelo, General Motors lanzó dos años más tarde la primera generación del Chevrolet El Camino. Con una gama base caracterizada por motores de seis cilindros, el Chevrolet El Camino también se ofertó desde su estreno con bloques V8 que llegaban a entregar hasta 320 CV con una máxima de 210 kilómetros por hora. Algo realmente llamativo, más aún cuando este modelo no esperaba ser una opción extravagante para coleccionistas, sino un vehículo útil para el día a día vendido en masa. Obviamente, incluso en los muy acostumbrados a la potencia Estados Unidos del momento, todo esto no fue bien absorbido por el mercado agrícola del Medio Oeste. Sin embargo, el Chevrolet El Ranchero no cayó en desgracia, sino que salió temporalmente de los concesionarios para relanzarse en 1964 hasta 1987. Una segunda vida de la cual ya os hablaremos otro día.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.COMENTARIOS