Cualquier persona mínimamente aficionada al automovilismo deportivo conoce el nombre de Stirling Moss. Sin duda uno de los mejores pilotos de todos los tiempos, protagonista de no pocas páginas doradas del deporte a motor pilotando vehículos tan significativos como el Maserati 250F o el Mercedes W196. Sin embargo, en una entrevista concedida a finales de los noventa provocó que más de uno torciera la ceja al leer la respuesta a cuál era su monoplaza de F1 favorito. Ni más ni menos que el relativamente desconocido Ferguson P99. Un modelo que condujo únicamente de forma breve y accidental durante la temporada de 1961.
Así las cosas, la pregunta resulta del todo oportuna. ¿Qué tenía aquel Ferguson P99 para seducir hasta tal punto al que, junto a Fangio, fue el piloto más significativo de su época? Pues bien, si además de interesarte por la F1 lo haces por los vehículos industriales seguramente ya estés atando cabos pues, al fin y al cabo, el nombre de Ferguson no figura aquí por mera casualidad. Pero vayamos paso a paso. Así las cosas nos vamos a trasladar a la Irlanda de finales del siglo XIX. Lugar y momento en el que nace Harry Ferguson. Uno de los espíritus inquietos que en la edad seminal del transporte de masas agitó con su creatividad al mundo de la ingeniería.
De esta manera, Ferguson tuvo una más que interesante historia en la aeronáutica, siendo el primer irlandés en construir y pilotar su propio avión. Además, resultó ser un nombre clave para el nacimiento del tractor agrícola tal y como hoy lo entendemos. Un ideal práctico que, sin embargo, no lo privó de querer – y conseguir – construir un monoplaza de F1 muy particular. Además, bastante unido a sus tractores, ya que al fin y al cabo el Ferguson P99 nacía para demostrar sobre las pistas las bondades del sistema de tracción total que Ferguson había desarrollado para el ámbito de los vehículos industriales.
A comienzos de los sesenta toda la parrilla de F1 estaba transitando rápidamente hacia el paradigma de motor central inaugurado por el éxito de los Cooper. Un contexto cambiante donde, de repente, apareció este monoplaza con tracción total
Ferguson P99, un monoplaza con tracción total
Cuestiones como el paso por curva o el agarre son vitales para el desempeño de cualquier automóvil deportivo, ya sea sobre tierra o sobre asfalto. De esta manera, mientras a finales de los sesenta el dominio de las inercias en la F1 fue trabajado de forma exitosa por Cooper lanzando sus monoplazas con motor central, otros equipos decidieron ensayar con fórmulas aún más alternativas al tradicional esquema de motor delantero y propulsión trasera. En este sentido, el más destacado fue Rob Walker Racing Team. La escudería que encargó el diseño del Ferguson P99 con tracción total.
Llegados a este punto, lo cierto es que no puede sorprendernos demasiado el poner la tracción total al servicio de un F1. Al fin y al cabo, ésta mejora claramente el agarre y, por tanto, el paso por curva. Sin embargo, el incremento de peso representado por la compleja transmisión a ambos ejes no beneficia en absoluto a las prestaciones. Algo que no era excesivamente importante hasta la temporada de 1961, caracterizada por unas nuevas normativas destinadas a reducir considerablemente la cilindrada de los motores.
Así las cosas, cuando se lanzó el Ferguson P99 éste se las tuvo que ver con la compleja relación entre un peso considerablemente más problemático que el de sus competidores y su motor Coventry Climax de cuatro cilindros y 1.496 centímetros cúbicos. No obstante, como gran baza contó con las bondades de la tracción total. Algo a tener en cuenta, pero al mismo tiempo insuficiente ante el embate de los Cooper y Lotus. Dotados de motor central contra lo que había sido el criterio imperante entre los grandes fabricantes, siendo tan influyentes que para 1963 ya no había ni un solo monoplaza con motor delantero en la parrilla de salida de la F1.
Stirling Moss lo pilotó contadas veces y, décadas después, sorprendió cuando lo calificó como su modelo de F1 favorito. De hecho, muchos ya ni se acordaban de la existencia del atrevido e imaginativo Ferguson
Eso sí, mientras la tracción total del Ferguson P99 no tuvo el efecto esperado en la categoría reina, sí lo obtuvo en el Campeonato Británico de Montaña. Una especialidad donde este modelo se recicló de forma imprevista para ganar tres veces consecutivas desde 1964 a 1966. Sin duda uno de los casos que, poco a poco, fueron allanando el camino para que en los años ochenta los tracción total llegasen para quedarse como dominantes en el Campeonato Mundial de Rallyes. Algo que representó a la perfección el Audi Quattro. No obstante, eso ya es otro capítulo en la historia de las carreras.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.COMENTARIOS