En el análisis histórico resulta esencial tener perspectiva temporal. Por ello, unas cinco décadas después a la aparición del Lancia Stratos sabemos lo importante que fue éste. No sólo como modelo en sí, sino como punto de inflexión en la historia de los rallyes. Y es que, aún contando siempre con puntuales excepciones, en líneas generales se puede afirmar que fue el primer automóvil creado por y para esta especialidad. Algo fácilmente constatable con sólo observar las parrillas de salida de los diferentes rallyes del campeonato mundial. Por ejemplo el Safari. Sin duda el más duro, especialmente en los años cincuenta, sesenta y setenta. Así las cosas, resultaba de lo más normal ver coches no tan potentes como fiables. Coches de Saab, Peugeot e incluso Mercedes. Una tendencia que fue muriendo durante los setenta aunque el Mercedes 280E estuvo ahí para interpretar un interesante canto de cisne.
No en vano, fue durante aquellos años setenta cuando la especialización entró de lleno en los vehículos de rallye. Ya no valía con hacer adaptaciones a modelos de serie donde lo que primase fuese, ante todo, la robustez mecánica. En absoluto. Ahora los vehículos destinados a triunfar en el Campeonato del Mundo de Rallyes necesitaban de chasis especiales y motores capaces de interpretar la escalada de potencia que llegó a culminar en el Grupo B de los años ochenta. Por todo ello, en los rallyes dejaron de verse berlinas Peugeot – aunque a muchos les pueda sorprender, el 404 fue y es un modelo clave para entender la historia de las carreras sobre tierra con cuatro Rallye Safari ganados – e incluso los más que fiables Mercedes. Los cuales, siguiendo con las clasificaciones en la dura y extrema prueba africana como demostración, se hicieron notar lograron tener a un 190 dos veces campeón.
Con todo este contexto, quizás no resulte extraño ver cómo toda una berlina Mercedes 280E ganaba en 1977 el London-Sidney. Una prueba con más de 30.000 kilómetros y paso por tres continentes, usada por los fabricantes para demostrar la fiabilidad de sus mecánicas. En el caso de Mercedes, esto fue tanto así que se involucró de forma oficial adaptando varias hasta seis unidades de la berlina W123 en su variante 280E. Un ejemplo interesante sobre la utilización de según qué carreras para potenciar determinados aspectos de la marca, lo cual incluso llegó más lejos en el caso de FIAT. La cual usó el Londres-Sidney para probar la resistencia de la nueva mecánica diésel que, al año siguiente, habría de montar en su 131.
Hasta la llegada de los setenta con modelos como el Lancia Stratos los rallyes se basaban en modelos de gran serie donde lo más importante era la fiabilidad a toda costa
Mercedes 280E, una berlina directa al barro
En 1975 Mercedes presentó el W123. Su nueva apuesta para el segmento E, renovando así la apuesta de la marca por el segmento medio-alto con la incorporación de una gran cantidad de avances en seguridad activa y pasiva. Además, los motores contaron con un gran espaldarazo en lo que al diésel se refiere. Teniendo incluso la responsabilidad de ser el primer automóvil de gran serie con opción turbodiésel.
Con todo esto, el W123 significó un paso adelante en la excelencia de Mercedes, aunando clasicismo con fiabilidad y seguridad al servicio de una conducción cómoda y sin sobresaltos. De todos modos, examinando la gama de motorizaciones se ven bastantes variantes y, por tanto, diferentes caracteres. Analizando sólo la oferta en gasolina, se iba desde el 200 – con cuatro cilindros en línea y dos litros de cilindrada para 94 CV – hasta el 280E – con seis en línea, 12 válvulas, 2.746 centímetros cúbicos y hasta 185 CV en la versión de 1978 – .
Una excelente berlina prestacional para devorar autovías, aunque tan sólo un año antes se usara como base para ganar el Londres-Sidney. En este caso, la potencia quedaba en 177 CV debido a una menor relación de compresión. Suficiente para que Mercedes preparase aquellas seis unidades del 280E incorporando nuevos sistemas de amortiguación con más distancia al suelo, refuerzos en los bajos y una nueva caja de cambios manual de cuatro velocidades tomada acoplada de serie en la época al W116 con motor V8.
Mercedes se involucró de pleno en el proyecto como un arma publicitaria con la cual demostrar las cualidades de fiabilidad mecánica de su berlina, preparando por ello seis unidades donde lo que más se tocó fue la cuestión relacionada con las suspensiones
Así equipados, los Mercedes 280E tuvieron una excelente actuación en esta carrera tan extrema. Quedando en primera y segunda posición, siendo digno de mención que de las seis unidades llegaron cuatro quedando siempre entre las diez primeras posiciones. Una hazaña que hablaba a las claras de la fiabilidad mecánica del modelo, siendo de tal importancia para la marca que, hoy en día, ésta conserva una de aquellas unidades en su museo de Stuttgart.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.COMENTARIOS