Mercedes se ha cansado de hacer el tonto y por fin ha sacado un Vision decente. Ya era hora. Te presento al Mercedes-Benz Vision Iconic S-Class Coupé Concept, que llega como una propuesta que manda a paseo el empeño anterior de la marca por perder cuant más identidad fuese posible con formas ahuevadas y diseños inspirados, probablemente, en las ideas que se me ocurrían a los 20 años un sábado de fiesta.
Mercedes abraza por fin su pasado con los grandes coupés de la historia y sin perder de vista ni la electrificación ni la tecnología mediante una parrilla frontal que recupera la verticalidad propia de las berlinas clásicas de Mercedes, una la silueta lateral que juega con las proporciones de capó largo y cabina retrasada que recuerdan a los coupés de los años treinta y el W111, y una parte trasera que si no te recuerda ala del 300 SL “Gullwing” es porque no tienes ni idea de coches. Todo integrado con los sensores, ADAS, y toda la pesca.
Esta vuelta a lo clásico no es un sinsentido porque articula una narrativa coherente en la que la rejilla de las berlinas clásicas se convierte en emblema mientras acoge los sensores modernos, la caída del techo y los hombros traseros combinan a la perfección con el “culo alas de gaviota”, y el habitáculo mezcla tacto estilo tradicional tipo art-decó y electrónica de vanguardia (MB.EA, steer-by-wire, dirección trasera y autonomía) de forma que la propuesta funciona como puente entre la S-Class que fue y la S-Class que Mercedes imagina para una clientela que exige lujo y electrificación sin renunciar a lo que hace que un Mercedes sea un Mercedes y no un Lepas.
Parrilla y frontal: la rejilla clásica adaptada al siglo XXI
La parrilla del Vision Iconic recupera la verticalidad y la “gravitas” de las berlinas históricas, pero no por nostalgia vacía, sino porque su geometría sirve de base para integrar cámaras, sensores y módulos de refrigeración. Las cinco lamas iluminadas proyectan presencia y, al mismo tiempo, esconden una arquitectura técnica que permite que ese frontal tenga razón de ser en un coche eléctrico combinando identidad con función.
Los faros, finos y extendidos en horizontal, actúan como contrapeso visual para que la parrilla no monopolice la personalidad del coche, y la tensión entre verticalidad y horizontalidad crea una mirada que, sin necesidad de adornos, transmite control y propósito. Dicho en claro: Es más elegante que cenar de esmoquin.
El capó largo y las nervaduras sutiles sirven para subrayar la proporción clásica (capó, cabina, voladizo) pero su desarrollo tiene en cuenta la aerodinámica de un paquete de baterías, por lo que no hablamos de una maqueta bonita sino de una silueta cuyo frontal además asume las restricciones técnicas sin perder un ápice de dignidad visual.
En suma, la rejilla funciona como firma de marca y como soporte tecnológico, que es lo que distingue al Vision Iconic de un simple ejercicio retro: el pasado aporta lenguaje y el presente aporta la solución, y ambos conviven sin hacerse la competencia. Sin necesidad de hacer otro Vision con forma de huevo duro.
Silueta lateral: proporciones clásicas, ejecución contemporánea
De perfil, el Vision Iconic exhibe un capó más largo que un día de junio, una cabina relativamente atrasada y un tercio trasero que se reserva volumen para hombros y aletas con unas proporciones que evocan los tourers y coupés de los años 30 y, de forma más cercana, sugiere parentesco con las líneas del W111 sin caer en la copia barata, porque la ejecución mantiene la limpieza y la sobriedad que requiere un coche que además debe acomodar baterías y electrónica a toneladas.
Los pasos de rueda marcados y las llantas de aspecto clásico reinterpretado anclan la carrocería en una postura que es a la vez noble y operativa, y que manda a paseo esa fragilidad estética que suele convertir a los concept en piezas de exposición de aspecto frágil e irreal. En su lugar, da la sensación de ser un coche listo para producción que podría cruzar un puerto de montaña sin avergonzarse de su foto de prensa.
La línea de techo y la pendiente hacia la zaga están calculadas para ofrecer una visión elegante desde lejos y suficiente espacio útil por dentro, o sea que la silueta homenajea al 300 SL en actitud y a los coupés de la posguerra en proporción, pero mientras incorpora la ergonomía y la habitabilidad que hoy se exige en un coupé de lujo.
Si uno busca dónde se ubica visualmente el Vision Iconic, la respuesta es que se ubica en su propia categoría. No es un monstrenco barroco, ni es una remezcla torpe, es una síntesis donde la referencia histórica funciona como pauta de estilo y la ingeniería contemporánea (MB.EA incluida) marca las condiciones reales del diseño.
Trasera: el culo de alas de gaviota es pura referencia convertida en propósito
La parte trasera enfatiza hombros anchos y aletas pronunciadas que aluden sin trucos de feria al 300 SL “Gullwing”, pero la lectura correcta no está en la literalidad de las formas sino en lo que transmiten: presencia, músculo, anchura visual. Cualidades que en un coupé eléctrico grande deben casar con la necesidad de estabilidad y gestión del flujo de aire.
Los pilotos traseros, delgados y envolventes, actualizan la receta clásica con una firma luminosa moderna que hace legible la referencia tanto de día como de noche; la tecnología LED y los recursos de firma gráfica funcionan como la conexión perfecta entre pasado y presente.
Los elementos de la zaga bajo la piel responden también a criterios técnicos: difusores, canales y superficies trabajan para optimizar el rendimiento del paquete EV y disipar calor de sus componentes, lo que convierte el guiño al Gullwing en parte de una solución integral y no en floritura decorativa.
En definitiva, el culo de alas de gaviota del Vision Iconic lo tiene todo: atrae la mirada del aficionado que entiende la genealogía Mercedes y, al mismo tiempo, aporta beneficios prácticos para la conducción y la eficiencia, algo que en coches de este segmento no puede ser negociable.
Interior, tecnología y sostenibilidad: lujo con sentido y manos a la obra
El habitáculo apuesta por una mezcla de materiales que buscan calidez y tacto (terciopelo azul, marquetería geométrica y detalles en latón) sin caer en lo barroco aunque sea por los pelos, y la disposición de los mandos y pantallas respeta la idea de salón rodante con ergonomía real para quien conduce; es lujo pensado para ser vivido a la antigua.
La integración de sistemas como el steer-by-wire, la dirección trasera activa y la plataforma MB.EA no son asunto de marketing aquí. Son herramientas que mejoran la sensación de control, la precisión y la comodidad, y que además permiten además adaptar la experiencia según niveles de autonomía y modos de uso. Es decir: Tiene modernidad donde tiene cabida.
La conducción autónoma de nivel 4 (que quiere decir que puede ir más a su bola que R2D2) y la pintura con capacidad de captación solar son soluciones que amplían las opciones de uso sin falsa épica, solo con utilidad.
En resumen, el interior y su electrónica confirman la tesis del Vision Iconic de que el lujo no tiene por qué ser incompatible con la eficiencia ni con la sostenibilidad, y que un coupé S-Class eléctrico puede ser al mismo tiempo suntuoso y técnicamente resolutivo.
¿Qué significa? la S-Class
El Vision Iconic funciona como hoja de ruta que muestra por dónde puede moverse la S-Class cuando Mercedes decide unir de verdad su legado con la electrificación y la autonomía, y lo hace proponiendo soluciones estéticas y técnicas que se sostienen mutuamente; la parrilla clásica deja de ser solo recuerdo para ser elemento funcional, la silueta respeta proporciones históricas sin renunciar a la ergonomía y la zaga transforma el guiño al Gullwing en una respuesta útil a retos actuales.
Si el futuro de la S-Class pasa por recuperar coupés y cabriolets bajo una misma filosofía estética y tecnológica, este concept sirve para recordar que la elegancia no está reñida con la eficiencia, ni la historia con la electrónica; el Vision Iconic no es una promesa vacía ni un mero ejercicio de nostalgia, sino que es una propuesta coherente que habla directamente a los frikis del motor y a los responsables de producto por igual.


Jose Manuel Miana
Ando loco con los coches desde que era pequeño, y desde entonces acumulo datos en la cabeza. ¿Sabías que el naufragio del Andrea Doria guarda dentro el único prototipo del Chrysler Norseman? Ese tipo de cosas me pasan por la cabeza. Aparte de eso, lo típico: Estudié mecánica y trabajé unos años en talleres especializados en deportivos prémium.COMENTARIOS