Estamos olvidándonos de los coches aburridos. Las últimas palabras del CEO de Ford han provocado toda clase de comentarios y opiniones sobre el aburrimiento de los coches actuales y sobre el futuro de Ford, claro. Pero, la cuestión no es si los coches son aburridos o no, el tema es que Jim Farley tiene que defender lo que hace la compañía de la que es responsable, otra cosa bien diferente es que, de verdad, crea en que se hacen las cosas bien.
La imposición del coche eléctrico ha provocado toda clase de problemas entre los fabricantes, obligados a invertir enormes cantidades de dinero para poder cumplir con los plazos establecidos. Ya son varias las marcas que han detenido y cambiado completamente su plan de acción en torno al coche eléctrico, al tiempo que se pide el retraso de la puesta en marcha de la normativa.
Entre esos fabricantes con problemas está Ford, que pierde tales cantidades de dinero con sus coches eléctricos, que casi cabe pensar en una bancarrota como no detengan la sangría lo antes posible. No hay peligro de quiebra, al menos de momento, pero eso no quiere decir que no vean como se acerca el borde del abismo y, obviamente, quieren ponerle freno. ¿Cómo? Pues dar de lado a los vehículos asequibles y apostarlo todo a los coches de mayor precio, aquellos que generan mayores ingresos por tener unos márgenes más amplios.
Jim Farley, en una entrevista para la revista CAR, ha dicho, en relación con los Ford Fiesta, Ford Focus y Ford Mondeo, que “nunca han terminado de funcionar, así que no se justificaría una mayor inversión de dinero. Estamos saliendo del mercado de los coches aburridos para entrar en el mercado de los coches icónicos”. Exactamente ha dicho: “siempre hemos competido en el corazón del mercado de los coches de pasajeros, lo que no funcionó demasiado bien para el Mondeo, el Focus y el Fiesta. Eran muy queridos por muchos clientes, pero nunca justificaron una mayor asignación de capital, a diferencia de los vehículos comerciales”.
Cuesta mucho entender que dice este señor, sin pensar en la necesidad de promocionar a toda costa su cambio de estrategia, sus coches eléctricos y su apuesta por denominaciones como la de Mustang Mach-e o Capri, para los SUV eléctricos.
Lo que más debate ha levantado ha sido que Farley afirme que los Fiesta, Focus y Mondeo nunca han terminado de funcionar y que, además, eran coches aburridos. Parece que los millones de unidades vendidas de los tres modelos no son datos a tener en cuenta, ni tampoco que hayan sido considerados, dinámicamente hablando, entre los mejores de sus respectivos segmentos. Todos los que hemos podido conducir estos coches sabemos que no son aburridos, pero la cuestión es que Farley no habla de conducción, o eso queremos pensar desde aquí.
Jim Farley tiene un panorama muy complicado frente a sí, por un lado, necesita rentabilizar los coches eléctricos, necesita que la apuesta por los SUV funcione y necesita que la percepción de la gente con respecto a sus coches eléctricos cambie radicalmente. No puede echar la vista atrás y reconocer que metieron la pata al retirar del mercado el Ford Fiesta –era uno de los coches más vendidos de la marca y con la subida de precios actual, seguiría siéndolo– y que el próximo cese de producción del Focus también acarreará algún que otro problema, tiene que mirar hacia delante y poner de su parte para que todo vaya por donde debe ir.
Por eso, su afirmación de que “entran en el mercado de los coches icónicos” tiene cierta lógica. Habla de coches icónicos como el Ford Mustang, es decir, coches caros y que tengan una enorme personalidad, y seguramente, harán como han hecho con el Ford Capri, recuperarán denominaciones antiguas con cierto peso histórico, para poder pisotearlas como han hecho con ese insípido SUV llamado Capri.
El propio Farley también pone ejemplos sobre coches icónicos y menciona modelos como el Raptor, un coche que sacaron de las competiciones mexicanas y lo convirtieron en un coche que puede ser usado en la calle. Eso es uno de los objetivos de Jim Farley para Ford. También dice que “podemos enfrentarnos a Porsche con el Mustang, es el coupé deportivo más vendido del mundo. Vamos a invertir en esa marca y ser cada vez más fuertes”, declaraciones que ya nos hacen pensar en más coches del estilo al Mustang Mach-e.
La verdad actual está en los precios de los coches, que han subido de forma espectacular y no por gusto de los fabricantes, sino que han estado obligados a ello. Primero, las normas de emisiones cada día más restrictivas requieren de inversiones más costosas que luego se cobran a los usuarios, al tiempo que la obligación desde Europa de añadir ciertos sistemas de serie, también conlleva un aumento de precio, pues esos sistemas no son un regalo, y son caros de desarrollar.
La tecnología eléctrica también ha encarecido los coches y las próximas regulaciones de emisiones, todavía más difíciles de superar, provocarán un nuevo aumento de los precios. Eso deja a los coches del segmento B y seguramente también a los del segmento C –utilitarios y compactos–, fuera de la ecuación, ya que no son rentables. Ya hemos visto que algunos utilitarios –o polivalentes, como se les llamaba en los 80 y 90– han dejado de fabricarse y no tendrán reemplazo, mientras que los coches más caros mantienen su producción, como es el caso del Mustang, que por cierto, mantendrá su motor V8 todo el tiempo que sea posible.
Según dicen algunos medios, la intención es recuperar parte del ADN que hizo famosa a la compañía y volver a poner en juego la pasión que se ha perdido con el tiempo. Para los fanáticos de los coches, la electricidad no es pasión y los SUV tampoco, y por suerte, los “coches pasionales” irán por caminos similares, como se ha contado antes, al recorrido por los Ford Raptor o por el Ford Mustang, que son los coches que, realmente, él considera que no son aburridos. Y sí, tiene razón, ni el Raptor ni el Mustang son aburridos.
Por otro lado, ¿qué es un coche aburrido hoy día? Cualquier coche viejo, sin pantallas, sin luces de ambiente, sin conexión a internet, sin una instrumentación personalizable y sin un motor eléctrico, es un coche aburrido. La conducción, el pasado histórico o la imagen de marca ya no importan, ahora, los usuarios tienen otras consideraciones y todo lo que no sea tecnología, conectividad y diseños “espaciales”, es aburrido.
Es justo reconocer que este último párrafo que acabas de leer son apreciaciones nuestras, aunque estamos seguros de que no se quedan muy lejos de la realidad. No olvidemos la situación de Audi en China –dejarán de usar su famoso logotipo de los cuatro aros allí– o el éxito de marcas desconocidas entre gente joven –hemos visto en varias ocasiones a usuarios jóvenes a los mandos de un DR 4.0 o de un Link & Co 01, por ejemplo, coches sin una historia y sin un peso importante en el mercado–.
Tal y como están las cosas, el coche parece volver a sus orígenes, a ser un producto de lujo solo disponible para los más pudientes, para gente adinerada. El resto de mortales tendrá que conformarse con un coche compartido o con un eléctrico de prestaciones casi mediocres y tamaño minúsculo. –el Dacia Spring tiene unas prestaciones mediocres, con sus 45 Cv y sus 230 kilómetros de autonomía, con un tamaño minúsculo–.
Javi Martín
Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".COMENTARIOS