En la España que nos ha tocado vivir nos mantenemos fiel a una costumbre nacional muy arraigada desde tiempos pretéritos: el posicionamiento y el etiquetado. Unos de izquierdas, otros de derechas, otros “taliVAG”, otros “talijapo”, los “flanders” y los “kamikazes”, los que consideran que Bad Bunny hace música, veganos, runners… El caso es estar etiquetado de alguna forma y largar sobre los que son “los otros”. Qué triste…
Hemos sido testigo de una manifestación motorizada que se dio en varias ciudades españolas el sábado -ahora ya en serio-, alentada por una formación política concreta que quiere capitalizar el descontento social por la gestión del Gobierno de la crisis del coronavirus. No han inventado nada, solo hay que acordarse de las manifestaciones de los colectivos moteros pidiendo cosas tan peregrinas como medidas de seguridad para que puedan circular más seguros, o los taxistas reivindicando lo suyo.
La protesta es un ejercicio muy sano de la libertad de expresión, sobre todo si no produce daños ni evidentes molestias a los residentes de la zona
Como resulta lógico, tan legítimo es hacer una protesta como criticarla, y hemos visto enormes sesgos a la hora de etiquetar a los manifestantes del sábado de una forma o de otra. Había una evidente intención de “matar a los mensajeros” encasillándolos como un grupito de ricos fanáticos de ultraderecha que no representan a nadie. Los pocos coches de alta gama que había a la vista llamaban la atención más que los coches que se podían ver en cualquier atasco en un día laborable. Vamos, que había de todo.
Todos habéis visto el Rolls Royce de la mani de VOX que mejor representa la manifestación de hoy.
Pues resulta que en el Rolls Royce iban @javiernegre10 y Cristina Seguí. pic.twitter.com/bJLasAkBVK
— AntonioMaestre (@AntonioMaestre) May 23, 2020
Aquí podemos ver un ejemplo de sesgo de uno de los periodistas estrella de la izquierda, Antonio Maestre, que hablaba sin despeinarse del Rolls-Royce en el que se paseó su alter ego, Javier Negre, en la citada manifestación. Sí, habéis acertado, ese coche tiene tanto de Rolls-Royce como yo de flamenca de Triana, es un Hurtan, un “makeo” hecho en España de un Chrysler PT Cruiser. Vamos, que no es un coche de lujo que digamos, pero es pintón.
El coche lo aportó un empresario que, como otros del sector turístico, lleva dos meses sin negocio alguno, su empresa se llama Grand Tour Classic Madrid (la mención es para referencia vuestra, no con ánimo de hacer publicidad). Si hojeamos en el catálogo de coches que ofrece, encontraremos Rolls-Royce de verdad, pero no se llevó ninguno a la manifestación. Un simple Hurtan puede servir como cebo para cazar ignorantes, probado ha quedado.
Otros ejemplos que hemos visto en el ecosistema tuitero ha sido la descalificación de algunos manifestantes -en una protesta anterior a esta- por ir con un megáfono en los asientos traseros de un Mercedes-Benz CLK 230 Kompressor Cabrio de hace 20 años, o de otro que se paseaba con un Porsche 944 Cabrio rojo con una bandera bien grande en el capó, un coche con 30 años, y no, no es un Ferrari por ser rojo. Consecuencias de no tener cultura automovilística. Mensaje y mensajero (emisor) son cosas diferentes en teoría de la comunicación, para el que no lo sepa todavía.
Sin duda, la mani ha reunido al Madrid más obrero y popular. pic.twitter.com/MY1olKyEE7
— César Calderón (@CesarCalderon) May 23, 2020
Está claro que no se puede saber de todo. No todos hemos tenido tiempo para leernos la “Metamorfosis” de Kafka, o poder hablar con propiedad de todo el fondo de la pinacoteca del Museo del Prado, o poder mantener una discusión con dignidad sobre música, filosofía, numismática o heráldica. El escritor y periodista Manuel Vicent define la cultura como el poso que te queda después de leer y asimilar conocimientos. Pues para eso hay que haberlos asimilado previamente.
La cultura, como el amor, no se puede comprar, ha de conseguirla cada uno por su cuenta
El automóvil es un elemento fundamental de nuestras vidas, sin él la sociedad se paralizaría. Las neveras no se llenan por ciencia infusa, alguien ha tenido que usar un automóvil para trasladar los alimentos, a menos que sea un vecino con la huerta cerca. Al igual que el arte o la música, saber algo de automóviles puede ser muy útil. Y no es obligatorio saber de ello, pero cuando no se sabe, es mejor callarse, so pena de poder hacer el ridículo. ¿A que prácticamente cualquier hijo de vecino ha visto un SEAT 600 en la imagen de cabecera? Pues eso es cultura del automóvil.
Cualquier entendido en coches que se precie habrá visto que los coches de alta gama que se vieron fueron una anécdota en relación a coches de toda categoría y condición que se arrejuntaron en la convocatoria contra el Gobierno. Se podían ver Picassos, Corsas, Leones… y claro, también se vieron coches más caros, pero fundamentalmente coches que FUERON caros y ahora tienen una valoración de mercado que no está muy lejos de un Dacia nuevecito.
Y no solamente quisiera hablar de algo tan concreto, sino de algo más general. En nuestro país la industria del automóvil ha dejado huella durante más de 100 años, y pese a las múltiples crisis que ha experimentado la automoción, en España nos mantenemos como el segundo productor de automóviles europeo, solo por detrás de Alemania, y en toda la crisis anterior solo ha cerrado una fábrica de Santana y otra de Irisbus. La próxima podría ser la de Nissan. Se han cerrado fábricas en el Reino Unido, Francia, Alemania, Bélgica… casi por decenas.
Ya hemos visto ejemplos de lo que pasa cuando un indocumentado intelectual opina sobre el tema, es una industria con un peso enorme en el empleo directo e indirecto, el producto interior bruto, la balanza comercial, etc. Todos los políticos deberían estar de acuerdo en que es un bien a proteger y que se debe apoyar, eso sí, sin hacer concesiones a ciegas. Un equilibrio entre el legítimo ánimo de lucro empresarial y su aportación a toda la sociedad.
La industria española del motor está condenada a reconvertirse, exactamente igual que la del resto del continente, y llevamos años posicionados como un país donde se trabaja mucho y bien, donde somos competitivos -al menos cuando se asignan a nuestras fábricas los modelos adecuados-, exportamos mucho y ofrecemos calidad y experiencia. Sí, está aumentando la cantidad de vehículos de propulsión alternativa, pero eso depende más de las oficinas centrales que, prácticamente en todos los casos, no se ubican aquí.
En su momento se comentó que España perdió una ocasión histórica cuando la Tesla de Elon Musk decidió finalmente no implanta su gigafactoría europea en nuestro suelo, acabando en un pueblecito cercano a Berlín. Pueblecito en el que colectivos ecologistas han hecho lo posible por evitar y entorpecer la implantación de un productor de vehículos eléctricos, aunque tengan el sambenito de ser de gama alta. Tontos hay en todos los países, está claro.
La cultura automovilística es positiva para toda la sociedad. Los entendidos no vamos a pedir a la gente corriente y moliente que sepa qué es un transaxle, que las siglas 4AGE no son un movimiento de ajedrez o conocer todo el palmarés de Walter Röhrl. Pero sí nos gustaría que la gente supiese un mínimo sobre mecánica -lo justo para que no les estafen-, sobre seguridad vial -algo más de lo justo-, o sobre coches en un sentido muy general. Algo un poco por encima del analfabetismo, vaya. Se puede saber un poquito de todo, es cultura, y eso no hace daño a nadie.
Pero sin duda mayor es la responsabilidad de saber de lo que se habla cuando eso se hace de cara a mucha gente, sobre todo si es la base de un razonamiento que quiere condicionar opiniones. La manifestación del sábado no fue una quedada de “Cayennetanos”, ni fue solamente gente de clase alta que no puede jugar al golf, hasta se vio a taxistas protestando. Y vamos a ver más de un movimiento de protesta en los próximos meses, y con gente de toda clase y condición, ya sea en coches o a pie y con mascarilla.
Juzgad vosotros mismos. Yo ahí veo una representación bastante ajustada a la realidad a cómo se compone la sociedad, al menos la que puede permitirse un automóvil. Por cierto, habría que ver cuántos coches eran de renting pagado por la empresa, que esa es otra, pero desde luego no es el Top Marques de Mónaco, ni el Concours d’Elegance de Pebble Beach. Cuando uno establece etiquetas sin saber, lo más probable es que se acabe equivocando.
Para poner remedio a esa falta de cultura automovilística hay más facilidades que nunca en la Historia. El conocimiento es libre, está a disposición del que quiera adquirirlo, no es elitista ni excluyente. Para saber diferenciar un Rolls-Royce de un Hurtan no hace falta poder permitirse ni uno ni otro, un simple album de cromos -lástima que hayan caído en el olvido- bastaba. En su día los cromos ayudaron a saber distinguir a Pelé de Maradona, o a un Jumbo y una Cessna, o a Goku de Vegeta. Cada uno tendrá su experiencia (si la ha tenido). Esto también es cultura.
Así que mando un consejo para todos aquellos opinadores que hablan de algo de lo que no tienen ni idea: lean, culturícense, aprendan, enriquézcanse, y después -no antes-, opinen. La próxima vez seguramente no harán el ridículo ni estarán vendiendo un discurso compuesto básicamente a base de humo, imprecisiones o completas idioteces. De parte de alguien que se esfuerza por llevarse a vejez un buen poso, aunque no domine todas las disciplinas del conocimiento.
Javier Costas
Me gustan los coches desde que tengo uso de razón (o antes). Tras haber conducido más de 400 coches aquí sigo, divulgando y aprendiendo a partes iguales sobre las cuatro ruedas. Vosotros habéis hecho que se convierta en mi pasión.Más razón que un santo. Lo del Rolls Hurtan es pa darle collejas hasta Albaycin. Y yo tengo un 944 y con sueldo normalito.
A mi es que lo de no saber de coches me transmite siempre la idea de una infancia sin juguetes o algo así.
¡Olé! Toda la razón del mundo. Queda enmarcado