Durante los primeros años de este milenio, quien quisiera adquirir un Ferrari con espacio para cuatro adultos y maletero suficiente, ya fuera para unos palos de golf o para una pequeña bolsa de viaje con todo lo necesario en una breve escapada a la Costa Azul, debía optar por el Ferrari 612 Scaglietti. Este modelo, con motor delantero de doce cilindros en uve, incorporaba un apellido que homenajeaba a Sergio Scaglietti, uno de los carroceros que trabajó para la marca italiana, especialmente durante los años 50 y 60 del siglo XX.
Precisamente, una de las claves que provocó que Enzo Ferrari se sirviera de Sergio Scaglietti durante tantos años tuvo que ver con su forma de trabajar. Todos los coches que el modenés creaba eran ejemplares únicos, hechos de forma verdaderamente artesanal. Quizá por eso, la marca de Maranello quiso ofrecer también una tirada de varios Ferrari 612 Scaglietti muy exclusivos, con un acabado de pintura exterior bitono que, sin duda alguna, provoca que no se pueda dejar de mirar, especialmente en la combinación cromática de esta unidad.
Para tratar de entender algo, claro. Este modelo que protagoniza el artículo de hoy es un representante de esa corta serie, denominados todos ellos Ferrari 612 Sessanta, una tirada limitada a 60 unidades de este 2+2 italiano. El nombre, sesenta en italiano, hace también referencia al total que se construyeron, pero, principalmente, trae cuenta de las celebraciones por el sexagésimo aniversario de la marca del cavallino rampante. Uno de ellos está disponible para su adquisición en Classic Driver, con solo 7.610 km en su odómetro, lo que demuestra que casi nadie deseaba ser visto dentro de un automóvil con tan esperpéntica combinación cromática.
El sexagésimo aniversario de la marca del cavallino rampante sirvió de excusa para producir, desde 2007, una sesentena de unidades de su modelo de cuatro plazas, con equipamiento y acabado especiales
Presentado en el año 2007, aprovechando la actualización estética que experimentó el modelo tan solo un año antes, la pintura exterior en dos colores estaba presente en el prototipo que fue mostrado en Fiorano ese año, precisamente el día exacto de la efeméride de la creación de la compañía: el 21 de junio. En los alrededores del circuito de Ferrari, Luca de Montezemolo fue uno de los encargados de levantar la tela negra que lo cubría, para dejar a los allí presentes boquiabiertos con el espectacular acabado del Ferrari 612 Sessanta.
El exterior estaba pintado en negro, en su mayor parte, mientras que el capó y la carrocería por encima de su línea de cintura mostraban un color gris oscuro. El interior, tapizado con un cuero color tabaco, también parecía un lugar apropiado donde sentarse a recorrer centenares de kilómetros a grandes velocidades sin cansarse, tampoco visualmente. Pero esa no era la única opción disponible cuando fue lanzado al mercado. También existía una segunda combinación de colores, ofertada para quien quisiera seleccionarla, probablemente en una maniobra orquestada desde dentro, dirigida a identificar a los clientes de Ferrari con peor gusto.
Y entonces llegó un miembro de la familia real catarí. Uno de los Al Thani, ya sabéis, de los que compran equipos de fútbol con más facilidad que un asalariado adquiere un iPhone; de los que poseen hectáreas de suelo e inmuebles en las zonas más lujosas del planeta, especialmente en Londres, y, sí, de los que tienen tantos coches de altas prestaciones que, para ellos, tener uno nuevo, solo por ser nuevo, rápido, caro, y exclusivo, ya debe de resultar aburrido. Así que quizá hemos encontrado ya el porqué de este atentado contra el buen gusto hecho de crema y borgoña en el interior, de borgoña y negro en el exterior, y de esa ostentación especialísima, que desde nuestra condición de común mortal no podremos entender, que consiste en llamar la atención a través de la fealdad, cuando ya no te queda otra manera: el aburrimiento de vivir en la abundancia.
David García
No conozco sensación mejor que la de un volante en las manos. Disfruto también con ellas sobre el teclado, escribiendo ahora para vosotros algo parecido a aquello que yo buscaba en los quioscos cuando era un guaje.COMENTARIOS