¡Wow! Dichoso aquel que atesore el Maserati Boomerang 1972, lo que indica que, aunque nunca dio el paso hacia la producción en serie, fue un deportivo funcional y convertido de concept car a one-off. Porque, de origen, este impulsor de los morros con forma de cuña que atestarían su década, de las siluetas achatadas, de los cortes futuristas y la imponencia de los pilares traseros, no había sido más que un experimento. Imaginado y materializado sobre la base de una de los 250 unidades del Maserati Bora, pero experimento al fin.
Del rojo sin motor revelado en Turín 1971 a la presentación absoluta en el Salón del Automóvil de Ginebra del siguiente año, donde directivos e invitados contemplaban en primera fila y otros asomaban la cabeza para verlo a un metro de distancia. De la presentación absoluta a la venta que le permitió avanzar por carreteras como uno más, aunque no lo fuera. El resto ha sido una serie de pasamanos entre propietarios –una década atrás alguien pagó 3,3 millones de euros– y un cúmulo de exhibiciones en concursos de elegancia, escalas en museos italianos y algunas apariciones estelares en anuncios publicitarios.
Si hoy descansa en Maserati o en la cochera de algún coleccionista privado, pues, no hace al objeto de esta entrega. En todo caso, suena más interesante sus primeros tiempos como “prototipo de calle”. Gracias al relato documentado por uno de sus dueños publicado en la revista Viale Ciro Menotti, son de público conocimiento sus andanzas por España durante la segunda mitad de la década del setenta.
En un non-fiction que bien podría titularse El Milagro de Benidorm, ese propietario narra su encuentro cercano de tercer tipo. “De camino a visitar a unos amigos en una villa cercana, vi de pronto una sombra (nunca olvidaré ese momento) adelantándome que, en un primer vistazo, parecía un platillo volante. Cuando me superó no podía creer lo que estaba viendo. Era exactamente el coche del que, durante años, había tenido una maqueta en mi mesa”, detalla el alemán Berthold Ollmann.

Un encuentro oportuno con el Maserati Boomerang 1972 por las calles españolas
¿Qué hacia el Maserati Boomerang 1972 en la costera ciudad de la Comunidad Valenciana? Ollmann dio con la respuesta, pero para eso debió perseguir el coche. Competir contra el V8 4.7 de 310 CV no le fue nada sencillo. “Aunque no tenía opción de alcanzarlo en mi pequeño coche de alquiler comencé a perseguirlo lo más rápido que pude, y pocos minutos después vi el Maserati Boomerang aparcado frente a un supermercado”, explica.
Allí le sacó información a quien lo manejaba, que no era el dueño, para su mala suerte. De ese sujeto supo lo necesario para llevárselo en el otoño del ’81 a su casa en Essen, de donde había llegado a España por trabajo y vacaciones. El propietario, un empresario de bares y clubes nocturnos, accedió a la venta debido a que atravesaba problemas económicos.
Dueños anteriores al de Benidorm, el Boomerang supo tener en cadena y en el lapso fugaz comprendido entre su matriculación y primera venta tras su exhibición en el Salón de Barcelona de 1973 y su estadía en la ciudad del milagro. Y sin embargo es aquel encuentro cercano de tercer tipo del que vale la pena tener constancia y certeza.
Avistamiento único de un coche único. ¿Podría haber sido el Maserati Boomerang 1972 un modelo de serie o, al menos, una edición limitada? Su volante y su parabrisas inclinado se lo ponían difícil en concepto de seguridad y funcionalidad, pero esa es otra historia…
Mauro Blanco
Veo arte en los coches y en sus diseños una potencia que va más allá de las cifras. Ex conductor de Renault 12 rojo modelo 1995 de épicos e imprevisibles episodios, al que recuerdo por la hostilidad de su volante, pero, sobre todo, por nunca haberme dejado en el camino.COMENTARIOS