Parece que en Toyota alguien se ha dicho que ya está bien de coches eléctricos más sosos que un chiste de Jaimito, porque lo que han llevado al SEMA 2025 no es un Prius ni un Corolla híbrido con pegatinas de carreras, sino un aparato que emociona como la gasofa sin gastar una gota: el Toyota bZ Time Attack AWD. Sí, es eléctrico, pero con carácter. Pero no de ese carácter sereno y zen que suelen venderte con los BEV, sino del de verdad: está ensanchado, bajito, lleva un alerón que haría sonrojar a un GT3 y su objetivo es tan simple como reconfortante: demostrar que los eléctricos también pueden molar.
El prototipo nace de una idea que hasta hace poco parecía prohibida dentro de la marca: la de la diversión sin sentir culpa ecológica. Toyota ha pasado años vendiendo prudencia, eficiencia y fiabilidad, pero en paralelo hacía la de Bruce Wayne y Batman, y sus ingenieros del GR (Gazoo Racing) seguían haciendo lo que mejor saben: trastear, ajustar y sacar músculo. El resultado de ese desahogo eléctrico es este bZ Time Attack AWD, que es una especie de Corolla radical que se ha tragado un Tesla y un bote de proteína. No es un coche de calle, ni tampoco le hace falta. Es un aviso que dice: “Podemos hacer deportivos eléctricos, y si quisiéramos, os pasarían por encima.”
De coche eficiente a bestia de circuito
El bZ Time Attack parte de un bZ4X AWD, el SUV eléctrico que Toyota vende desde 2023, pero aquí poco queda de aquel electrodoméstico con ruedas. El sistema de tracción integral se mantiene, pero está completamente recalibrado para rendir más de 400 CV, una cifra que lo coloca ya en terreno de deportivo serio. El modelo base se conforma con 338 CV y un 0 a 100 en cinco segundos, pero este aparato apunta más alto. No han dado cifras, pero conociendo a los japoneses, el crono caerá a lo grande.
La gracia no está solo en la potencia, sino en cómo la entrega, y Toyota no ha querido hablar de baterías ni autonomía porque dice que este coche no se ha creado para hacer kilómetros, así que eso nos da una pista de lo que rinde. La marca dice que es un laboratorio sobre ruedas para explorar el rendimiento en vehículos eléctricos, pero se nota que detrás hay más orgullo que experimento, porque han aprovechado para demostrar que su plataforma e-TNGA, pensada en su día para SUV tranquilos, también puede servir para un coche de carreras. No cualquier coche: uno que parece más a gusto en Pikes Peak que en un atasco de Tokio.
Las suspensiones son coilover regulables, los frenos llevan firma de Alcon, y las llantas BBS de 19 pulgadas calzan unas gomas Continental 305/30, o sea, semislicks de verdad. Hasta la jaula antivuelco es de acero al cromo-molibdeno 4130, que es un material que se usa en competición para soportar impactos sin chafarse como una lata de Coca Cola. En otras palabras: este coche ha venido a sufrir y ganar.
Todo ello va montado sobre un chasis que reduce 15 centímetros de altura y gana otros tantos en anchura respecto al bZ de producción. Toyota ha tirado de impresión 3D para fabricar el kit aerodinámico completo con pasos de rueda ensanchados, difusor, faldones y un alerón trasero que parece diseñado por un ingeniero con problemas de contención emocional. El coche impone, y mucho.
Un eléctrico con alma y con carácter
Hay eléctricos que parecen diseñados por contables, que son la mayoría, y luego está este. El bZ Time Attack no quiere caerle bien ni a los de Tesla, ni a los de la ONU, ni a los que creen que la deportividad murió con los escapes. Toyota ha querido demostrar que puede meterle alma a un coche sin cilindros, y la jugada les ha salido redonda. Hasta los colores lo dejan claro: blanco, negro y rojo, la pintura de guerra del equipo Gazoo Racing, aplicada en una pintura tricolor que llama a salir a pista
En el interior, lo mismo: fuera tonterías. Sólo asientos tipo baquet, jaula completa, mandos de competición y paneles desnudos. Esto es un coche de carreras, y aunque Toyota no ha dicho si correrá oficialmente con él, todo apunta a que lo han diseñado pensando en subidas de montaña y cronos. El nombre “Time Attack” no es fortuito y huele a Pikes Peak por todas partes aunque de momento no han confirmado su participación.
El mérito está en que pese a ser un eléctrico, el coche no parece uno. No hay grill falso, no hay llantitas aerodinámicas ni tampoco obsesión por el consumo. En su lugar hay músculo, agresividad y ese tipo de presencia que hace que un niño de diez años quiera un póster suyo en la pared. Algo que a Toyota se le había olvidado por completo desde los tiempos del Supra original, y que por fin parece que han recordado.
Por si fuera poco, este prototipo confirma que el tuning está de vuelta. No en plan neones y vinilos horteras, sino pensando en las prestaciones. Si hasta los japoneses vuelven a ensanchar carrocerías y poner alerones XXL, es que algo se está moviendo.
La rebelión japonesa contra el aburrimiento eléctrico
Resulta curioso que el movimiento de rebelión venga precisamente de Toyota, la marca que más ha evangelizado sobre eficiencia, pero claro, hay que recordar que detrás del logo hay gente que ha ganado Le Mans, que corre el Dakar y que sabe perfectamente cómo hacer coches emocionantes. Solo necesitaban una excusa, y la excusa ha sido demostrar que la electrificación no tiene por qué ser sinónimo de anestesia mental.
Lo más destacable no es la potencia, ni el diseño, sino la actitud. Este coche no intenta convencerte de que te pases al eléctrico, sino que te enamores de los coches y ya. Es algo que ni Tesla, ni BYD, ni Lucid han entendido todavía. Mientras ellos hablan de software y conducción autónoma, Toyota habla de chasis, reparto de pesos y sensaciones. Como debe ser.
A nivel técnico, el bZ Time Attack también deja pistas de lo que viene, porque si Toyota ha sido capaz de extraer 400 CV de una base pensada para SUV familiares, imagina lo que podrían hacer si decidiesen desarrollar un GR eléctrico puro. Ya hay rumores de un bZ Sport GR en desarrollo, con dos motores y un planteamiento menos radical que este, pero igual de divertido. Si llega a producción, puede que sea el primer eléctrico que los puristas no odiemos.
Lo mejor es que no parece un experimento puntual. El nuevo Land Cruiser FJ, el motor V12 que están desarrollando y los rumores sobre un MR2 eléctrico demuestran que algo se está cociendo en Japón. Tal vez la diversión vuelva. Ojalá.
Toyota se ha quitado la corbata
El Toyota bZ Time Attack AWD es un recordatorio de lo que la marca puede hacer cuando deja de mirar presupuestos y vuelve a lo que significa conducir.
Vale, aún es un prototipo, pero el mensaje está claro: si los japoneses han conseguido que un eléctrico parezca un coche de carreras de los noventa, el futuro quizá no esté tan perdido. Falta ruido, sí, pero lo compensa con carácter.
Lo digo sin rubor: yo quiero uno de estos.


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Jose Manuel Miana
Ando loco con los coches desde que era pequeño, y desde entonces acumulo datos en la cabeza. ¿Sabías que el naufragio del Andrea Doria guarda dentro el único prototipo del Chrysler Norseman? Ese tipo de cosas me pasan por la cabeza. Aparte de eso, lo típico: Estudié mecánica y trabajé unos años en talleres especializados en deportivos prémium.COMENTARIOS