Desde que la primera de las normas restrictivas de emisiones contaminantes entrase en vigor en 1988 en nuestro continente con la Euro 0, los fabricantes han debido afrontar procesos de adaptación cada vez más exigentes para cumplir con los límites que ha impuesto cada una de las actualizaciones, hasta la normativa Euro 6d-ISC-FCM actualmente en vigor para los turismos.
Gracias a que Politico.eu ha podido acceder al borrador de la nueva normativa, hemos conocido que la futura Euro 7 no será tan restrictiva como se había planteado en un primer momento. Si en un inicio la Comisión europea había propuesto una reducción del 50 % de las emisiones de óxidos de nitrógeno –NOx– para los nuevos vehículos diésel fabricados bajo esta nueva normativa, y de un 40 % para los futuros vehículos gasolina, el borrador que ahora se encuentra sobre la mesa de los legisladores establece la equiparación de emisiones para todos los automóviles, independientemente del tipo de ciclo empleado por su motor de combustión. De esta manera, cualquier vehículo vendido bajo normativa Euro 7, cuya entrada en vigor se espera para el año 2027 o 2028, habrá de cumplir con el límite máximo de emisiones de NOx, que quedará establecido en 60 mg/km, el tope vigente para los motores que queman gasolina.
Será el próximo nueve de noviembre cuando conozcamos el texto definitivo de la nueva normativa de emisiones, la Euro 7, cuyo proceso se encuentra significativamente retrasado. En el caso de confirmarse la información filtrada a Politico.eu, mucho más benévola con los fabricantes de lo que se preveía, podrá considerarse una pequeña cabildada en favor del grupo de presión que constituye la industria del automóvil, después de haber estado inmerso en intensas negociaciones con los estamentos comunitarios en tiempos recientes. No hay que olvidar que precisamente la semana pasada se alcanzó el acuerdo definitivo para la prohibición de venta de nuevos vehículos a combustión a partir de 2035 en nuestro continente.
No creo que Europa necesite la Euro 7. Significaría una asignación de los recursos destinados a la investigación y el desarrollo en un ámbito que no necesitamos, mientras nuestros competidores procedentes de China irrumpen en el mercado únicamente con tecnologías cien por cien eléctricas”, declaró Carlos Tavares, director ejecutivo de Stellantis, durante una conferencia organizada por Automobilwoche en Berlín la semana pasada, y añadió: “No es de sentido común destinar recursos a una tecnología que ya tiene fecha de caducidad”
Una concesión a la racionalidad empresarial
Es este el motivo que ha llevado a algunos de los actores principales de la industria a manifestar su desacuerdo con los objetivos que se marcaron inicialmente para la nueva normativa Euro 7. El propio director ejecutivo de Stellantis, Carlos Tavares, en una conferencia celebrada por Automobilwoche en Berlín la semana pasada, expresaba, desde una perspectiva de gestión empresarial, que la aprobación de una normativa de emisiones tan restrictiva resultaba un tanto absurda, toda vez que exigiría un elevado gasto para la adaptación de los motores de combustión, para los que se había establecido una fecha de caducidad relativamente temprana.
Para él, se habría tratado de una medida que habría tenido un efecto distractivo de una buena cantidad de recursos que ya no estarían disponibles para seguir avanzando en la adaptación a un futuro próximo de vehículos sin emisiones contaminantes. Apuntaba, además, que de este modo se dejaría el camino expedito para la irrupción en nuestro mercado de fabricantes procedentes de China, quienes sí centrarían sus recursos en el desarrollo de plataformas puramente eléctricas contra las que los fabricantes europeos no podrían competir.
Y es que el borrador que ha sido filtrado reconoce la situación compleja que vive actualmente la industria, con un incremento de costes que no ha tocado techo aún, como demuestran los precios de los nuevos automóviles, cuyos plazos de entrega, además, se asemejan ya a las dilatadas listas de espera en nuestra sanidad pública. Si bien desde algunos grupos ecologistas este ligero cambio de rumbo es criticado al considerar que las instituciones comunitarias anteponen, de este modo, las cuentas de resultados de las empresas automovilísticas a la salud de millones de europeos, no se puede dejar de lado que la masificación del automóvil eléctrico depende todavía en un grado muy importante de que los fabricantes destinen sus recursos de forma decidida a adaptar sus procesos productivos al nuevo paradigma. De este modo, podremos aspirar a que los automóviles a baterías puedan ser accesibles cuanto antes para la mayor parte de los consumidores. Mientras tanto, parece que habrá cierta paz para que podamos disfrutar de los últimos años de vida activa de los motores de combustión.
David García
No conozco sensación mejor que la de un volante en las manos. Disfruto también con ellas sobre el teclado, escribiendo ahora para vosotros algo parecido a aquello que yo buscaba en los quioscos cuando era un guaje.COMENTARIOS