¿Invertirías en un coche clásico o exótico que no podrías conducir?

¿Invertirías en un coche clásico o exótico que no podrías conducir?

TheCarCrowd, una compañía británica, propone ser accionista de vehículos únicos para beneficiarse de su explotación o venta


Tiempo de lectura: 3 min.

Todo aficionado al motor ha soñado alguna vez con tener un modelo que estaba muy lejos de su alcance, especialmente si hablamos de coches clásicos o muy exóticos. Los motivos eran varios, pero uno de los más relevantes es el elevado precio que cuesta adquirir una de estas unidades, por no hablar de mantenerlo. Es por ello por lo que ha surgido esta iniciativa en Reino Unido, TheCarCrowd, que permite a cualquier persona invertir su dinero para ser accionista de un coche clásico, marcando como precio inicial tan sólo 20 libras esterlinas.

¿Y esto qué significa? Que recibiremos una parte del dinero que genere ese coche de nuestros sueños por su participación en programas de TV, exposiciones, y demás eventos. Además, si la mayoría de los accionistas se ponen de acuerdo, pueden vender el coche en sí y sacar tajada de ello.

También es posible acudir al Reino Unido a ver el vehículo, hacerse multitud de fotos con él, pero nunca conducirlo. Estaríamos pagando un dinero por poder estar junto al coche, pero no sacarlo a la pista, cuando para ver clásicos ya hay multitud de exposiciones y eventos, como mencionábamos, donde pagando la entrada podemos sacarnos miles de fotos con muchísimos modelos. Entonces, ¿merece la pena?

Para muestra, un botón, el Pop-Up Show que se celebró los días 17 y 18 de este mes:

Al final, se trata de una inversión, como si pusiéramos nuestros ahorros en un fondo, en la compra de una casa o cualquier otro activo financiero susceptible de encarecerse o depreciarse. Lo único que cambia es que la forma de inversión es el coche que uno soñaba conducir cuando era pequeño, imaginaba tenerlo en su garaje y poder sacarlo a pasear cada mañana, cuidarlo y mimarlo como si de un hijo se tratara. Pero, en este caso, nada de eso sucedería. El coche estará en Reino Unido en un expositor, y nunca lo verás aparecer por la puerta de tu casa.

Piénsalo, siendo accionista, ¿te haría gracia que tus “activos” los condujese alguien que no conoces y que pudiese arruinar la inversión en un siniestro?

Para la mayoría de los amantes del motor, los coches están hechos para disfrutar conduciéndolos. Por lo que gastar parte de tus ahorros en un vehículo en el que jamás podrías ponerte al volante carecería de sentido, cuando ese mismo dinero podría servir para alquilar algún otro modelo de ensueño y conducirlo durante unas horas o días. El único interés real que puede tener el comprar acciones de un coche es el rédito económico que se puede obtener, en un mercado cuyos precios están en ascenso, precisamente por ese deseo de muchos fanáticos de tener y conducir su propio clásico.

No obstante, como en cualquier inversión, nada te asegura que vaya a darte beneficios el comprar acciones de un coche clásico. Pueden sufrir devaluaciones, o no despertar el suficiente interés para exhibiciones o eventos remunerados, que hagan que las rentabilidades futuras disminuyan mucho con respecto a lo que fueron los beneficios pasados. Por lo tanto, al final es una operación financiera que busca tirar de nuestro lado sentimental para que invirtamos en ella, con sus riesgos y sus posibles ganancias o pérdidas económicas.

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Sobre mí

Luis Martínez

Cuando era un niño, no podía pasar una semana sin el nuevo número de mi revista de coches favorita. De adolescente, descubrí que me apasionaba escribir, divulgar y comunicar ideas. Ahora me encuentro dando mis primeros pasos en la profesión que me apasiona de la mano de la afición que ocupó buena parte de mi infancia, toda una suerte que demuestra las vueltas que puede dar la vida.

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Ingeniero de profesión, la mayor pasión de mi vida son los coches desde que era un chaval. El olor a aceite, gasolina, neumático...hace que todos mis sentidos despierten. Ahora embarcado en esta nueva aventura, espero que llegue a buen puerto con vuestra ayuda. Gracias por estar ahí.

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Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".

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Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.

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