Honda ha hecho algo que parecía impensable, y es que ha decidido bajarse de la burra eléctrica y abrazar el pragmatismo híbrido. No, no es que hayan perdido la fe en el futuro ni que quieran extinguir a los osos polares. Simplemente se han dado cuenta de que la aventura de apostar solo por eléctricos les estaba saliendo tan cara que les ha dejado los bolsillos en números rojos. Pero no es cosa solo de Honda, es que todo el panorama occidental está pasando por un momento de “¿Y esto cómo narices rentabilizo?”. En este artículo vamos a destripar con toda la mala leche del mundo y argumentos de peso por qué Honda ha decidido levantar la pata del acelerador eléctrico puro y pisar a fondo con los híbridos. No pienses que es una derrota: es una jugada maestra para sobrevivir en esta guerra.
Para entender el porqué, hay que empezar por unas cifras que asustan. Honda ha anunciado que reduce su inversión en eléctricos en nada menos que 20.000 millones de dólares. Sí, has leído bien: veinte mil millones. Su primer trimestre de 2025 fue un desastre con pérdidas operativas que se dispararon un 50% y arrastraron 730 millones de dólares solo en la división eléctrica. ¿Y creías que solo Honda estaba con el agua al cuello? Ford, sí, FORD, uno de los grandes pesos pesados, se dejó 5.100 millones en su aventura eléctrica en 2024, y en los primeros meses de 2025 siguió sumando pérdidas con sus conatos de nostalgia en forma de SUV. Es como si la fiebre eléctrica le hubiese dado un jamacuco a las cuentas bancarias de casi todos los fabricantes occidentales.
El problema tiene varios frentes, pero uno central es la diferencia brutal entre la demanda y la rentabilidad. Mientras que China devora coches eléctricos como si fueran chuches (vendiendo un 64% de todos los eléctricos del mundo y creciendo un 40%) en Europa la cosa se enfría, con un descenso del 3%, y en Estados Unidos la subida es solo del 9%. Además, no todo es lo que parece en la tierra de los dragones. La mano invisible del Estado chino está metiendo una buena cantidad de pasta en forma de subsidios, exenciones fiscales, facilidades para matricular eléctricos y programas de renovación que no existen ni en los sueños más húmedos de los burócratas de la UE. Esto crea un ecosistema artificial que sostiene el mercado, pero que, como veremos ahora, tiene sus grietas.

La cruda realidad detrás del espejismo chino y la masacre silenciosa de fabricantes eléctricos
Si pensabas que China está ganando la carrera eléctrica por mérito propio, mejor prepárate para un jarro de agua fría. El mercado chino es un hervidero con más altibajos que el Dragon Khan de Port Aventura, y la burbuja de los eléctricos está pinchando de forma muy dolorosa. Desde 2018 hasta ahora, más de 400 fabricantes de vehículos eléctricos han cerrado allí, y solo en 2023 se fundieron unas 52.000 empresas relacionadas con este sector, un brutal 89% más que el año anterior. De los más de 500 fabricantes eléctricos que había en 2017, apenas quedan 90. O sea, que no es oro todo lo que chispea.
¿Y los subsidios? Que sí, que BYD se ha forrado con miles de millones de ayudas estatales y que CATL también se está dando un festín, pero no olvidemos que el Estado chino va mucho más allá de soltar billetes a la ligera. Hay un entramado de apoyos que incluye créditos baratos, terrenos a precio de saldo, inversiones en infraestructuras, e incluso compras gubernamentales. Este sistema de apoyo es tan profundo que cualquier fabricante que no esté alineado con las directrices del gobierno lo tiene complicadete para sobrevivir. Por eso la concentración de poder y producción se está haciendo brutal.
Tampoco significa que los consumidores chinos se estén lanzando a comprar eléctricos de forma apasionada y voluntaria. Las encuestas oficiales, con muchos incentivos para pintar un panorama positivo, esconden una opinión más ambivalente. Los propios estudios académicos señalan que muchos usuarios pagarían un pastizal por adquirir garantías extendidas de batería, lo que revela desconfianza en la tecnología. Además, la saturación del mercado y la sobrecapacidad de producción de baterías hacen que casi el 60% de la capacidad instalada esté sin usar, un despilfarro monumental que solo se sostiene con la intervención estatal.
En definitiva, el “boom eléctrico” chino tiene mucho de política industrial y poco de demanda orgánica genuina. Esta burbuja se está pinchando y la guerra de precios que hemos visto con descuentos de hasta un 30% no es una señal de salud, sino de desesperación por mantener cuota de mercado. No es casualidad que incluso los fabricantes que parecían invencibles como XPeng y NIO estén en números rojos.

La gran jugada de Honda y la carrera hacia los híbridos: pragmatismo o supervivencia
Ante este panorama apocalíptico, Honda ha decidido volver a lo básico, a lo que funciona: los híbridos. La marca nipona se olvida del plan de electrificación total y apuesta por un enfoque más pragmático, con la vista puesta en lanzar 13 modelos híbridos entre 2027 y 2031 y vender 2,2 millones de ellos anualmente en 2030. ¿Por qué? Porque los híbridos son la única opción que ofrece rentabilidad inmediata, mientras que los eléctricos puros siguen siendo un agujero negro para las cuentas.
Honda no es la única que se baja del tren eléctrico puro. Škoda Auto, subsidiaria del gigante Volkswagen, ya ha demostrado que los híbridos y eléctricos combinados pueden suponer más del 22% de las entregas en Europa y aumentar beneficios. Además, los fabricantes chinos no son ajenos a esta jugada: han disparado sus exportaciones de híbridos a Europa para esquivar los aranceles europeos de hasta el 35% que solo se aplican a vehículos eléctricos puros. O sea, que los híbridos no solo son una cuestión tecnológica, sino una maniobra comercial y estratégica global.
La clave está en que los híbridos permiten un equilibrio que ni la industria ni los consumidores estaban dispuestos a aceptar hasta ahora. Combinar motor eléctrico y gasolina o diésel ofrece autonomía, menor coste en baterías y una entrada más suave a la transición ecológica sin que el balance contable se venga abajo. Por eso, en un mercado multipolar donde China domina con eléctricos puros y Occidente apuesta por híbridos y eléctricos premium, la flexibilidad tecnológica se convierte en la guapa de la fiesta.

El futuro multipolar y la corrección inevitable: ni todo eléctrico ni todo desastre
La crisis de rentabilidad de Honda no es un caso aislado ni un error táctico, sino la evidencia de un cambio de paradigma que nadie quiere admitir en voz alta. La electrificación total que prometían hace unos años desde sus púlpitos y llenos de soberbia se enfrenta ahora a la dura realidad de unos costes estructurales altísimos, unas cadenas de suministro complejas y una competencia feroz. Las baterías siguen siendo el mayor lastre, y representan más del 30% del coste total del coche, y la producción occidental no logra competir con la integración vertical y economías de escala chinas.
Pero ojo, porque esa integración vertical y dominio chino tampoco es un cuento de hadas: la sobrecapacidad, la intervención estatal masiva y la implosión de fabricantes dan cuenta de que el modelo chino es insostenible a largo plazo sin cambios. Las cifras de márgenes bajísimos, pérdidas y cierres masivos hablan de un mercado que está corrigiendo sus distorsiones y obligando a todos a replantearse la estrategia, que hasta ahora dependía de la fabricación masiva y la exportación como si se acabase el mundo mañana.
La lección para nosotros, los del sentido común, es clara: la transición hacia la movilidad sostenible será lenta, pragmática y, sobre todo, diversificada. No todos los coches serán eléctricos puros ni todos volveremos al motor térmico, sino que convivirán tecnologías que se ajusten a las necesidades reales y a la rentabilidad económica. Los híbridos no son un parche, sino una estrategia inteligente que nos evitará que los eléctricos se queden en un sueño bonito pero inviable.
Así que, Honda entra en razón y nosotros respiramos tranquilos. En vez de volverse locos con el todo eléctrico, han elegido sobrevivir sin perder la esencia, y eso es lo que verdaderamente merece un aplauso, porque en esta guerra de motores no ganará el más rápido ni el que más ruido haga (o sea más silencioso), sino el que sepa cuándo frenar y cambiar de marcha. Bienvenido sea el pragmatismo híbrido, que promete darnos más alegrías y menos quebraderos de cabeza.
Jose Manuel Miana
Ando loco con los coches desde que era pequeño, y desde entonces acumulo datos en la cabeza. ¿Sabías que el naufragio del Andrea Doria guarda dentro el único prototipo del Chrysler Norseman? Ese tipo de cosas me pasan por la cabeza. Aparte de eso, lo típico: Estudié mecánica y trabajé unos años en talleres especializados en deportivos prémium.COMENTARIOS