Si cuando se le dio la bienvenida con su presentación mundial en enero del 2021 llamó la atención con promesas de tiempos de vuelta estremecedoras –los 20,8 kilómetros de Nordschleife en 5,23 minutos y los 13,6 kilómetros del Circuito de La Sarthe en apenas 3,07 minutos, ambas cifras originadas de las simulaciones hechas por los ingenieros de la marca– verlo en el Circuito de las Américas me lleva a preguntar cuánto tardaría en dar el giro completo por la pista de Austin, Texas, y sus 5,5 kilómetros de recorrido.
Dado que presume unas capacidades cercanas a las de un coche de Fórmula 1, se presenta interesante un escenario en el que el Bugatti Bolide desafía las complejidades del curvilíneo circuito sede del Gran Premio de los Estados Unidos en el afán de romper el récord de vuelta de Charles Leclerc, quien en 2019 necesitó un minuto y 36 segundos para completarla. Un escenario que es producto de mi imaginación, pero que encuentra un sustento en los hechos recientes.
Al hypercar nacido en Molsheim le gusta probarse en pistas. En febrero del 2024, tanto su carga aerodinámica como su tracción total y su configuración para lluvia se pusieron a prueba sobre una Imola húmeda. No hace tanto tiempo, en el marco de la Semana del Automóvil de Monterey, se lo vio en Laguna Seca acompañando, con su nostálgica tonalidad “Bleu de Lyon”, al sucesor espiritual del cual hereda ese color: el Bugatti Type 35. En aquella ocasión fue un Bolide Edición Aniversario el protagonista.
En cambio, el que se ha visto en Texas para cerrar el año es uno de los de serie. No cualquiera, sino el primero en entregarse de las 40 unidades que los franceses habían confirmado cuatro años atrás. Y como nos indica el diseño de cruces en las luces delanteras, tachen quienes necesiten ponerse al día aquellos números anunciados en su carta de presentación, pues la relación peso-potencia y las prestaciones informadas al principio no son las que obtendrán los propietarios.
De manera que habría que reacomodar aquel escenario épico del Infierno Verde y de Le Mans. Cuando apareció frente a nuestros ojos por primera vez, el Bugatti Bolide ostentaba un 0,67 que aludía a dicha relación y que el propio piloto de pruebas de Bugatti, Andy Wallace, se encargó de explicar. Se trataba de un peso que firmaba unos 1.240 kg que parecían inverosímiles y a una potencia máxima de 1.850 CV.
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Hoy, esa relación entre peso y potencia se ve reducida a 0,91 kg/CV, ya que el hypercar aumentó a 1.450 kg producto de los ajustes en la seguridad necesarios para cumplir con las regulaciones de la FIA –no olvidar que hablamos de un coche no homologado para la calle, destinado por el contrario al circuito y desarrollado para las carreras (su chasis de fibra de carbono cumple, de hecho, con las normativas LMh y LMDh, lo que le permitiría competir en la clase Hypercar del Campeonato Mundial de Resistencia)–, mientras que el W16 8.0 finalmente produce hasta 1.600 caballos. No deja de ser una locura, al igual que con la velocidad máxima.
A la espera de más novedades, lo más reciente del Bugatti Bolide ha estado, insisto, en el Circuito de las Américas, un trazado cuya recta impide llevar a la práctica los 380 km/h máximos que promete el coche. Llevarlo a enormes pistas como la de Papenburg, por nombrar una en la que Bugatti ha estado experimentando pocas semanas atrás, no tendría sentido ni gracia.
El Bolide, como lo indica el nombre, es otro producto, un producto para la competición, para ser contemplado por la FIA, apto para las carreras de resistencia, pero con una comparativa fundacional que la propia marca pregonó con la Fórmula 1. Entonces, un escenario como Bakú sería el ideal como para confirmar si a este Bugatti le da para superar los 378 km/h registrados por Valtteri Bottas con Williams en la recta de 2,2 kilómetros. Eso sí, probablemente necesite del efecto de succión, tal como le sucedió al finlandés en 2016.
Mauro Blanco
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