Los récord de velocidad son algo intrínseco al automóvil, de hecho, la obsesión por la velocidad es algo intrínseco al ser humano. Siempre se han buscado formas de ir cada vez más rápido y la invención del automóvil solo agravó esa obsesión. Desde entonces se han logrado registros espectaculares, estando el récord por tierra actual en nada menos que 1.227, 985 km/h. ¿Os imagináis un coche a esa velocidad?
Bien, pues no lo hagáis porque el vehículo que logró ese récord está más próximo a un avión sin alas que a un coche. Se llama ThrustSSC (Thrust Super Sonic Car) y tiene por motor dos reactores Rolls Royce 168 Spey capaces de desarrollar 50.000 libras de empuje. ¿No terminas de entenderlo? Vale, pues equivale a 110.000 CV. Caballos espectacularmente hambrientos, pues beben 18 litros por segundo, o dicho de otro modo, 5.500 litros cada 100 kilómetros.
Una auténtica locura de aparato, que se fabricó a mediados de los 90 y logró el récord en 1997. Récord, por cierto, que todavía no ha sido batido. Y no es por falta de intentos, aunque dado el alto coste de estos vehículos y de sus pruebas, no permite que haya muchos interesados. Sin embargo, en 2019 un contendiente comenzó a sembrar la semilla de la duda, completando algunas pruebas para desarrollo y ajuste en las que alcanzó las 628 mph, equivalente a 1.010 km/h.
Superar la barrera de los 1.000 km/h en tierra en toda una proeza, ya que la densidad del aire es mayor a ras de suelo y por tanto, la resistencia que ofrece, también. En el aire el ser humano la logrado superar las barrera del sonido con bastante holgura, llegando a viajar a más de 8.000 km/h, aunque hablamos siempre de aviones de combate.
Volviendo con nuestro protagonista, se trata del Bloodhound LSR y al igual que el ThrustSSC, está más próximo a un avión sin alas que a un vehículo terrestre, aunque es algo más pequeño. Se creó con el objetivo de superar el récord que lleva más de 20 años vigente y que en teoría, se habría intentado superar en 2020 pero todos sabemos que ha ocurrido y la serie de problemas que ha ido ocasionando.
De hecho, el problema ha sido bastante importante pues Ian Warhurt, propietario del Bloodhound LSR y persona que estaba al mando del proyecto, pone a la venta su espectacular máquina supersónica terrestre y abandona el proyecto. En una entrevista para la BBC, Warhurst afirmó que se necesitan 8 millones de libras (unos 9.045.000 euros) solamente para preparar el vehículo para enfrentarse al reto. Del costo total del proyecto no se ha hecho público, pero será mucho más elevado, porque podría ser necesario efectuar cambios en el vehículo para alcanzar superar las 1.000 mph, que es el objetivo que tienen en mente (1.609 km/h).

Cambios entre los que se tiene previsto incluir un “cohete” que funciona con peróxido de hidrógeno capaz de generar 10.000 libras de empuje adicionales, a las 20.000 libras que logra la turbina Rolls Royce EJ200 procedente de un Eurofighter Typhoon.
El proyecto Bloodhound ya fue rescatado del control de la administración en 2018 por parte del holding de Warhurst, llamado Grafton LSR. Ahora, la COVID-19 vuelve a enterrar el proyecto tras un montón de dinero. Si no aparece comprador, el coche acabará guardado en un almacén y quizá nunca vuelva a ponerse en marcha.
Javi Martín
Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".COMENTARIOS