Algunas apreciaciones con las que me veo obligado a introducir. Para empezar, este Lotus Esprit fue de todo, menos uno de los fabricados para el cliente. En ese orden, desde el primer momento fue distinto a los de su clase, pero más especial se volvió unas dos temporadas después de que se desarrollara. ¿Una tercera consideración? Aquellos conocedores de la historia de la firma se darán cuenta, al verlo, de que no se trata de uno de los 45 ejemplares de la edición limitada Essex Turbo.
En contexto, el diseño del Esprit de serie exclama “años setenta”. Es radical el cambio de estilo en relación con los antecesores –el Europa, en el caso de este Lotus–. La comparación con el Lamborghini Countach LP400 es precisa, pero más lo es su conexión con el Maserati Boomerang. Con éste compartía creador, la institución de la institución del diseño italiano: Giorgetto Giugiaro, de Italdesign. Su mecánica exclama “años ochenta”. Siendo específico, la entrada a la década. Su condición de primer Esprit con turbocompresor incorporado de fábrica se corresponde con la época de su lanzamiento, un período en el que los deportivos Turbo emergieron para compensar las potencias máximas contenidas producto de las normativas fiscales y de emisión.
Pero, en términos de ingeniería, este Lotus Esprit no fue un Turbo más. Esto es sencillamente detectable sólo con las fotos que ha proporcionado la casa británica que espera concretar su venta, una que no será cualquier venta, aunque no quiero anticiparme: H&H Classics. Ya sobre el capó y las puertas se revela su verdadera identidad. No hubo un Essex Turbo con suspensión activa además de esta unidad.
Sin embargo, su historial indica que no fue siempre así. Aunque se destaca por ser el coche de preproducción de esta edición especial, no le escapó a la combinación de colores exteriores con que se fabricaron los destinados al cliente. Azul, rojo y gris para, al igual que los monoplazas de Lotus F1 Team, vestir su carrocería con los colores del fugaz patrocinador del equipo de aquel entonces: la Essex Petroleum.
Su negro y dorado actual no es un bitono que pudiese resultar extraño al momento de su fabricación. El F1 Team ya había contado con el auspicio de John Player Special y, tras el intervalo de Essex, la tabacalera regresó en los albores de la década del ‘80. Fue entonces cuando, tras una breve estadía en DeLorean –no están confirmadas las razones exactas de tal cesión, aunque sí es de público conocimiento que el célebre DMC-12 se desarrolló adoptando el chasis del Esprit–, este Essex Turbo retornó a casa. El negro y dorado fue entonces el nuevo-viejo acabado exterior y el equipo de Lotus de Fórmula 1 no perdió el tiempo: la suspensión activa derivada de sus coches de Fórmula 1 terminó por hacerlo un ejemplar único.
A nada del desguace
Decía al comienzo que el Lotus Esprit Essex Turbo “Active Suspension” fue de todo menos un ejemplar destinado al cliente. Aunque a mediados de los años 2000 finalmente encontró a sus primeros dueños, para llegar a ellos debió ser un coche de promoción en primera instancia y conocer el olvido posteriormente.
En toda esta época en la que el deportivo no salió de la cubierta que lo resguardaba en el Hangar 4 de Lotus, el héroe fue el gerente Brian Angus, nombre clave en la historia del Esprit. Fue él quien, retirándolo del hangar y escondiéndolo en diferentes ubicaciones, evitó que los jefes de Proton, la firma propietaria que recién desembarcaba en Lotus, hicieran cumplir la orden que habían bajado: desguazarlo.
Antes de caer en las manos de su primer dueño, su futuro inmediato fue devolverlo a la vida con actualizaciones mecánicas, esta vez como coche de exhibición. Hoy, tras dos años en proceso de restauración, su estado es excelente y está listo para poner en condiciones su sistema de suspensión activa. Pero sin este antecedente, hoy no existiría la sesión de fotos hacia su inminente venta por medio de la casa H&H, que, por cierto, ha sido oportuna al sostener que este Essex Turbo sigue existiendo “contra todo pronóstico”.
Redaccion
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