Brabham Automotive regresó de entre los muertos a comienzos de 2018, y en el mes de mayo de ese mismo año presentó su primer coche de la era moderna, el BT62. El objetivo principal de los diseñadores e ingenieros era crear el superdeportivo de calle y de circuito más orientado a las pistas que el mundo hubiese conocido, equilibrando la forma y la función. Manteniéndose fiel a esas premisas, había una que no era negociable: un peso inferior a la tonelada.
Y lo consiguieron, dado que el modelo con la especificación de competición apenas marca sobre la báscula unos escuetos 972 kilos. Los ingenieros que han servido para la compañía no son precisamente nuevos a la hora de afrontar un desafío de este calibre, tales como Ron Tauranac, Gordon Murray o Sergio Rinland, por nombrar algunos. Los frenos carbonocerámicos, o empujar los límites de la aerodinámica con el BT46 “Fan Car” de Fórmula 1, son solo algunos ejemplos de innovación de la compañía.
Reducir la masa es una cosa, optimizar la distribución de la misma es otra. Aunar ambos requisitos repercuten en unos beneficios que se vieron por primera vez en 1959, cuando Sir Jack Brabham se convirtió en el primer piloto en ganar el Campeonato del Mundo de F1 en un automóvil con motor central, una hazaña que repitió de nuevo al año siguiente. El BT62 abarca todos los elementos que hicieron Brabham y su equipo una potencia en el “Gran Circo” durante más de tres décadas.
Hasta la fecha, el campeonato de pilotos que obtuvo Jack Brabham en 1966 sigue siendo la única victoria para un monoplaza que lleva el nombre de su piloto
La reducción de peso tiene un efecto compuesto en la ingeniería del vehículo, ya que ofrece mejoras en la aceleración, el frenado, la aerodinámica y la capacidad de respuesta. Administrarla de forma estática es una tarea relativamente simple, pero la gestión de la masa dinámica a 300 km/h, soportando una fuerza lateral de 3,5 G, es un esfuerzo un poco más difícil. Es en ese punto donde algunas consideraciones físicas como el momento polar de inercia entran en acción y se han de tener en cuenta.
Los beneficios de una estructura ligera son imposibles de discutir, así que los ingenieros tuvieron que diseñar cada componente para que pudiera ser empleado según sus propiedades y proceso de fabricación específicos. La obsesión en Brabham es tal que cualquier cosa que pesara más de 13 g se sometió a un interrogatorio: ¿Puede ser más ligero? ¿Se puede fabricar con un material diferente? ¿Se está utilizando en su función principal? ¿Se puede fabricar internamente con el mismo resultado, pero con un proceso más inteligente para lograr la misma o mejor funcionalidad? ¿Se puede usar una sola parte para más de una función?
Con un chasis de acero cromolítico, se consiguen paredes un 50 % más delgadas que las alternativas tradicionales, lo que reduce el peso total sin necesidad de una tina de carbono que habría agregado 65 kg adicionales
La medida de ahorro de peso más obvia es el uso de materiales ligeros, prevaleciendo el principio de la función sobre el diseño: usar el material correcto en la aplicación correcta para maximizar su función. El Brabham BT62 utiliza una combinación de fibra de carbono, carbono-kevlar y acero cromolítico, todos utilizados en su aplicación principal. Este último, de hecho, garantiza que el chasis sea liviano y cumpla con la normativa de la FIA, al tiempo que logra una enorme rigidez torsional.
A lo largo del proceso de diseño y fabricación, los ingenieros continuamente rediseñaron y refinaron cada uno de los componentes. Los frenos de carbono-carbono reducen la masa en cada esquina en 5 kg y las distancias de frenado en hasta en 150 metros frente a unos de acero. Al rediseñar el ensamblaje giratorio del motor (cigüeñal, bielas, pistones, pasadores, cojinetes y anillos de los pistones), los ingenieros eliminaron otros 15 kg de su peso inicial, lo que también provocó cambios más rápidos en la velocidad de giro.
Los 1.600 kg de carga aerodinámica del BT62 serán efectivos en casi cualquier automóvil, pero no hay duda de es mayor la ventaja en un coche de 972 kg que en uno de 1.500 kg
En cuanto al corazón que impulsa al BT62, se trata de un V8 de 5,4 litros atmosférico capaz de entregar 700 CV, lo que proporciona una relación potencia/peso de 710 CV por tonelada. El reparto de masas se queda en un 42/58 (delante/detrás), proporcionando más peso sobre el eje motriz en fuertes aceleraciones. De manera crucial, la aerodinámica del BT62 y los frenos de carbono-carbono son capaces de equilibrar el peso dinámico en un 50/50 al frenar y al girar, justo donde más falta hace.
Luis Blázquez
Aficionado al mundo del motor desde que fui concebido. Aprendí a leer con revistas de coches y, desde entonces, soy un completo enamorado de la gasolina. Como no se nace sabiendo todo, cada día es importante aprender algo nuevo y así ampliar los conocimientos. Este mundillo tiene mucho que ofrecer, al igual que un servidor a vosotros los lectores.COMENTARIOS