La industria del automóvil está en un momento complicado y de mucha incertidumbre. Por un lado, la normativa Euro 7 centra gran parte de la atención por su cercanía y la dificultad que conlleva lograr que los motores de combustión puedan superar las exigencias. No podemos olvidar tampoco la futura prohibición de comercializar vehículos con motores de combustión alimentados por combustibles fósiles y la necesidad de implementar el uso del vehículo eléctrico, sin que la infraestructura ni la tecnología sean plenamente satisfactorias. Sí, lo digo abiertamente, los coches eléctricos todavía no pueden compartir de a tú a tú con los tradicionales. No importa si es un Tesla o, un Mercedes o uno de esos de origen chino que tanto prometen, a día de hoy todavía no son capaces de cubrir las necesidades de la mayoría de los usuarios.
Pero eso ahora mismo no importa, porque de aquí a que sean la única opción en el mercado, quedan muchos años, muchos, muchos. No obstante, hay otra cuestión que debemos sumar a todo esto y que, por un lado, pone en duda la capacidad de muchos fabricantes para crear automóviles realmente interesantes y coherentes. Efectivamente, me refiero a la popularidad de los SUV, que parece no tener fin e incluso va más allá de lo que podría parecer. No ha habido nada, ni tan siquiera los monovolúmenes –hubo una época en la que se les posicionó como el futuro del automóvil–, que haya influido tanto en el catálogo de los fabricantes. Y no quiero decir que los SUV sean malos coches, en realidad me gustan –sí, me gustan, ¿qué pasa?–, el problema que veo es otro y es el uso que se les da a estos coches y el vuelco de todos los fabricantes en poner circulación cuantos más SUV mejor en detrimento de otras ofertas. Es como si ahora mismo todo el mundo compra helado de chocolate en cubos de un litro y el mercado, con tal de vender a toda costa, dejara de ofrecer otros sabores y solo vendiera helado de chocolate. ¿De verdad no se cansaría nadie? Acabaría por caer en una crisis tarde o temprano.
Es decir, tenemos ante nosotros unos años que prometen ser de locos, con modelos que han sido los pilares de ventas de muchas marcas sin lugar en el mercado, mientras el coche, en general, va camino de convertirse en un objeto de lujo como lo era en sus inicios y los usuarios que no pueden tener un coche eléctrico, por precio y por falta de infraestructura, condenados a comprar coches usados que, además, serán en su mayoría SUV. Y todo esto, mientras coches como el Ford Focus tiene los días contados, a pesar de ser uno de los mejores coches que hay actualmente en el mercado. Y esto lo digo tras haber tenido un Focus Active durante una semana. Llevo toda una semana masticando todo esto porque soy incapaz de comprender como alguien puede querer un SUV antes que un Focus Active. Con este coche se tiene todo lo que se puede necesitar, desde un comportamiento en carretera de primer nivel, un habitáculo cómodo y suficientemente amplio, un maletero más que grande y además, una estética a la moda, con protecciones plásticas y una altura con respecto al suelo algo más amplia. Y lo digo cuando en casa somos dos adultos, un niño de 11 años y tres perros.
La posición de conducción es de lo mejor del segmento, con el volante muy horizontal y con buenos reglajes
Solo le falta la tracción a las cuatro ruedas
Pongamos las cartas sobre la mesa para poder conocer mejor lo que tenemos entre manos. El Ford Focus Active es una versión tipo crossover del compacto yankee –yankee por marca, pero no por concepción–, que se basa, como todos los coches de este tipo, en la carrocería familiar, la ranchera de toda la vida que Ford denomina Sportbreak. Debo decir que este tipo de coches me gustan mucho, sobre todo aquellos que ofrecen algo más que simple imagen, es decir, me gustan aquellos que de verdad te permiten salir del asfalto con cierta libertad. La misma libertad, por cierto, que tienen la mayoría de los SUV, pero con un centro de gravedad más bajo, una conducción mucho más dinámica, con consumos más contenidos y con un precio más bajo.
Que sea una ranchera no es un problema, de hecho, hace muchos años que las carrocerías familiares dejaron de ser coches fúnebres. Es más, hay rancheras –o Station Wagon, Sport Tourer, Wagon o como más rabia te dé llamar a estos coches– que son más bonitas que su equivalente sedán o berlina, como es el caso del Peugeot 508. El francés, con su carrocería familiar, es un caramelo y si además es el PSE, mucho mejor. En el caso del Focus no se llega a tanto, pero tampoco es un coche feo ni mucho menos, tiene unas formas equilibradas e incluso deportivas, que se ven aderezadas con las protecciones plásticas, que le otorgan una imagen más aventurera que otras versiones. Justo lo que buscan muchos usuarios de SUV. Además, en el caso del Active, monta unos neumáticos con mayor perfil, que contribuyen a una mayor distancia al suelo y mayores capacidades para salir del asfalto. En este caso, se montaba unos Continental EcoContact que tuvieron un buen funcionamiento general incluso por caminos de tierra. El alto perfil provoca que las reacciones y las sensaciones en carretera no sean tan directas como promete la rápida dirección, pero cuanto el asfalto está muy roto o cuando se rueda por caminos de tierra, ese perfil se vuelve un enorme aliado.
De hecho, si en lugar de tracción delantera hubiera contado con tracción total, el conjunto habría sido redondo, pues a poco que el camino tenga un poco de pendiente, las pérdidas de tracción hacen acto de presencia con bastante facilidad. Y no es culpa del motor, pues la unidad que nos cedió Ford estaba animada por el ya conocido 1.0 EcoBoost EcoHybrid en su versión más potente, es decir, con 155 CV y 220 Nm de par. Básicamente se debe a que no son neumáticos para tales menesteres, aunque se defienden y trabajan muy bien con los sistemas de asistencia electrónica. Funcionan tan bien que te puedes permitir el lujo de avivar el ritmo si el camino no está muy roto, provocando ligeros deslizamientos de la trasera con un control total. Tampoco notas golpes secos de la suspensión, lo que denota que se ha tenido en cuenta posibles aventuras por caminos no asfaltados.
Tiene aspecto aventurero, pero no deja de ser un Focus
No deja de ser curioso, y también interesante, que a pesar de las buenas sensaciones fuera del asfalto, el comportamiento en carretera se mantiene en la línea de lo que esperas de un Ford Focus. Este coche siempre ha estado entre los mejores por comportamiento y por tacto y el hecho de tener neumáticos con algo más de perfil de lo que viene siendo normal en los últimos años, así como una suspensión algo más larga, no han afectado a las sensaciones generales del coche ni a sus reacciones en carretera. Eso al menos me ha parecido a mí, que, por el contrario, creo que es un coche muy agradable de usar diariamente, y con grandes capacidades ruteras, sobre todo esta versión con cambio automático de doble embrague, cuyo funcionamiento es supersuave.
Al contar con un grupo motor semi híbrido, luce la etiqueta ECO de la DGT
Es suave, aunque con pequeños matices. La salida desde parado, aunque sea en pendiente, puede hacerse con toda la suavidad que permite un embrague manual, los cambios de marcha serían imperceptibles si no fuera por el sonido del motor y en frenada tampoco se nota nada. Sin embargo, hay situaciones en las que aparecen tirones y unos golpes un poco feos, que hacen perder agrado de uso. Expongo la situación. Circulas despacio, por una calle con varios pasos de cebra en los que hay gente pasando de un lado a otro. En lugar de frenar, levantas el pie y dejas que el sistema de regeneración de energía haga su trabajo, luego aceleras suavemente y clonck, un tironcito. Otras veces aparecen esos tirones, casi golpes, cuando frenas un poco y acto seguido vuelves a dar gas. Otras veces no tiene nada que ver con el cambio y es cosa del start & Stop, sobre todo cuando frenas y cuando estás a punto de parar del todo, el coche delante avanza, en ese momento, el sistema ha empezado a parar el motor –lo detiene antes de que se paré el coche por completo– y claro, al soltar el freno y dar gas, tiene que arrancar y casi sin tiempo, subir de régimen para seguir con la marcha.
Detalles que no todo el mundo apreciará y que, por una parte, merecen la pena pasar por alto. El resto del coche va demasiado bien como para pensar en otra opción. No es un coche que pida guerra, no tendrás esa sensación de que el coche quiere correr, que pide curvas. Con el Focus Active se puede ir a un ritmo muy rápido, pero se encuentra mucho más cómodo un par de puntos más lento, cuando el coche parece fluir por la carretera. Además, el tacto de la dirección, el tacto del acelerador, y sobre todo, el freno, ayudan a querer coger el coche para cualquier tontería. Lo único que te quita las ganas de conducir es la condenada manía de quitar los mandos físicos para integrarlo todo en la pantalla: climatización, modos de conducción, radio, asistentes electrónicos, calefacción de los asientos… es irritante tener que estas buscando el símbolo de la calefacción y tener que mirar la pantalla para saber donde tienes que poner el dedo. Y si la carretera está un poco rota, te encuentras con la mano subiendo y bajando mientras intentas tocar lo que aparece en la pantalla, que por cierto, son siempre símbolos pequeños.
Podría parecer que con solo tres cilindros y 998 centímetros cúbicos, el motor podría tener problemas para mover los poco más de 1.400 kilos que pesa todo el conjunto, pero nada más lejos de la realidad
El acceso a la configuración, a las funciones y a otros ajustes, se hace mediante tres cuadrados enormes, pero la calefacción, tanto potencia de soplado como temperatura, selección de los aireadores por donde quieres que salga el aire o si necesitas desempañar las lunas, tienen accesos de pequeño tamaño y colocados en la parte baja de la pantalla. Esto si me molesta lo suficiente como para pensar en otra opción similar, a pesar de todo lo bueno que tiene el coche, que es mucho –incluso tiene un techo solar que deja poner la persiana cuando está abierto, algo que es poco común–.
¿Un Focus Active o un SUV?
Después de tener durante siete días un Ford Focus Active, tengo más claro que no me compraré un SUV. Ofrece todo lo que puede pedirse a un SUV de tracción delantera, pero con mejor conducción, consumos más contenidos –en conducción normal no pasan de 6,2 o 6,5 en ciclo mixto– y con un mejor precio de compra. Hasta es posible que el seguro sea más barato.
El precio del Focus Active X y el EcoBoost Hybrid de 155 CV –el acabado que tiene la unidad probada–, parte de casi 35.000 euros con cambio manual. Si restamos todos los descuentos promocionales y demás, el precio baja a unos 29.400 euros. Creo que no es mal precio para lo que ofrece. El Ford Kuga equivalente a este Focus, con motor de 150 CV y cambio manual, es alrededor de 2.000, unos 31.500 euros con los descuentos aplicados. Lástima que el Focus abandone el mercado en 2025 y que vaya a ser reemplazado, según rumores, por SUV eléctrico… ¿Recuerdas lo que decía al inicio?
Datos técnicos
FICHA TÉCNICA | ||
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MODELO | Ford Focus Active X 1.0 EcoBoost Hybrid | |
MOTOR TÉRMICO | Tres cilindros gasolina, 998 centímetros cúbicos, turbo e Intercooler. Delantero transversal con 114 kW (155 CV) a 6.000 revoluciones | |
MOTOR ELÉCTRICO | Delantero transversal con 11,5 kW (16 CV) a 48 voltios –no tiene capacidad de mover el coche– | |
RENDIMIENTO | Potencia máxima | 114 kW (155 CV) |
Par máximo | 220 Nm a 3.000 revoluciones | |
TRANSMISIÓN | Tracción delantera. Cambio automático de doble embrague de siete relaciones | |
SUSPENSIÓN | Delantera | McPherson con muelle helicoidal |
Trasera | Paralelogramo deformable con muelle helicoidal | |
DIMENSIONES Y PESOS | Largo por ancho por alto (mm) | 4.693 x 1.844 x 1.536 |
Batalla (mm) | 2.700 | |
Peso declarado | 1.413 kilos | |
MALETERO | Con todas las plazas / asientos abatidos | 635 litros / 1.653 litros |
Neumáticos | 215/55 R17 | |
DATOS PRESTACIONALES | Aceleración de 0 a 100 km/h | 9,7 segundos |
Velocidad punta | 205 km/h | |
Relación peso potencia | 9,11 kilos por caballo | |
CONSUMOS | Consumo medio homologado (WLTP) | 5,3 litros cada 100 kilómetros |
Consumo medio durante la prueba | 6,5 litros | |
PRECIO | 31.150,24 euros sin descuentos |
Javi Martín
Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".COMENTARIOS