Las comillas no se explican desde el término tradicional que envuelve a la noble práctica de recuperar coches olvidados en la oscuridad de un galpón o, simple y literalmente, de un granero. Las comillas, en este caso, responden al hecho de que este Lamborghini Miura no fue rescatado entre la tierra, el polvo y el óxido acumulado de cualquier clásico abandonado en la cochera más remota que te puedas imaginar, sino de una habitación cualquiera. Aunque desde el momento que un modelo tan de culto decora tu sala, ésta ya deja de ser un espacio cualquiera, claro está.
Imagina que alguien te invita a su casa a conocer la colección de coches que adorna al hogar. No el garaje, sino uno de los ambientes habitables. Seguramente pensarías que atesora allí un sinfín de cochecitos a escala embelleciendo sobre estantes o vitrinas las cuatro paredes. Nada más alejado de la realidad de esta unidad del considerado primer superdeportivo. De hecho, en esta casa norteamericana las paredes de la habitación en cuestión encontraron un destino opuesto al de un coleccionista de automóviles de repisa.
A veces solo basta con una llamada telefónica. En la televisión estadounidense, los coches no están exentos de los ciclos sobre cazadores de objetos de valor. Extreme Detailing es la serie que difundió la existencia de este Lamborghini Miura P400 S, pero, para ello necesitó, el conductor necesitó que Barrett, su hombre de confianza y experto en el arte del hallazgo de clásicos, se contactara. “Ey, Larry. No vas a creer esto. Tengo una pista sobre un Lamborghini Miura y lo curioso es que ha permanecido en la sala de estar de un hombre durante los últimos 40 años”.

Un Miura ya imanta cuando es exhibido en alguna eventual exposición de coches clásicos. Qué decir de un Lamborghini Miura P400 S 1970 que descansa en la sala de estar de un vecino que puede ser nuestro vecino. Dirección anotada. East Rockaway es la ubicación. En Long Island, Nueva York. El equipo está en marcha, se aproximan con la nieve que desde ambos lados de la calle le tienden una alfombra roja. Barrett los recibe afuera de la casa y empieza a contar los datos preliminares previos al gran encuentro.
“Tengo algunos vídeos y algunas fotos. El coche se ve bien. No pude tomar ninguna foto. Ahora bien, no solo es un S…”, le introduce a Larry. Lo siguiente da cuenta del valor tan material como simbólico de este ejemplar. “Es uno de los tres fabricados con este color, el “Luci del bosco” (“Luz del bosque”). Una rareza de pintura que adquiere todavía más valor en este Miura, ya que el coche nunca fue repintado en sus más de 55 años de vida. Finalmente, el momento de la verdad. El dueño del Lamborghini Miura P400 S, abre la puerta y los invitados pasan.
Un interior gobernado por el desorden. Revistas, documentos, incluso una pila de neumáticos como si fuese un velador de pie. Dicen que el desorden hace al genio y no sé si el neoyorquino Paul D. Nadel lo es, pero sí lo fue el acto de comprar en los años 80 este Miura para meterlo a la fuerza en su habitación con la ayuda de una grúa y levantar una pared delante para consumar su destino de exhibición que duraría nada más y nada menos que cuatro décadas. Hoy, una de las paredes ya no está, pues, luego de quitar del camino un Maserati Quattroporte que obstruía, fue demolida para retirarlo. Una completa reliquia recientemente vendida por más de dos millones de dólares.
Mauro Blanco
Veo arte en los coches y en sus diseños una potencia que va más allá de las cifras. Ex conductor de Renault 12 rojo modelo 1995 de épicos e imprevisibles episodios, al que recuerdo por la hostilidad de su volante, pero, sobre todo, por nunca haberme dejado en el camino.COMENTARIOS