El Mercedes-AMG C63, un coche que antaño hacía que los fanáticos de los coches potentes se pusieran tensos, ha perdido gran parte de su aura por culpa de un cambio, una solución, que si bien podríamos decir que es lógica con los tiempos que corren, también se podría catalogar como poco acertada: ha cambiado el motor V8 por un cuatro cilindros turbo, y para colmo, híbrido. Muchos pensarán que en Mercedes han perdido la cabeza, y quizá sea así, pero no es menos cierto que los aficionados deberían mostrar, como poco, algo de respeto hacia una marca como Mercedes, y más aun con el apellido AMG, por mucho cuatro cilindros turbo que tenga.
Las cosas están algo patas arriba entre los fabricantes europeos. Por un lado, la llegada de los chinos y sus precios casi suicidas, ha provocado una hecatombe como la que provocaron los japoneses con las motos hace ya más de 40 años. Por otro, los usuarios no acaban de dar el salto a la electrificación total, a pesar de que quedan 10 años para que todos los modelos con motor de combustión –incluidos los híbridos– se vayan al carajo y nadie pueda volver a comprar un vehículo con esa tecnología, siempre y cuando no sea de segunda mano, o bien, sea una moto –las motos podrán usar motores de combustión–.
Es evidente que, con un panorama como ese, las inversiones van dirigidas a tecnologías de reducción de emisiones y que, además, permitan la evolución de la electrificación. Nadie, en su sano juicio, creará un motor de altas prestaciones y elevado cubicaje a día de hoy. El BMW M5, por si alguien piensa en él, no tiene un motor de combustión nuevo, ya estaba en el banco de órganos de la marca, algo que, efectivamente, podría haber hecho Mercedes para el C63, ¿verdad? Aceptamos la hibridación, pues en el fondo, no siempre es malo, pero podrían haberla aplicado a un V8 ya disponible…
La cuestión es que no ha sido así y desde que se lanzó el modelo al mercado, se ha dicho de todo. Por ejemplo, la revista yankee Road and Track afirma que el Mercedes-AMG C63 S Performance “tiene mucho corazón y poco alma” y lo remata con “el híbrido de cuatro cilindros genera una potencia enorme, pero la experiencia de conducción carece de compromiso”. Son palabras duras para un coche que, se supone, genera sensaciones junto a unas prestaciones respetables.
En una entrevista para CAR Magazine –la edición británica–, el jefe de AMG, Michael Schiebe, ha dicho que “vemos que algunos de nuestros clientes más fieles les cuesta un poco aceptar el concepto. Por supuesto, sin duda también hemos perdido algunos clientes que solo se interesan por los V8. Es necesario conducir realmente este coche. Es un producto muy convincente”. Recuerda a las palabras que dijeron desde BMW, después de que medio mundo les pusiera “a caldo” por lo gordo que está el M5 híbrido, dijeron que había que conducirlo antes de opinar al respecto y después de conducirlo, las opiniones siguen por la misma senda.
Desde CAR Magazine lanzaron una pregunta especialmente acertada: ¿no estarían perdiendo pasión y que no sea lo que quieren los clientes? Cuestión que salía a cuento porque, al parecer, el señor Schiebe está obsesionado con la tecnología y con superar los límites del rendimiento. Sin embargo, Schiebe respondió: “hemos avanzado mucho con esta tecnología, pero deberíamos haber explicado mejor la tecnología a nuestros vendedores y clientes. Seguiremos haciéndolo y mejorando. Hay un dicho alemán que afirma: ‘nunca hay una segunda oportunidad para una primera impresión’. Tal vez no hayamos logrado la primera impresión, pero si tienes la oportunidad, estoy seguro de que la tecnología te convencerá”.
Es como hablarle a un sordo, las declaraciones no abordan la problemática del modelo y tampoco hacen hincapié en los gustos de los usuarios. Quien compra un Mercedes-AMG, compra un coche con un motor V8, grande y gorgoteante, es parte de la esencia de las esas siglas y sin un motor así, la identidad del coche, de los productos de Mercedes-AMG, se diluye. Y lo decimos nosotros, que hemos probado el Mercedes-AMG SL43 y nos ha parecido un coche soberbio, pero claro, el Mercedes SL todavía conserva sus versiones con motores de ocho cilindros… No es la misma situación.
Las ventas del Mercedes-AMG C63 S E Performance 4MATIC –así es la denominación completa, cada día más largas e impersonales… – son malas, muy malas. La firma alemana no ha dado a conocer datos, pero diferentes fuentes afirman que son “cercanas a cero”. Un fracaso monumental que, quizá, sea porque nadie ha entendido el concepto que pone en circulación, como ya ha ocurrido en alguna otra ocasión.
Javi Martín
Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".COMENTARIOS