Si un coche ícono de la industria, con historia pesada, con legado, huella o como gustes considerarlo tiene en su familia un hermano tan poco conocido como distinguido, es probable que al origen de la creación de éste lo encontremos en la capital del diseño automotriz italiano. ¿Qué puede lucirse más que el bosquejo de la silueta o del ángulo que más prefieras de un Ford Escort de primera generación, un galante en la ciudad, un respetado en las carreras?
El sedán de dos y cuatro puertas americano –más bien angloamericano, porque, siendo un modelo pensado para Europa, su mercado más exitoso fue el británico– se ha forjado desde su primera etapa a base de esa doble personalidad y la respuesta a la pregunta la tiene una versión que jamás conoció la producción, y cuya materialización significó una evolución notable de ese lenguaje urbano original. Corrección: no fue una evolución, sino una interpretación. Una interpretación italiana, el Escort más italiano jamás imaginado.
Ese fue el Ford Escort Monte Carlo, que, como verán, poco y nada parecía compartir con la apariencia del MK1 de serie. Las fotos tomadas para acompañar su reseña previa a su inminente subasta nos muestran un coche que bien podría haber salido de Maranello. Nada de coincidencias. El Ferrari 330 GTC 1966 fue una inspiración para el diseñador turinés detrás de este one-off de los setenta.

Además de encontrarse influenciado por las impredecibles líneas del 330 GTC, Pietro Frua se sirvió de uno de sus diseños ya existentes en aquel entonces. Probablemente, el Monte Carlo les recuerde a otro deportivo clásico contemporáneo al Ferrari, rival del cavallino. ¿Algún nostálgico de los BMW de los sesenta presente entre los lectores que se quiera pronunciar? Este Ford Escort tiene raíces en el BMW 1600 GT, porque el Glas GT, su antecesor, fue el diseño de Frua que se refleja en la brillante carrocería del Monte Carlo.
París, 1971. El coche que se convertirá en fuente de inspiración atemporal concentra a las autoridades e invitados en primera fila y a la prensa que intenta asomar. El Renault 17 se presenta en el Salón del Automóvil y se lleva hasta la contemplación del presidente francés Georges Pompidou, el otro foco de atención. El Mercedes SLC también hace su debut, entre mujeres con costosas carteras y hombres en pipa. En simultáneo, otro cupé de dos puertas, aunque sin las angulares formas del modelo alemán, se muestra por primera vez en público. Ahí está, es el Ford Escort Monte Carlo.
Chéserex, Suiza, 2025. Aquel cupé nacionalizado italiano, único de su especie, espera ser transferido mientras junio va diciendo adiós. En las horas finales del mes, alguien se quedará con su diseño irrepetible, con su motor, que es el original, el Kent 1.3 de Ford, con su caja manual de cuatro y su pintura de carrocería, que no siempre fue la misma. Hasta el 2003, este coche avanzó por carretera mostrando un marrón metalizado. Ese año el Escort Monte Carlo habría sido sometido a restauración y, con una nueva capa roja, la que ven en fotos, empezó a transitar su segunda vida.
Mauro Blanco
Veo arte en los coches y en sus diseños una potencia que va más allá de las cifras. Ex conductor de Renault 12 rojo modelo 1995 de épicos e imprevisibles episodios, al que recuerdo por la hostilidad de su volante, pero, sobre todo, por nunca haberme dejado en el camino.COMENTARIOS