Volvo será recordado siempre como un fabricante obsesionado por la seguridad. De hecho, han hecho la seguridad su principal pilar, el cual, se ha desarrollado a lo largo de décadas de trabajo y estudio. Quizá se haya llegado a un momento un tanto excesivo, pero cuando se quiere proteger a toda costa a los ocupantes de un vehículo, al final, hay que pasar ciertos límites.
La Volvo actual también se caracteriza por ser una marca en la que no pensaría nunca un chaval de 20 años, ni siquiera una persona con un estilo de vida deportivo y dinámico. Se ha vuelto una marca muy seria y señorial, y parece que cada día va a más. Todo lo contrario que a comienzos del Siglo XXI, cuando empezaron a usar un diseño bastante interesante e incluso juvenil, al tiempo que ponían en circulación modelos que buscaban atraer a un público más joven que el tradicional conductor de un Volvo.
El coche que más hincapié hizo en ello fue, sin dudas, el Volvo C30. Allá por 2006 se lanzó un compacto de imagen muy llamativa y que algunos llegaron a relacionar con el Volvo 480 –según se dijo, fue la fuente de inspiración para su diseño–. La aparición de este compacto, que nunca estuvo disponible con carrocería de cinco puertas –las cosas que hacían antes, ¿eh? ¡Y además, Volvo!–, fue cosa de Ford, que había tomado el control de la compañía sueca en 1999 y pretendía expandir la gama de productos a escalones inferiores a los que tradicionalmente había prestado atención Volvo.
Y además, Ford también aplicaba una economía de escala brutal, así que el Volvo C30 se basó en la plataforma global P1, la misma que usaba el Ford Focus. Es decir, la base del coche era buena y se compartía también con la primera generación del Mazda 3. Sin embargo, en el caso del C30, la puesta a punto era más suave, más confortable y refinada, más premium. Tenía muchas cosas en común con el Volvo S40 y el Volvo V50, aunque sería más acertado decir que era la versión de tres puertas del S40 –el V50 era la carrocería familiar–.
La gama de motores era la básica en un compacto, con motores de hasta 1.6 litros para las versiones de acceso o motores diésel de hasta dos litros y 145 CV. Como máxima exponente estaban el turbodiésel de 2,4 litros y 180 CV –el Volvo C30 D5– o el 2.5 turbo de 230 CV –el Volvo C30 T5, que compartía motor con el Focus RS–. El más vendido fue, como cabría esperar por las fechas, el C30 con el motor diésel 1.6 y 109 CV, motor que también se podía encontrar en la gama Focus.
Aunque no era mal coche y su diseño fue muy aplaudido, el hecho de emplear componentes Ford fue muy criticado y creó un estigma en el modelo que afectó a las ventas. También afectó la valentía de ofrecer únicamente una carrocería de tres puertas. La producción duró siete años, con un restyling unos años de su cese de producción, que se efectuó en 2013 tras 210.000 unidades producidas –incluidas las del restyling–.
Javi Martín
Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".Pues el mío tras 17 años y 430.000 km con motor 2.0 diesel de 136 cv sigue funcionando, sin exagerar, como el primer día. Sigue haciendo sus casi 80 kilómetros de ida y vuelta al trabajo con la misma sensación de conducción, fino, recuperando bien desde bajas revoluciones y dando su patada a partir de las 2.000 con el mismo vigor, tanto en tercera como en cuarta. El motor, PSA, es el original y sigue respondiendo sin tirones ni vibraciones raras tras más de la respetable cifra de 400.000 km. En cuanto a su aspecto exterior, al ser la versión… Leer más »
Son una chulada…