Hoy día nos encontramos ante la verdadera revolución del carsharing, es decir, del coche compartido. Hemos visto como Daimler irrumpía en las capitales europeas con su marca Car2GO, el grupo PSA hacía lo propio con Emov y otras con sus respectivas plataformas. Esto nos ha hecho reflexionar acerca de los vehículos idóneos para esta actividad y el smart pero con cuatro plazas sería ideal. Esto no existe (salvo el smart Forfour y es más grande), lo que ha conseguido que se nos encienda la bombilla y recordemos al Toyota iQ, hace unos meses os hablábamos de su versión eléctrica.
El iQ era un coche de reducidas dimensiones, con apenas 2,98 metros de longitud y 1,68 metros de anchura, en el que era posible que se alojasen tres adultos de forma confortable y cuatro algo ajustados haciendo uso de una configuración un tanto especial de 3+1 ocupantes.
Esta configuración era posible gracias a un diseño asimétrico del habitáculo en el que se había dejado un mayor espacio en el lugar del acompañante adelantando su asiento y reduciendo el volumen del salpicadero, de este modo era posible situar a dos ocupantes en el lado correspondiente sin la necesidad de llamar al médico para realizar una amputación de urgencia.
Además, el iQ presentaba otros elementos interesantes, como la posibilidad de equipar un sistema de faros bixenón, algo difícil de ver en el segmento de los urbanitas. También era posible -en el acabado más alto- incorporar tapicería de cuero, asientos calefactados y un elevado nivel de equipamiento para lo que se estilaba en 2009. Este no pasó a la historia con mucha gloria pero es cierto que sus precios en el mercado de segunda mano son sorprendentemente elevados, al tiempo que se puede apreciar cierta intensificación en su demanda, a juzgar por lo poco que duran a la venta.
Existían dos motores de gasolina: uno de 1 litro y 68 CV, el más descafeinado; por otro lado estaba el 1.3 de 99 CV algo más interesante. Esta variante fue fabricada y rediseñada para Aston Martin con el objetivo de reducir sus emisiones medias, dando lugar al Aston Martin Cygnet.
Toyota tiró entonces por el camino que ella misma había creado con paquetes de equipamiento cerrados, lo que limitaba las posibilidades de hacerse con una unidad al gusto, pero que lograba hacer que el iQ tuviese un precio realmente competitivo, ¿Fue esto lo que hizo que smart se pusiese las pilas? Nunca lo sabremos, pero lo cierto es que es el único modelo de la competencia que ha osado plantarle cara. En una presentación del grupo Daimler pude ser testigo de cómo un directivo de la firma alemana comentaba que no entendía por qué no logró un éxito mayor el Toyota y que hubo reuniones para atajar esta ofensiva desde el punto de vista de smart.
Este Toyota no recurrió a complejos sistemas de suspensión ni a una avanzadísima plataforma que supusiese una gran revolución en la industria del automóvil, en su lugar hacía uso de un sistema McPherson delantero y un esquema de rueda tirada con elemento torsional en el trasero.
Esto, unido a su pequeña distancia entre ejes de 2 metros y una relación peso potencia algo interesante hacían que el iQ fuese un verdadero monarca de las urbes. Hoy es un coche más que interesante para comprar con un nivel de confort y acabado difícil de ver en el segmento y una capacidad muy interesante para llevar a dos ocupantes o equipaje.
Carlos Pascual
El olor a lubricantes y gasolina quemada han atraído a Carlos desde su niñez, por ello decide consagrar su vida a los coches: una forma de comunicarse, de disfrutar, de vivir.COMENTARIOS