En el año 2007, Toyota ponía en circulación el Toyota Auris, el reemplazo del Corolla. Era un coche diseñado y desarrollado en Europa, pero a pesar del tirón comercial que siempre ha tenido la designación Corolla, le cambió el nombre por uno basado en la palabra aurum, oro en latín. También se cambió notablemente el enfoque del coche, y aunque no era nada revolucionario ni rompedor, destacó por ser el primer compacto de la marca en montar un grupo motor híbrido.
Sin embargo, en aquellos años, el diésel todavía tenía mucho peso en el mercado. De hecho, por entonces, quien quería asegurarse unas buenas ventas necesitaba al menos un diésel en la gama, pero no valía cualquier cosa, porque las mecánicas con más ventas estaban entre los 90 y los 130 CV. Dentro de ese rango, cualquier motor diésel era un éxito de ventas asegurado incluso en las versiones deportivas. Los motores de gasolina se hicieron la opción para “frikis” o para aquellos que preferían un gasolina. Y ejemplos hay para aburrir con los deseados SEAT León FR TDI con 150 CV, los Opel Astra GTC con el diésel –de origen FIAT– también con 150 CV o el mismo Toyota Auris, cuya versión más prestacional era diésel, el D-4D Sport con 177 CV.
El Toyota Auris D-4D Sport con 177 CV fue la única versión con aspiraciones deportivas del compacto japonés, pero no era una versión deportiva en realidad, era un coche con un motor potente y una personalidad funcional. Toyota había perdido sus objetivos deportivos, ni siquiera se fabricaba el Celica, que cesó su producción en el año 2006 dando carpetazo a la historia de la marca japonesa en el ámbito deportivo. Costó que volviera a retomar esa senda, pero en aquellos años, ni la variante más potente de uno de sus modelos tenía una personalidad guerrera.
Por el contrario, el Auris D-4D de 177 CV era un coche que tenía la misma personalidad del reto de modelos, es decir, era un coche funcional y versátil, con un habitáculo amplio y unas calidades más que decentes, aunque en alguna ocasión se criticó el uso de plásticos duros –una característica muy japonesa, todo sea dicho–. Sin embargo, el motor de esta versión, un 2.2 turbo de cuatro cilindros, destacaba por su suavidad de funcionamiento, pero también por un talante poco deportivo y por unas prestaciones un poco justas para sus cifras de potencia y par. Un TDI de 170 CV era más deportivo y más rápido, aunque también más tosco y ruidoso.
Una de las características del Toyota Auris D-4D Sport, era que montaba una suspensión trasera diferente al resto de la gama, un esquema de paralelogramo deformable en lugar del eje con ruedas tiradas y elemento torsional. También era 10 milímetros más baja y contaba con un tarado específico que, si bien, no era realmente firme, si resultaba más dinámico que en el resto de versiones.
Estuvo muy poco tiempo a la venta, entre 2007 y 2009, y en otros mercados, como Reino Unido, se vendía como Toyota Auris T180.
Javi Martín
Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".COMENTARIOS