Coche del día: Talbot Solara GL

Coche del día: Talbot Solara GL

Amplio, rutero, pero con un motor un poco flojo


Tiempo de lectura: 3 min.

El Talbot Solara GL podría haber pasado desapercibido en su momento, pero era la personificación de “coherencia y versatilidad, a un precio aceptable”. No era un coche que podamos considerar ágil, así como tampoco es un coche especialmente veloz, pero por 835.609 pesetas, unos 5.022 euros de 1981, se tenía acceso a un coche moderno, suficientemente eficaz y de consumos austeros, con un enorme maletero para la época y un destacado confort de marcha.

La carrocería de tres volúmenes, al menos en España, siempre contó con muchos seguidores, además, seguidores fieles. Era una carrocería a la que se otorgaba una imagen de “coche importante” y señorial, un coche con presencia y, además, también con valores altamente familiares. Sin embargo, también estaban muy ligadas a características algo tradicionales, como la transmisión a las ruedas traseras y a su empleo por padres de familia o señores de edad avanzada; los chavales no querían un sedán, querían un compacto o un polivalente –como se denominaban entonces a los utilitarios–; un hatchback o un fastback, en resumen.

Sin embargo, en los años 80 aparecieron muchos sedanes con tracción delantera, que hacían gala de un comportamiento en carretera espectacularmente fácil frente a un propulsión de la época, así como de un habitáculo especialmente amplio y un maletero de dimensiones respetables. Coches como el Peugeot 505, Volkswagen Passat… Coches frente a los cuales, un modelo como el Talbot Solara GL poco podía hacer, pues estaba más cerca de un Renault 9, al que superaba en longitud por un buen puñado de centímetros.

La vista lateral destacaba por el empleo de líneas rectas, volúmenes equilibrados y una cintura paralela al suelo, que le daba un toque de seriedad coherencia

Talbot Solara GL (2)

El Talbot Solara GL tenía un planteamiento bastante sencillo, aunque su equipamiento era bastante completo y no era un coche que se pudiera considerar barato, aunque sí con un precio aceptable y hasta coherente, según se mire. Si tomamos las palabras de Arturo de Andrés, publicadas en la revista Autopista número 1.153, el Solara GL era un coche muy razonable, aunque para dejarlo totalmente redondo, se recomendaba la opción de la servodirección y un cambio de neumáticos por unos más anchos –de origen montaba 155 en llanta de 13 pulgadas y se recomendaba la opción de 165 milímetros, montada en el Solara SX–.

Las cualidades ruteras era una de las principales bazas del Talbot Solara GL, así como su elevada estabilidad, aunque se daba de bruces con una dirección lenta y algo pesada, que pedía a gritos la asistencia –hidráulica en aquellos años–. El depósito de combustible tenía 60 litros, que, combinado con el buen hacer de las suspensiones en materia de confort, dejaban claro que el mejor terreno para disfrutar del coche eran las carreteras de alta velocidad. Sin embargo, en esas carreteras es donde aparecía uno de sus principales contras: falta de potencia.

El Talbot Solara GL tenía un cuatro cilindros de 1.592 centímetros cúbicos con culata de dos válvulas por cilindro, con árbol de levas lateral, varillas y balancines –distribución por cadena–, con un carburador monocuperpo Solex para la alimentación. La potencia era de 73 CV a 5.200 revoluciones y el par ascendía a 13,3 mkg a 3.000 revoluciones, todo enviado a las ruedas delanteras mediante un cambio manual de cuatro relaciones –la cuarta tenía un desarrollo de 27,2 kilómetros/hora a 1.000 revoluciones–. Motor que no podía mover con ligereza los 1.050 kilos que pesaba el coche según datos oficiales.

La velocidad máxima era de 150 kilómetros/hora, mientras que el 0 a 400 metros lo completaba en 19,9 segundos y los 1.000 metros, también con salida parada, se lograban alcanzar tras 36,9 segundos de aceleración. Los 400 metros, en cuarta, desde 40 kilómetros/hora, requerían 20,1 segundos.

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Sobre mí

Javi Martín

Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".

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Ingeniero de profesión, la mayor pasión de mi vida son los coches desde que era un chaval. El olor a aceite, gasolina, neumático...hace que todos mis sentidos despierten. Ahora embarcado en esta nueva aventura, espero que llegue a buen puerto con vuestra ayuda. Gracias por estar ahí.

Javi Martín

Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".

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Veo arte en los coches y en sus diseños una potencia que va más allá de las cifras. Ex conductor de Renault 12 rojo modelo 1995 de épicos e imprevisibles episodios, al que recuerdo por la hostilidad de su volante, pero, sobre todo, por nunca haberme dejado en el camino.

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Ando loco con los coches desde que era pequeño, y desde entonces acumulo datos en la cabeza. ¿Sabías que el naufragio del Andrea Doria guarda dentro el único prototipo del Chrysler Norseman? Ese tipo de cosas me pasan por la cabeza. Aparte de eso, lo típico: Estudié mecánica y trabajé unos años en talleres especializados en deportivos prémium.