Aún a día de hoy resulta raro ver un coche con cambio automático en España. De hecho, en general este tipo de transmisión está muy denostada por buena parte de los conductores europeos, asociándola a un estilo aburrido, monótono y carente de pericia. Sin embargo, lo cierto es que incluso en el ámbito de los modelos más populares vemos versiones automáticas desde los lejanos años sesenta. Prueba de ello es el SIMCA 1000 Automático fabricado en la planta de Villaverde desde 1968. Una variante muy minoritaria debido a los motivos obvios que todos presuponemos, aunque no por ello inexistente. De hecho, como veremos no fue el único modelo de estas características en su segmento durante aquellos mismos años.
Para empezar a hablar del SIMCA 1000 Automático bien está repasar algunos viejos temarios de antropología. En ellos, sin buscar demasiado, encontraremos el concepto de “segunda naturaleza “. Una idea por la cual se insiste en la necesidad de repensar constantemente aquellos que tenemos como natural pues, al fin y al cabo, nuestra crianza como humanos es tan larga que llegamos a asimilar como inherentes a nuestro ser ciertas ideas que, más bien, son fruto de la cultura en la que hemos sido socializados desde la más tierna infancia. Así las cosas, en el caso del automovilismo europeo se ha visto tan natural el cambio automático como denostable el automático. Pero, ¿es éste un juicio justo?
Para empezar, el principal argumento de los intrépidos al volante a la hora de ensalzar lo manual es que esto da más diversión. Y sí, es cierto. Tan cierto como que una gran parte de los conductores que vemos a diario sobre el asfalto no buscan diversión alguna, sino tan sólo desplazarse de una forma eficiente y asequible de un punto al otro. En este sentido, la verdad es que el cambio automático no dará aura alguna de piloto, pero sí otorga comodidad y sencillez de manejo. Especialmente para aquellas personas con ciertas dificultades motrices a la hora de presionar constantemente el pedal de embregue en situaciones urbanas como un atasco. De hecho, ni que decir tiene cuando esto lo llevamos al ámbito de los vehículos industriales.
En Europa nunca se ha visto demasiado bien el cambio automático, pero en verdad cuenta con bondades muy prácticas y, además, en el caso de este modelo se ha de tener en cuenta cómo Barreiros ponía al alcance de las gamas medias una tecnología reservada en Europa para ciertas variantes de la gama alta
SIMCA 1000 Automático, en busca de nuevos mercados
Lejos de querer polemizar lo más mínimo con los más apasionados deportistas, en los párrafos anteriores simplemente hemos querido señalar algunas de las ventajas objetivas que el cambio automático da en determinadas situaciones. Especialmente urbanas. Algo de lo cual también se dieron cuenta los directivos de FIAT, quienes en 1966 presentaron una variante del 850 con cambio semiautomático. La Idromatic. Destinada a dar toda la comodidad posible en el uso diario.
Obviamente, debido al escaso margen que la tradición automovilística europea da a los modelos automáticos, aquel FIAT no contó con el favor del público. Sin embargo, puso el foco sobre la posibilidad de crear modelos automáticos en la gama media. De hecho, más allá de las razones comentadas anteriormente esta idea era interesante porque ponía al alcance del usuario popular un componente hasta entonces sólo visto – en Europa – en los coches de alta gama.
Y bueno, ¿no es ése acaso un buen argumento publicitario para cualquier fabricante masivo que se precie? No en vano, poder anunciarse con la seguridad que da poner al alcance de las masas inventos hasta entonces restringidos a las clases pudientes da un eficiente tono popular muy rentable en empresas que deseaban ser hegemónicas en sus mercados. Justo el caso de Chrysler-Barreiros, la cual replicó la fórmula del 850 Idromatic en 1968 presentando un SIMCA 1000 con transmisión Ferodo con convertidor hidrocinético.
Las prestaciones eran prácticamente iguales que en las versiones manuales, siendo la única diferenciar el montar una transmisión automática proveniente del fabricante británico Ferodo, el cual hoy en día sigue realizando piezas como, por ejemplo, pastillas de freno
Respecto a las prestaciones, éstas eran las mismas que la versión correspondiente en manual. Así las cosas, la opción automática se podía montar con cualquier motorización y acabado de los tres disponibles. De esta forma el SIMCA 1000 Automático conservaba casi el mismo carácter de las versiones manuales, estrenadas en Francia en 1961 para ver el inicio de su producción en España cuatro años más tarde. Eso sí, ni que decir tiene que todo esto del cambio automático como opción de fábrica lo estamos referenciando para las versiones que no fueras especiales, prestacionales. Hablamos de la rallye así como de la preparada por Abarth, presente en el mercado francés. Obviamente, también incluimos las escasas con kit De Tomaso, aunque éstas no eran ofertadas por la propia Chrysler España claro está. Obviamente, el particular universo deportivo y prestacional del SIMCA 1000 – el cual da para no pocas páginas memorables – estaba fuera de cualquier consideración sobre un hipotético cambio automático.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.COMENTARIOS