El SEAT Ronda 1.2 GL apareció allá por 1984, cuando en la firma de Martorell decidieron abandonar su motor de balancines y adoptar “su nuevo” desarrollo, el conocido bloque System Porsche. Como cabría esperar, la adopción del nuevo motor supuso una enorme ganancia para el Ronda, pero también demostró las carencias del coche en otros apartados.
La ruptura de SEAT y FIAT es una de las partes más conocidas de la historia de la compañía española. Una ruptura que tuvo como consecuencia un cambio en toda la gama del fabricante, aunque sin cambiar técnicamente muchos de los elementos, pues no se tenía ni capacidad ni posibilidades económicas. Aun así, lograron salir al paso y poner en circulación algunos modelos como el SEAT Ronda, que no era otra cosa que un SEAT Ritmo con muchos cambios.
Hasta 1984, el Ronda montaba todavía motores de origen FIAT, pues no había otra cosa y gracias a unos acuerdos, SEAT podía usar esos motores. Sin embargo, la puesta en escena de los famosos System Porsche, permitió que la independencia técnica de la marca de Martorell fuera una realidad. No obstante, aunque era un buen motor, tanto en su versión de 1,2 litros como en la de 1,5 litros, las bases sobre las que fueron montados no eran tan buenas.
En el caso del SEAT Ronda 1.2 GL, el protagonista es, obviamente, el propulsor. Según la revista Autopista, en una prueba publicada en 1984, el 1.2 System Porsche era el motor fabricado en serie más moderno de Europa, lo que servía de orgullo para la gente de SEAT y para una gran cantidad de aficionados españoles.
La base del Ronda ya era vieja cuando el modelo salió al mercado, pero permitió a SEAT mantenerse a flote, no sin esfuerzo, durante unos años
Hablamos de un propulsor con 1.193 centímetros cúbicos, un solo árbol de levas en cabeza, dos válvulas por cilindro y cámaras de combustión tipo Heron –en la cabeza del pistón–. Alimentado por un carburador vertical, rendía 63 CV a 5.800 revoluciones y 8,8 mkg a 3.500 revoluciones. Cifras que, para el cubicaje y para el tipo de motor, era de los mejores de su categoría en el mercado y presumía de una caja de cambios de cinco relaciones con unos desarrollos más o menos ajustados –en cuarta era de 25,3 km/h a 1.000 revoluciones y en quinta era de 32 km/h a 1.000 revoluciones–.
La comunión entre el motor 1.2 Systema Porsche y el SEAT Ronda, daba como resultado un coche que, si bien no era rápido a ojos de cualquier usuario del Siglo XXI, para su momento era perfectamente válido para cubrir cualquier necesidad. La velocidad máxima era de casi 142 km/h en quinta, mientras que en cuarta alcanzaba 10 km/h adicionales –muy común en aquellos años–, siempre según la prueba antes mencionada. Los 400 metros con salida parada los hacía en 19,9 segundos y los 1.000 metros en idénticas condiciones, en 36,7 segundos. Los consumos homologados eran, igualmente, coherentes con su época y anunciaba un gasto de 5,1 litros a 90 km/h, 6,8 litros a 120 km/h y 9,3 litros en circulación urbana.
Entre las peculiaridades del SEAT Ronda 1.2 GL, estaba la poca resistencia de los frenos, que tenían una marcada tendencia a calentarse, el fuerte autocentrado de la dirección, que obligaba a no soltar en demasía el volante a la salida de las curvas y una calidad general de acabado mejorable. El selector del cambio tenía un accionamiento muy duro, al igual que el mando de la bocina, que exigía mucha fuerza para que sonara.
Javi Martín
Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".COMENTARIOS