El Renault Mégane llegó al mercado para ocupar el lugar del R19, un coche que había acaparado un enorme éxito de ventas. Por ello, con el objetivo de mantener ese mismo ritmo, el Mégane daba un enorme salto generacional, aunque se mantenían muchas cosas intactas, como el talante del propio coche, la silueta y el concepto de “un coche, muchas carrocerías”.
Aparecido en 1995, la primera entrega del Mégane logró, precisamente, todos los objetivos que Renault se había impuesto. Sin embargo, la competencia mejoró notablemente con el paso del tiempo; apareció el Volkswagen Golf IV, la primera generación del Ford Focus, el SEAT León, el Opel Astra G… hacía falta una renovación y por ello, se presentó en 1999 el restyling del Renault Mégane, o como les gusta decir a los fanáticos de los coches franceses, el Mégane I fase II.
Los cambios se podían apreciar a simple vista, aunque no eran rompedores. El frontal recibió un nuevo capó con una nueva calandra integrada, los faros eran ligeramente diferentes, había nuevas llantas, nuevos colores, retoques en los pilotos y en los paragolpes… todo era muy sutil, pero permitía que desprendiera un aire diferente con respecto a la fase I. En el interior también había cambios, aunque básicamente eran cuestiones de materiales, colores y algunos mandos –como el volante, interruptores o el selector del cambio–, pues el diseño general quedó intacto.
Cuando algo funciona, no lo cambies. Eso debió pensar Renault con el restyling del Mégane, porque retocó lo justo para mantenerlo al nivel de las novedades que fueron llegando
Se mantuvo el concepto de “un coche, muchas carrocerías”, con el personalísimo coupé y la poco demandada carrocería familiar. Todos compartían motores, cuya gama empezaba en el cuatro cilindros de 1,4 litros y 95 CV –120 Nm de par– y llegaba al 2.0 de 140 CV. Había dos opciones diésel, uno atmosférico y otro turboalimentado, ambos sobre la misma base. El atmosférico rendía 65 CV y el turbodiésel llegaba 100 CV.
El 1.9 dTi se posicionó rápidamente como el más popular de la gama, no en balde, el Mégane I fase II apareció en plena era turbodiésel. Presumía de un consumo de 5,6 litros de media y se posicionaba como el más austero de toda la gama y, según la prensa de la época, en la opción más interesante de la gama.
Curiosamente, el Mégane I fase II tampoco contó con versión deportiva. El Mégane Coupé llegó a tener el 2.0 16v del Clio Williams, que en la fase II se cambió por el 2.0 16v de 140 CV y posteriormente, por el 2.0 IDE con inyección directa. Pero eso fue todo, nunca hubo un Mégane RS, a pesar de que Renault compitió con el Mégane en diferentes campeonatos.
En el año 2000 apareció la segunda generación del Mégane, aquella del “culo raro” que, a pesar de lo que todo el mundo decía, también fue un éxito de ventas.
Javi Martín
Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".COMENTARIOS