Coche del día: Peugeot 306 1.6 Boulevard sedán

Coche del día: Peugeot 306 1.6 Boulevard sedán

Diseño conservador y buenas cualidades ruteras, típica receta Peugeot


Tiempo de lectura: 3 min.

El Peugeot 306 sedán es un ejemplo de lo mucho que se apreciaba la carrocería sedán a finales de los 90 y comienzos de los 2000. Todos los compactos de aquellos contaba con una opción de tres cuerpos, todos: Mégane, Astra, Focus, Toledo –lo más parecido a un sedán del León, aunque en realidad es al revés, el León es la versión cinco puertas del Toledo–, Rover 45… Había mucho donde elegir y todos contaba con versiones “media gama” con motores 1.6 atmosféricos de cuatro cilindros.

Hace mucho tiempo que ya no se usan, pero los motores de cuatro cilindros y 1,6 litros era una constante en la gama de cualquier compacto. Era uno de los motores más populares, pues ofrecían un rendimiento correcto, buenos consumos y además, eran baratos. Por eso, aunque los diésel empezaron a dominar con mano de hierro todas las listas de ventas, los compactos con carrocería sedán mantuvieron los propulsores de 1,6 litros como una opción, aunque mucha gente no lo viera, muy interesante.

A la vista está, por ejemplo, que las ventas situaban estas opciones como las más demandadas después de los turbodiésel y fue uno de esos motores que estuvo en la industria del automóvil durante décadas. Así, el Peugeot 306 1.6 Boulevard sedán, representaba un coche que muchas familias llegaron a tener en cuenta, pues no solo ofrecía un diseño agradable y equilibrado –aunque un poco tradicional y conservador, muy Peugeot de los 90 y los 2000–, también garantizaba un buen maletero de 465 litros. Puede parecer poco, pero el 306 sedán medía 4,27 metros de largo y 1,69 de ancho. Era un maletero de buenas dimensiones.

Peugeot 306 1 6 Boulevard sedán (2)

Su motor era el menos potente del segmento y sus rivales le superaban en muchos apartados, pero sus cualidades le hacían un coche muy interesante para un gran número de usuarios y, además, era uno de los más baratos

El sedán francés llegó al mercado a mediados de los 90 y a para comienzos del Siglo XXI ya empezaba a notar el paso del tiempo, lo que provocó que se viera superado en algunos apartados por recién llegados como el Ford Focus sedán o el Renault Mégane sedán. Sin embargo, era uno de los coches más baratos de su segmento, con un precio, en el año 2000, 2.032.000 euros, 12.213 euros sin sumar IPC –21.434 euros con el IPC añadido–. Un precio que lo volvía casi la mejor opción entre los compactos con carrocería sedán, que se combinaba con un conjunto motor-cambio que daba un resultado destacable.

Con 1.587 centímetros cúbicos –con una carrera bastante larga, 82 milímetros, frente a 75,8 milímetros de diámetro para los pistones– y un solo árbol levas en culata que actuaba sobre dos válvulas por cilindro, rendía 90 CV a 5.600 revoluciones y 14 mkg a 3.000 revoluciones, unos 130 Nm. Era el menos potente de su categoría, pero a cambio, ofrecía un funcionamiento bastante agradable y lograba unas recuperaciones, según la revista Autopista, francamente buenas. Pero claro, había truco, pues tenía unos desarrollos del cambio tirando a cortos, con 24,61 km/h por 1.000 revoluciones en cuarta y 31,29 km/h por 1.000 revoluciones en quinta –El Focus 1.6, por poner un ejemplo, tenía una quinta de 36,48 km/h por 1.000 revoluciones–.

Esos desarrollos cortos también ofrecían buenas cifras de aceleración, pero afectaban negativamente al consumo, que se cifraba en 7,7 litros de media, uno de los consumos más elevados. No obstante, en las pruebas de la época, la revista Autopista registró, en su banco de potencia, casi 99 CV a 5.380 revoluciones, lo que explicaba, en parte, sus buenas reacciones en carretera.

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Sobre mí

Javi Martín

Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".

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Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".

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