El Peugeot 206 1.6 XS era la opción intermedia, con motor gasolina, del pequeño utilitario francés. Una variante que podía presumir de prestaciones, pero, sobre todo, de comportamiento dinámico. Lástima que el Peugeot 206 era el más pequeño del segmento en lo que se refiere a espacio interior, lo que penalizaba siempre en las comparativas de la prensa, aunque un vistazo a las ventas dejaba claro que para los usuarios no era un problema.
Durante muchos años, uno de los motores base en cualquier gama, era el cuatro cilindros de 1.600 centímetros cúbicos. Un propulsor que, por configuración y cubicaje, podía dar vida a infinidad de coches, con potencias que podían llegar a los 120 CV. Una cifra de potencia más que suficiente para mover coches que, en muchos casos, apenas superaban los 1.100 kilos. Además, hablamos de motores atmosféricos, los turbo como base indiscutible para todos los propulsores llegó mucho más tardes.
Así, el Peugeot 206 1.6 XS era, en definitiva, una versión lógica y, por a´si, decir, estándar, pues escondía un motor cuya presencia era bastante común en la industria, aunque lo era sobre todo en el segmento de los compactos. Entre los utilitarios, el Ford Fiesta tuvo un bloque de 1,6 litros, pero el SEAT Ibiza, por ejemplo, nunca tuvo uno motor con ese cubicaje. El T toyota Yaris tampoco llegó a tener un bloque 1.6, pero si lo tuvo el Nissan Micra.
Por consumos no podía competir, ni de lejos, con las versiones HDI, pero en agrado de conducción superaba a las versiones diésel con bastante facilidad

El caso es que el Peugeot 206 1.6 XS era un coche muy interesante que, además, tampoco era especialmente caro –2.169.673 pesetas, unos 13.040 euros de finales de los 90–. Sobre el papel, podía convencer a cualquier conductor amante de las buenas prestaciones, y sobre el asfalto, podía convencer a cualquiera. Eran 1.587 centímetros cúbicos, inyección, culata de cuatro válvulas, dos árboles de levas, compresión de 10,8 a 1… Todo para lograr 110 CV a 5.750 revoluciones y 147 Nm a 4.000 revoluciones, unas cifras que no tenían ningún problema en mover con soltura los 1.040 kilos del coche.
Motor 16, en una de sus muchas pruebas, llegó a catalogar este motor como brillante y lo consideró como una referencia entre los de su tipo, aunque criticaron la elevada rumorosidad al superar las 5.000 revoluciones y la peor sonorización del habitáculo –uno de los motivos de su poco peso–. Solo fue eclipsado, en su categoría, por el SEAT Ibiza, que era más grande y más potente gracias al empleo del motor 2.0 de ocho válvulas conocido de Volkswagen.
El Peugeot 206 1.6 XS tenía al enemigo en casa. Por un lado, las versiones con motores 1.4 era más baratas y por tanto, más populares. Por otro lado, las versiones HDi que, a pesar de ser notablemente más caras, fueron las más vendidas en plena fiebre de los motores turbodiésel. Por ello, quedó como una versión para usuarios que buscaban una cosa muy específica y, ¿por qué no?, para los usuarios más entendidos, que huían del pequeño 1.4 por sus 75 CV y del turbodiésel por su sonido y vibraciones.
Javi Martín
Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".COMENTARIOS