Coche del día: Opel Vectra Caravan 1.8 GL

Coche del día: Opel Vectra Caravan 1.8 GL

La lógica todavía imperaba a mediados de los 90


Tiempo de lectura: 4 min.

El Opel Vectra Caravan 1.8 GL, cuya vida comercial tuvo lugar a mediados de los 90, resultó ser una de las versiones más equilibradas de la gama, si hacemos caso, como siempre, a las pruebas de la época. Pero no solo eso, el Vectra Caravan, al parecer, también estrenó algunas novedades para el Opel Vectra, como ligeros retoques en el habitáculo para mejorar la posición de conducción. Un detalle que, como curiosidad, reconoció la propia marca antes de llevar a cabo los retoques antes mencionados.

A mediados de los 90 ya se conocía el potencial de los motores turbodiésel, pero todavía no habían logrado explotar comercialmente como lo harían después. Estamos situados en 1996 y los turbodiésel se harían casi imbatibles apenas uno o dos años después. Sin embargo, antes de que eso ocurriera, los motores gasolina mantenían su hegemonía con opciones que podríamos considerar como muy tradicionales y que, en coches como el Opel Vectra, se repartían entre un bloque de 1,6 litros, un intermedio de 1,8 litros y el más potente, que solía tener 2,0 litros.

En el caso del Opel Vectra Caravan 1.8 GL nos encontramos con una de las versiones más populares del catálogo, pues el acabado GL se situaba como el segundo empezando desde abajo y el motor, sin llegar a ser el más básico, tampoco era un dechado de prestaciones, era una opción con una potencia que, por entonces, se consideraba media, y coste de uso aquilatado y asumible. De hecho, los rivales del Vectra Caravan 1.8 GL era numerosos: FIAT Marea 1.8 Weekend, Renault Laguna 1.8 Break, Ford Mondeo 2.0 Familiar, Volvo V40 1.8…

Por 3.075.000 pesetas, el Opel Vectra Caravan 1.8 GL presentaba un conjunto animado por un bloque de cuatro cilindros con 1.799 centímetros cúbicos, culata de cuatro válvulas por cilindro y dos árboles de levas, inyección y aspiración natural, que rendía 115 CV a 5.400 revoluciones y 17,3 mkg a 3.600 revoluciones –unos 170 Nm–, que ponían a este familiar alemán a 195 km/h con un gasto en ciudad de 9,2 litros y de 7,2 litros a 120 km/h. Resulta interesante que son datos de consumos bastante buenos para un motor gasolina, atmosférico y de 1,8 litros de cubicaje, fabricado a mediados de los 90, aunque también afecta mucho que los desarrollos del cambio eran tirando a largos, o más bien, muy largos –31,36 km/h a 1.000 revoluciones en cuarta y 38.99 km/h a 1.000 revoluciones en quinta, por ejemplo–

No había florituras en el Vectra Caravan, sino prestaciones lógicas y un interior modulable y aprovechable, pensado para poder afrontar las necesidades de cualquier familia

El peso total del conjunto era de 1.360 kilos, otro dato que ayudaba a tener unos consumos contenidos.Ese peso se lograba por una ausencia casi total de electrónica, ni siquiera tenía airbag de pasajero de serie, y en su lugar, había un llamativo hueco en el salpicadero, justo encima de la guantera. El aire acondicionado era de serie, al igual que el ABS, el cierre centralizado con mando o los elevalunas eléctricos delanteros –los traseros eran opcionales, al igual que las llantas de aleación–.

No cabe duda de que procede de otra época, una en al que se deba más importancia a otras cosas como el comportamiento y la facilidad de conducción, y no tanto a cachivache que al final estorba y hace el día a día muy desagradable. El motor ofrecía un buen rendimiento, con una entrega de par muy lineal y constante; según Francisco Morillo, en una prueba publicada en la revista Autopista número 1954, su curva de par parecía diseñada por un matemático por su impecable progresividad.

Por otro lado, se achacó que cuando se circulaba sin carga, la dureza de la suspensión trasera, pensada para poder soportar la carga que cabía en un maletero de 460 litros –en aquellos años era un hueco enorme–, resultaba un poco rebotona cuando el asfalto estaba roto y hacían que fuera un poco reactivo a las diferentes acciones sobre el pedal del acelerador.

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Sobre mí

Javi Martín

Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".

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Ingeniero de profesión, la mayor pasión de mi vida son los coches desde que era un chaval. El olor a aceite, gasolina, neumático...hace que todos mis sentidos despierten. Ahora embarcado en esta nueva aventura, espero que llegue a buen puerto con vuestra ayuda. Gracias por estar ahí.

Javi Martín

Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".

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La historia del automóvil está llena de grandes emprendedores, de ideas arriesgadas, curiosas casualidades, irreconciliables enemistades y muchos fracasos. Es un mundo intenso y fascinante del que muchos hemos quedado cautivados. Cualquier vehículo con un motor me parece interesante, ya sean motocicletas, automóviles, camiones, aviones o barcos; es estupendo sentir la brisa del viento en la cara sobre uno de ellos. Si estáis aquí es porque compartimos afición.

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