Coche del día: Opel Manta GT/E (B2)

Coche del día: Opel Manta GT/E (B2)

La primera y única versión que se vendió, al inicio, en España


Tiempo de lectura: 3 min.

El Opel Manta GT/E era la versión que todos querían, la más prestacional, la más deportiva, una variante que en 1983 sería renombrada como GSi, adoptando así la denominación de los nuevos Opel Kadett. De todas formas, cuando el Opel Manta GT/E adoptó su nueva identidad, el coche ya se consideraba viejo. Era un coupé muy tradicional incluso en los años 80, con motor delantero, propulsión y eje trasero rígido. Solo el Ford Capri presentaba una configuración tan clásica.

La primera generación del Opel Manta apareció en 1970, un año después de que Ford presentara el Capri. Se basaba en el Opel Ascona, un coche que había sido puesto en circulación poco antes y, aunque su aspecto era muy interesante, en general, era un coche bastante descafeinado. Es decir, no contaba con variantes realmente potentes y las que tenía, estaba un poco faltas de garra. No había agresividad, aunque en competición si hubo algunos éxitos.

El Manta que conocemos en España, al menos el más famoso, es el Opel Manta B, la segunda entrega del modelo, aparecido en 1975 y este, a su vez, se vio afectado por una renovación en 1982. Se le conoce como Opel Manta B2 y fue la que tuvimos en España, cuya primera versión disponible fue la GT/E. Para entonces, la configuración del modelo se consideraba tradicional y clásica, la misma Opel pondría en el mercado el Opel Kadett E en 1984, dejando viejo en un instante a casi cualquier coche.

Cuando el Opel Manta llegó a España, ya era viejo, aunque eso no impidió que fuera un coche deseado y de aspecto deportivo; solo hubo un problema: se le acabó relacionando con gente poco deseable en los 80

1984 Opel Manta 1011

Aun así, el Opel Manta GT/E tenía pinta de coche que merecía respeto, se le veía deportivo, afilado, con unas enormes ruedas de 195/60 HR-14. Sin embargo, cuando se conducía, las primeras sensaciones hablaban de otra cosa, de un coche que estaban más cerca del Opel Ascona de lo que parecía a simple vista, algo que se tornaba un mundo diferente cuando se intimaba con el coche, cuando se comenzaba a flirtear en las curvas con el límite de agarre, cuando se exprimía el motor a fondo, cuando se apuraban los frenos; es ahí cuando aparecía el deportivo que se dejaba ver con su silueta. Pero lo mejor de todo es que, además, gastaba poco combustible.

El Opel Manta GT/E que llegó a España, tenía escondido bajo su capó un motor de cuatro cilindros y 1.979 centímetros cúbicos, que no era nada del otro mundo. Tenía dos válvulas por cilindro, un árbol de levas en la culata, inyección electrónica, compresión de 9,4:1… Todo ello para obtener una potencia de 110 CV a 5.400 revoluciones y 16,5 mkg a 3.400 revoluciones. El cambio era de cinco relaciones y desarrollos larguísimos; la cuarta era de 31,4 kilómetros/hora cada 1.000 revoluciones y la quinta, de 39 kilómetros/hora cada 1.000 revoluciones.

Obviamente, esos desarrollos afectaban al desempeño del coche. La sensación general, si hacemos caso a lo que decía la revista Automóvil en 1983, era que faltaban prestaciones y que el motor estaba un poco falto de garra. Una sensación engañosa, aunque si es cierto que para obligar al coche a darlo todo, había que llevar el tacómetro por encima de las 4.500 revoluciones. Si se hacía esto, podía ponerse a 120 kilómetros/hora en tercera. En quinta, a 4.960 revoluciones, se lograba alcanzar la velocidad máxima de 193,5 kilómetros/hora, lo que se consideraba un récord absoluto para un motor “dos litros” atmosférico.

En cuanto al resto de datos, no se puede decir que fueran malos. Los 400 metros con salida parada se completaban en 17,5 segundos y los 1.000 metros, también con salida parada, en 31,6 segundos. Los 400 metros desde 40 kilómetros/hora en cuarta, necesitaban 19,6 segundos y los 1.000 metros desde 50 kilómetros/hora en quinta, requerían 40 segundos.

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Sobre mí

Javi Martín

Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".

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Ingeniero de profesión, la mayor pasión de mi vida son los coches desde que era un chaval. El olor a aceite, gasolina, neumático...hace que todos mis sentidos despierten. Ahora embarcado en esta nueva aventura, espero que llegue a buen puerto con vuestra ayuda. Gracias por estar ahí.

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Veo arte en los coches y en sus diseños una potencia que va más allá de las cifras. Ex conductor de Renault 12 rojo modelo 1995 de épicos e imprevisibles episodios, al que recuerdo por la hostilidad de su volante, pero, sobre todo, por nunca haberme dejado en el camino.

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Ando loco con los coches desde que era pequeño, y desde entonces acumulo datos en la cabeza. ¿Sabías que el naufragio del Andrea Doria guarda dentro el único prototipo del Chrysler Norseman? Ese tipo de cosas me pasan por la cabeza. Aparte de eso, lo típico: Estudié mecánica y trabajé unos años en talleres especializados en deportivos prémium.