El Opel Insignia 1.4T apareció en 2011 como versión de acceso a la gama. Llegó poco antes del restyling al que fue sometido el coche y como cabe esperar, solo estrenaba un nuevo motor, un bloque 1.4 turbo de 140 CV que se tomaba de otros modelos Opel, que tenía que tirar de 1.503 kilos. Una combinación que no dejaba que fuera especialmente ágil, sino suficiente para el día a día.
Allá por 2008, el Opel Insignia reemplazaba al Opel Vectra. Fue un cambio muy notable, con una mejora importante en todos los apartados y además, con un diseño que un tremendo acierto, ya que convirtió al Insignia en un éxito de ventas. Se vendió, sobre todo, con motor diésel, que podía tener 110 o 130 CV. Había otro más potente, con 160 CV y el motor de 110 CV desapareció en 2011, así que es muy común ver unidades con el motor 2.0 CDTi de 130 CV.
Pero, mientras el diésel mantenía su hegemonía en el mercado, las marcas mantenían los gasolina y seguían su evolución. Fue cuando se empezó a apostar por el downsizing, que consistía, básicamente, en reducir el cubicaje de los motores, pero mantener la potencia a base de diferentes soluciones, que por lo general se centraban en añadir sobrealimentación, inyección directa, así como admisión y distribución variable. Teóricamente, hacían un gran papel y ofrecían consumos muy contenidos, pero en la práctica, eran motores muy sensibles al uso y los consumos se podían disparar a poco que se pisara el acelerador.
Con el Insignia, Opel demostró que sabía hacer coches realmente bonitos y recuperó la esencia de la primera generación del Vectra, copando la gana de versiones potentes y muy veloces, aunque también con opciones más populares como el 1.4 turbo de 140 CV
El 1.4 turbo de Opel era uno de esos motores downsizing. Su introducción en la gama fue para reemplazar al anterior motor 1.8 atmosférico de 140 CV, al que mejoraba ligeramente en aceleración, pero hasta un 35% en consumo. Según datos oficiales, el 1.4 turbo gastaba casi dos litros menos. Concretamente, el consumo homologado era de 5,7 litros cada 100 kilómetros, que para ser un motor gasolina de 2011 es realmente bueno, aunque bastante optimista. En aquellos años, la normativa de homologación no era tan estricta como ahora y los consumos que se registraban no tenían nada que ver con los reales, que bien podían ser hasta dos y tres litros más.
La cifra de potencia no era del todo mala para el segmento, era lo mínimo admisible en un coche que medía 4,83 metros de largo. Pero la cifra de par, 200 Nm a 1.850 revoluciones, se quedaba un poco justa para los 1.500 kilos que pesaba el Insignia. Por ello, el 0 a 100 km/h se quedaba en 10, segundos y la velocidad máxima en 205 km/h. Datos que para cualquier conductor medio sería más que suficiente, pero que en realidad, ante un adelantamiento con el coche cargado, se quedaban un poco justos.
Sin embargo, el Opel Insignia destacó desde el primer momento por su buen comportamiento en carretera. Según la revista Autofácil –número 132, octubre de 2011–, el Insignia era un coche muy bueno en carretera por su estabilidad y por una pisada y un confort de coches más caros. No era el mejor del segmento porque pesaba mucho, pero estaba entre los mejores. Y en cuanto a calidad, también fue un coche que se posicionó en un gran nivel.
Javi Martín
Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".COMENTARIOS