El Opel Ascona 2.0 GLS, con un precio de 2.022.875 pesetas, se podía considerar un coche accesible. Hablamos de mediados de los 80 y de un coche destinado a ser “coche de familia”, un sedán de 4,37 metros de largo –en los 80, era un “señor coche”– y un motor con más de 100 CV que era objeto de deseo de más de un conductor.
A mediados de los 80 el mundo del automóvil era muy diferente. No había SUV por ningún lado y los todoterreno eran coches toscos y lentos, casi más vehículos industriales que turismos. El usuario centraba su atención en coches, a ojos actuales, más lógicos; un Ford Fiesta para los chavales y para aquellos que no necesitaban o no querían un coche más grande; un Renault 11 para una familia media o, bien, todo un Opel Ascona para quienes querían ese plus de imagen, espacio interior y capacidades ruteras.
Tener un Opel Ascona 2.0 GLS permitía poder presumir de coche en cualquier lado, tanto por diseño –un clásico tres volúmenes, muy apreciados en los 80–, como por prestaciones. El Ascona 2.0 GLS, con 1.996 centímetros cúbicos, culata de dos válvulas por cilindro e inyección, ponía bajo el pie derecho del conductor 115 CV a 5.600 revoluciones y 17,8 mkg a 3.000 revoluciones, gestionados por un cambio manual de cinco relaciones que, por cierto, tenía unos desarrollos larguísimos en quinta: 43,61 kilómetros/hora a 1.000 revoluciones; claramente pensado como “sobremarcha”, para reducir consumos en carretera.
De diseño clásico, con tres volúmenes bien marcados, el Ascona seguía las tendencias de aquellos años, donde las cosas raras y las formas recargadas no tenían lugar

No es extraño encontrar coches de aquellos años con una quinta tan multiplicada, hacía poco tiempo –relativamente– que se empezó a ofrecer cambios con cinco relaciones y, por lo general, la última era para desahogar el motor en carretera y la cuarta se mantenía como la directa de todas la vida, lo que provocaba que la velocidad máxima, por lo general, se alcanzara en cuarta. También era común tener que reducir en carretera a poco que hubiera un repecho pronunciado. El mismo Opel Ascona 2.0 GLS llegaba a casi 190 kilómetros/hora en cuarta.
De todas formas, unos desarrollos tan largos no eran tan comunes. Es cierto que la quinta era eso, una sobremarcha, pero las pruebas de la época dejan claro que el Ascona 2.0 GLS tenía una transmisión con unos larguísimos desarrollos que le impedían lograr recuperaciones rápidas; todos los rivales le superaban en ese apartado. También se veía superado por los rivales –sobre todo por el Renault 21– a poco que la carretera no estuviera en perfecto estado. Si la carretera tenía buen firme, el Opel Ascona era de los mejores del segmento.
Un precio interesante y por debajo de la competencia, significa que pueden faltar cosas en el equipamiento, y así ocurría con el Ascona 2.0 GLS. No había aire acondicionado ni en opción, como tampoco se podía equipar el ABS. La dirección asistida y el servofreno se pagaban con extra, al igual que las llantas de aleación. Por otro lado, y siempre según la prensa de la época, el Opel Ascona presumía de unos acabados de buen nivel y de un interior confortable y espacioso.
Javi Martín
Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".COMENTARIOS