Coche del día: Nissan Almera (N15)

Coche del día: Nissan Almera (N15)

Lanzado para reemplazar al Sunny, destacó por ser un coche coherente y bien fabricado, pero poco emocionante


Tiempo de lectura: 3 min.

El Nissan Almera N15, la quinta generación del modelo, se lanzó al mercado en 1995, cuando coches como el Volkswagen Golf III estaba a punto de llegar al final de su vida comercial o, por el contrario, estaban a punto de comenzar su andadura comercial, como era el caso del Citroën Xsara. Fue un desarrollo que, según declaraciones de la propia marca, se basó en el concepto “tres E”: estabilidad, espacio y equipamiento, adornado todo ello con un diseño un tanto peculiar, aunque gracias, precisamente, a ese diseño, tenía uno de los habitáculos más amplios del segmento C.

A mediados de los 90, el segmento de los compactos vivía un momento importante. Como hemos dicho, el Golf, en su tercera generación, afrontaba los últimos compases de su vida comercial –sería reemplazado en 1997–, lo mismo que el Opel Astra F o el Citroën ZX. Se avecinaba un cambio importante entre los coches del segmento C y todo aquel que no estuviera preparado. Nissan tomó la decisión de adelantarse a todos con la puesta en escena del Almera, el cual comenzó a circular en 1995, poco antes de que se iniciara el cambio generacional entre los compactos. No fue un problema para el nuevo modelo nipón, las ventas fueron más que decentes.

La historia del Nissan Almera venía de lejos, desde la década de los 70, aunque en realidad su nombre comercial era el de Nissan Pulsar, denominación que se empleaba fuera de Europa. El nombre de Almera apareció en 1995 como reemplazo del Nissan Sunny, que no era más que la cuarta generación del Nissan Pulsar. El cambio no fue radical, sino una evolución lógica sobre una base que ya ofrecía buenas maneras, pero que necesitaba una puesta al día para poder mantener su competitividad frente a lo que estaba por venir.

Su peculiar línea le permitía presumir de un habitáculo amplio y bien aprovechado

Nissan Almera N15 (2)

De hecho, esa mejora en sus capacidades fue confirmada rápidamente por los medios de la época, los cuales, después de acudir a la presentación oficial a la prensa, no dudaron en afirmar que el “nuevo” Nissan Almera contaba con un nivel de terminación que lo situaba a la altura de los mejores, con buenos materiales, buenos ajustes y un diseño claro, coherente e intuitivo. Por supuesto, también destacaron lo bien aprovechado que estaba el habitáculo, no en balde, frente al Sunny, la distancia entre ejes crecía 105 milímetros –hasta los 2,54 metros–. Curiosamente, la versión de tres puertas compartía la misma batalla que el cinco puertas y de ahí que tuviera ese peculiar diseño lateral.

El diseño fue, quizá, lo que menos gustó. Tenía un enorme parecido con el Nissan Primera en su frontal, mientras que el resto del coche no era, en realidad, nada del otro mundo, no era un coche que levantara pasiones, aunque la carrocería de tres puertas, como casi siempre ocurría, era la más juvenil y deportiva, pero sin tener que prescindir del espacio interior; solo empeoraba el acceso a las plazas traseras, pero quien optaba por esas carrocerías no veían inconveniente.

Si hacemos caso a los comentarios de aquellas pruebas realizadas en 1995, el Nissan Almera N15 destacó por una elevada estabilidad direccional, gracias a un chasis muy rígido y a unos tarados de suspensión bien escogidos. También se mencionó el buen funcionamiento del sistema MLB, un sistema que se encargaba de controlar la geometría del eje trasero para que las ruedas siempre estuvieran perpendiculares al suelo, independientemente de la posición de la carrocería.

Le faltó, no obstante, un motor diésel que fuera realmente capaz. Se ofrecía con un dos litros atmosférico de 75 CV, a todas luces insuficiente si tenemos en cuenta que los principales rivales ya “tiraban” de turbo para mejorar las prestaciones de los motores diésel.

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Sobre mí

Javi Martín

Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".

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