En 2013 se dio a conocer el “nuevo MINI”, la tercera generación del MINI de BMW, conocido por el código interno F56. Un paso más en la evolución de la marca, cuyo éxito había sido notable hasta el momento y también, un paso más en la desaparición real de MINI, pues sus coches cada día eran más grandes y su identidad, un coche muy pequeño y, en realidad, muy sencillo, hacía tiempo que no estaba presente.
No obstante, lo que siempre ha sabido hacer la gente de BMW es mantener es la deportividad que Cooper vio en aquellos primeros y pequeñajos coches fabricados por Morris. Incluso empleó el nombre de John Cooper para las versiones más radicales y potentes, que, por supuesto, también desarrolló para el MINI F56. El MINI John Cooper Works F56 hizo acto de presencia en 2015 y se aplicaba la misma receta que en anteriores ocasiones.
¿Cuál era esa receta? Una carrocería con un aspecto más agresivo –también con elementos necesarios, como grandes tomas de aire–, chasis refinado para un comportamiento más racing y una mecánica potente para garantizar buenas prestaciones. De hecho, el motor alcanzó nada menos que dos litros, 1.998 centímetros cúbicos exactamente, un turbo integrado en el colector de escape, inyección directa, sistema VALVETRONIC de BMW para la sincronización variable de las válvulas, doble VANOS para la sincronización de los árboles de levas…
El resultado fueron 231 CV entre 5.200 y 6.000 revoluciones, junto a 320 Nm de par entre 1.250 y 4.750 revoluciones. El cambio era de seis relaciones y con los tradicionales tres pedales, aunque se ofrecía en opción el cambio automático con también seis relaciones. Era, como cabe esperar, el MINI más rápido hasta la fecha, con una velocidad punta de 246 km/h y un 0 a 100 km/h en 6,3 segundos.
BMW cargó de tecnología y asistentes al MINI Cooper Works F56. Incluía un control dinámico de tracción, control de bloqueo electrónico del diferencial, sistema Performance Control para ayudar a una dirección ágil en curvas, la función denominada “Torque Steer Compensation”, que evitaba los efectos en el volante provocados por el diferente par en las ruedas, amortiguación adaptativa…
El MINI John Cooper Works era lo más sofisticado, caro y veloz, que había llevado el logotipo de MINI hasta ese momento, pero también era muy racing, al menos eso decían en las pruebas de la época. Sin embargo, no era un coche tan radical como las anteriores ediciones del MINI Cooper Works, se optó por suavizar ligeramente la respuesta de la suspensión, darle un toque más premium y más apto para todos los públicos, aunque eso no le impidió ser más rápido que la generación anterior, pues mantenía su “dureza deportiva”.
De hecho, la mejor prueba de que seguía con su deportividad intacta, era que, por lo general, todas las revistas afirmaron que el eje trasero tendía a arrastrar de lado a lado en frenadas muy fuertes, y que era sencillo redondear cualquier curva jugando con esa agilidad y con esa facilidad para hacerle derrapar.
Javi Martín
Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".COMENTARIOS