El Mercedes Clase S aparecido a finales de los 90, el W220, fue un cambio radical con respeto a la anterior generación. El W220 tiró por tierra las pesadas formas y proporciones de la generación anterior, el W140, criticadas por muchos. Pero además de tirar por tierra todo lo referente al estilo, también se quitó de encima muchos kilos y estrenó un derivado coupé que, como el sedán, cambió por completo en busca de mejorar todos los apartados del coche y de borrar de un plumazo todas las críticas que recibieron por la generación anterior.
Antes de la aparición del Mercedes Clase S Coupé, la carrocería con dos puertas del Clase S se denominaba Mercedes Clase CL, o simplemente, Mercedes CL –y antes de eso, fueron los Mercedes SEC–. Con las siglas CL fueron tres generaciones, las cuales, llevaron bastante lejos la idea de un coche de muy alta gama, sobre todo la segunda iteración del Mercedes CL –código interno C215–, que resultó ser un coupé de enorme tamaño –4.993 milímetros de lago y 1.857 milímetros de ancho, con 2.885 milímetros de batalla–, aunque con proporciones y volúmenes bastante acertados, pues hacían que el coche pareciera más ligero de lo que indicaba la ficha técnica. Además, contó con la aprobación de la prensa especializada y del público en general. La tercera entrega, el C216, fue un coche totalmente diferente y más tecnológico.
El Mercedes CL C215 contó con motores potentes, no había un escalón de acceso para sumar ventas en masa, solo había motores V8, o bien, propulsores V12, con una versión fuera de todo sentido equipada con un V12 birtubo con poco más de 600 CV. Sin embargo, no era un deportivo puro, como cabría esperar, era un Gran Turismo de altísimas prestaciones, como todas las versiones de la gama, aunque ninguna llegaba a un nivel tan descabellado. Para quien no quería deportividad, pero si quería mucho lujo, estaba el Mercedes CL600, que también estaba animado por un motor V12, aunque en esta ocasión, se prescindía de los turbos.
Dicho V12 atmosférico no tenía nada que ver con el biturbo. De entrada, el desplazamiento era distinto, con 5.786 centímetros cúbicos para el motor del CL600, con los que se lograba generar 367 CV a 5.500 revoluciones y 530 Nm de par a 4.250 revoluciones. También pesaba menos que el CL65 AMG, al marcar en báscula 1.955 kilos –2.155 kilos el AMG–. Dos formas de entender el mismo coche dentro de la misma marca, uno muy salvaje y rápido, mientras que el otro apuesta por el refinamiento y el confort, aunque no por ello lento.
La velocidad máxima, como en todos los Mercedes potentes de aquellos años, está limitada electrónicamente a 250 km/h, aunque podía completar los 400 metros con salida parada en 14,5 segundos y el kilómetro en 25,6 segundos. El 0 a 100 km/h se hacía en 6,2 segundos.
Javi Martín
Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".COMENTARIOS